Durante la comida, en una ocasión note como David no paraba de mirar a Marta con buenos ojos, le parecía una chica encantadora, guapa. Yo me mosqueé y me puse un poco celosa, no lo pude evitar. ¿Le habría gustado Marta más que yo? Bueno era inevitable. Marta era guapísima claro y yo…
“¡Pero en que estas pensando Elena!- pensé para mi misma- tu eres guapísima, así que no te hagas de menos y párale los pies o mejor dicho los ojos a David”
Así fue como hice, me deje llevar por mi conciencia y en una ocasión que David volvió a mirar a Marta tan profundamente, le di un codazo para que me mirara y viera mi cara de enfado. Él, enseguida que vio mi actitud, supo de qué se trataba y solo pudo ponerse a reír. Pero enseguida se acercó a mi oído y me susurró bajito:
- Pero que tontita estas. Cariño, yo solo tengo ojos para ti, solo observaba su comportamiento. Es una chica muy maja, pero nada más, no te preocupes mi niña. Te quiero no lo olvides- y seguidamente me besó en los labios dulcemente.
Todos los demás habían contemplado la escena aunque no hubieran escuchado nada. Las chicas se reían y levantaban las cejas mientras los chicos empezaron a vacilar y a gastarle bromas a David.
- Vaya vaya, que acaramelados os veo.- decía Oscar sin parar de reírse.
Yo estaba roja como un tomate y David también pero menos que yo, ninguno de los dos decíamos nada solo nos mirábamos.
- David, espero que por tu bien, trates como se merece a Elena esta vez, porque ha sufrido bastante y si algo la pasase yo mismo acabaría contigo. Así que ten cuidado con ella tío.- dijo Oscar en tono amenazador pero sin dejar de sonreír.
- Lo sé Oscar y me arrepiento muchísimo de lo que la hice, pero te juro por mi vida que jamás me separaré de ella. La amo y no podría vivir sin su cariño, sin su hermosura y sin su bondad- dijo por ultimo David mientras me miraba a los ojos transmitiéndome con la mirada aquellas palabras.
- Oh ¡qué bonito! - gritaron Marta y María al unísono.- Nosotras también pensamos como Oscar, mas te vale. Aunque parece que eres sincero y no mientes.
- Si, yo también estoy de acuerdo con eso. Se te ve un buen tio y espero que cuides bien de nuestra pequeña Elena. Ha pasado ya mucho- dijo Iván.
- Nos tendrás que demostrar a nosotros pero sobre todo a ella que has cambiado y que podemos confiar en ti- decía Oscar.
Yo estaba perpleja, no sabía que decir, parecía que tenían acorralado a David, pero no quise decir nada y seguí observando la situación.
- No dudéis de que será así chicos- dijo David sonriente- podéis confiar en mi.
- A ver si es verdad – añadieron todos al unísono.
Nos quedamos unos minutos en silencio y por fin decidí hablar.
- Gra… gracias chicos. Me habéis dejado sorprendida. Yo… David- dije mirándole- yo también te amo y a partir de ahora, por mi parte, lo nuestro se hace definitivo. Te quiero cielo- dije mientras le daba seguidamente un pequeño beso pero intenso y lleno de amor.
Todos empezaron a aplaudir, como si aquello fuese un espectáculo. David estaba contentísimo, parecía un niño pequeño con su sonrisa de oreja a oreja.
Así la comida pasó tranquila, risas, besos, bromas, etc.
Al terminar, mientras Marta, María y yo recogíamos la cocina, los chicos esperaron en el salón viendo la tele y hablando de sus cosas.
- Elena, me alegro que por fin hayas encontrado la felicidad y espero que te vaya muy bien con David. Es un chico muy amable, atento y se nota que te quiere bastante- me dijo María con una sonrisa mientras yo metía los platos al lavavajillas.
- Yo también pienso lo mismo. La verdad que ha sido muy bonito lo que te ha dicho en la comida, pero espero que sea verdad y te lo demuestre. De momento parece que todo vaya muy bien- dijo Marta muy contenta.
- Gracias chicas, aun no me puedo creer que este aquí, que quiera estar de nuevo a mi lado. Parece un sueño.
- Pues no Elena, no lo es así que ya sabes, disfrútalo, pero ves con cuidado- me decía Marta.
- Llevas razón. Lo haré.
- Estoy segura que acabareis como una preciosa pareja- decía María mientras se reía- Espero que te cuide bien.
- Ojala. Bueno y tu también cuida bien de Oscar. Ya sabes que te quiere un montón y yo le quiero como a un hermano ¿Verdad Marta?
- Así es María, estoy segura que le cuidaras muy bien al igual que ese pequeñín que llevas dentro- decía Marta acariciando la barriguita de María.
- Tranquilas chicas, sabéis que le amo y no se vivir sin mi pequeño principito- dijo María sonriente.
- No lo dudamos- dije finalmente mientras las dos nos lanzábamos a abrazar a María.
Una vez habíamos terminado de recoger, las tres nos dirigíamos al salón sin hacer ruido para dar un pequeño susto a nuestras respectivas parejas. Antes de cruzar la puerta, oímos que hablaban de nosotras y como éramos muy curiosas nos quedamos las tres escondidas para escuchar.
- Si, no me extraña, tienes una chica fantástica y no sabes cuanto me alegro por los dos. Además me has dicho que vas a ser padre, estarás contento ¿no?- le decía David a Oscar mientras los tres charlaban sentados en el sofá con la tele puesta.
- Eso digo yo tío, que ya estas echo un viejo, dentro de nada padre y todo- bromeaba Iván.
- Uff. Contento no. Estoy loco de contento, tengo unas ganas tremendas que ese pequeño o esa pequeñaja que viene en camino conozca a su madre y a su padre. Aunque, bueno… todo hay que decirlo, también estoy nervioso. Yo intento cuidar todo lo que puedo a María con esto del embarazo, intento que este en reposo, pero tío, no sé si lo hago bien, y eso que solo lleva ni un mes. Creo que a veces me paso y por eso se enfada conmigo. Pero yo… la quiero- terminó de decirles Oscar frustrado con los codos apoyados en las rodillas y las manos en la cabeza.
María en ese momento me miró preocupada, con lástima por su chico, pero a la vez esbozaba una sonrisa de alegría y cariño. Marta también miró a María para ver su reacción.
- Venga tío, no te preocupes, seguro que no será para tanto, no te comas la cabeza- le intentaba calmar Iván.
- Oscar, estoy seguro de que la cuidas fenomenal y que serás un gran padre. Además ahora no es necesario que la cuides mucho aun está de un mes y cuando pasen unos meses necesitará más tu ayuda. Seguro que por eso se enfada contigo, aunque en el fondo te lo agradezca. Pero bueno, si quieres un consejo, cuida de ella, ayúdala pero también déjala algo de libertad. Las cosas que pueda hacer ella por sí sola no se las prohíbas. Por mucho que quieras protegerla será peor si la agobias ¿no crees?- le dijo David preocupado y aconsejándole.
Vaya, aquellas palabras de David me dejaron boquiabierta. “¡Pero que tierno!- pensé-¿Será verdad que el también actuaria así?”- me preguntaba para mi misma.