Toda una vida luchando por alcanzar la felicidad siempre deseada, para conseguir al amor de su vida... Y tras ello, errores, traición, celos, muertes, infidelidad, venganza, caprichos... El no saber tomar buenas decisiones y no aclarar sus sentimientos, llevarán a Elena a tener un corazón caprichoso.



lunes, 30 de mayo de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 24: Segunda parte

Durante la comida, en una ocasión note como David no paraba de mirar a Marta con buenos ojos, le parecía una chica encantadora, guapa. Yo me mosqueé y me puse un poco celosa, no lo pude evitar. ¿Le habría gustado Marta más que yo? Bueno era inevitable. Marta era guapísima claro y yo…
 “¡Pero en que estas pensando Elena!- pensé para mi misma- tu eres guapísima, así que no te hagas de menos y párale los pies o mejor dicho los ojos a David”
Así fue como hice, me deje llevar por mi conciencia y en una ocasión que David volvió a mirar a Marta tan profundamente, le di un codazo para que me mirara y viera mi cara de enfado. Él, enseguida que vio mi actitud, supo de qué se trataba y solo pudo ponerse a reír. Pero enseguida se acercó a mi oído y me susurró bajito:
-  Pero que tontita estas. Cariño, yo solo tengo ojos para ti, solo observaba su comportamiento. Es una chica muy maja, pero nada más, no te preocupes mi niña. Te quiero no lo olvides- y seguidamente me besó en los labios dulcemente.
Todos los demás habían contemplado la escena aunque no hubieran escuchado nada. Las chicas se reían y levantaban las cejas mientras los chicos empezaron a vacilar y a gastarle bromas a David.
-  Vaya vaya, que acaramelados os veo.- decía Oscar sin parar de reírse.
Yo estaba roja como un tomate y David también pero menos que yo, ninguno de los dos decíamos nada solo nos mirábamos.
-  David, espero que por tu bien, trates como se merece a Elena esta vez, porque ha sufrido bastante y si algo la pasase yo mismo acabaría contigo. Así que ten cuidado con ella tío.- dijo Oscar en tono amenazador pero sin dejar de sonreír.
-  Lo sé Oscar y me arrepiento muchísimo de lo que la hice, pero te juro por mi vida que jamás me separaré de ella. La amo y no podría vivir sin su cariño, sin su hermosura y sin su bondad- dijo por ultimo David mientras me miraba a los ojos transmitiéndome con la mirada aquellas palabras.
-  Oh ¡qué bonito! - gritaron Marta y María al unísono.- Nosotras también pensamos como Oscar, mas te vale. Aunque parece que eres sincero y no mientes.
-  Si, yo también estoy de acuerdo con eso. Se te ve un buen tio y espero que cuides bien de nuestra pequeña Elena. Ha pasado ya mucho- dijo Iván.
-  Nos tendrás que demostrar a nosotros pero sobre todo a ella que has cambiado y que podemos confiar en ti- decía Oscar.
Yo estaba perpleja, no sabía que decir, parecía que tenían acorralado a David, pero no quise decir nada y seguí observando la situación.
-  No dudéis de que será así chicos- dijo David sonriente- podéis confiar en mi.
-  A ver si es verdad – añadieron todos al unísono.
Nos quedamos unos minutos en silencio y por fin decidí hablar.
-  Gra… gracias chicos. Me habéis dejado sorprendida. Yo… David- dije mirándole- yo también te amo y a partir de ahora, por mi parte, lo nuestro se hace definitivo. Te quiero cielo- dije mientras le daba seguidamente un pequeño beso pero intenso y lleno de amor.
Todos empezaron a aplaudir, como si aquello fuese un espectáculo. David estaba contentísimo, parecía un niño pequeño con su sonrisa de oreja a oreja.
Así la comida pasó tranquila, risas, besos, bromas, etc.
Al terminar, mientras Marta, María y yo recogíamos la cocina, los chicos esperaron en el salón viendo la tele y hablando de sus cosas.
-  Elena, me alegro que por fin hayas encontrado la felicidad y espero que te vaya muy bien con David. Es un chico muy amable, atento y se nota que te quiere bastante- me dijo María con una sonrisa mientras yo metía los platos al lavavajillas.
-  Yo también pienso lo mismo. La verdad que ha sido muy bonito lo que te ha dicho en la comida, pero espero que sea verdad y te lo demuestre. De momento parece que todo vaya muy bien- dijo Marta muy contenta.
-  Gracias chicas, aun no me puedo creer que este aquí, que quiera estar de nuevo a mi lado. Parece un sueño.
-  Pues no Elena, no lo es así que ya sabes, disfrútalo, pero ves con cuidado- me decía Marta.
-  Llevas razón. Lo haré.
-  Estoy segura que acabareis como una preciosa pareja- decía María mientras se reía- Espero que te cuide bien.
-  Ojala. Bueno y tu también cuida bien de Oscar. Ya sabes que te quiere un montón y yo le quiero como a un hermano ¿Verdad Marta?
-  Así es María, estoy segura que le cuidaras muy bien al igual que ese pequeñín que llevas dentro- decía Marta acariciando la barriguita de María.
-  Tranquilas chicas, sabéis que le amo y no se vivir sin mi pequeño principito- dijo María sonriente.
-  No lo dudamos- dije finalmente mientras las dos nos lanzábamos a abrazar a María.
Una vez habíamos terminado de recoger, las tres nos dirigíamos al salón sin hacer ruido para dar un pequeño susto a nuestras respectivas parejas. Antes de cruzar la puerta, oímos que hablaban de nosotras y como éramos muy curiosas nos quedamos las tres escondidas para escuchar.
-  Si, no me extraña, tienes una chica fantástica y no sabes cuanto me alegro por los dos. Además me has dicho que vas a ser padre, estarás contento ¿no?- le decía David a Oscar mientras los tres charlaban sentados en el sofá con la tele puesta.
-  Eso digo yo tío, que ya estas echo un viejo, dentro de nada padre y todo- bromeaba Iván.
-  Uff. Contento no. Estoy loco de contento, tengo unas ganas tremendas que ese pequeño o esa pequeñaja que viene en camino conozca a su madre y a su padre. Aunque, bueno… todo hay que decirlo, también estoy nervioso. Yo intento cuidar todo lo que puedo a María con esto del embarazo, intento que este en reposo, pero tío, no sé si lo hago bien, y eso que solo lleva ni un mes. Creo que a veces me paso y por eso se enfada conmigo. Pero yo… la quiero- terminó de decirles Oscar frustrado con los codos apoyados en las rodillas y las manos en la cabeza.
María en ese momento me miró preocupada, con lástima por su chico, pero a la vez esbozaba una sonrisa de alegría y cariño. Marta también miró a María para ver su reacción.
-  Venga tío, no te preocupes, seguro que no será para tanto, no te comas la cabeza- le intentaba calmar Iván.
-  Oscar, estoy seguro de que la cuidas fenomenal y que serás un gran padre. Además ahora no es necesario que la cuides mucho aun está de un mes y cuando pasen unos meses necesitará más tu ayuda. Seguro que por eso se enfada contigo, aunque en el fondo te lo agradezca. Pero bueno, si quieres un consejo, cuida de ella, ayúdala pero también déjala algo de libertad. Las cosas que pueda hacer ella por sí sola no se las prohíbas. Por mucho que quieras protegerla será peor si la agobias ¿no crees?- le dijo David preocupado y aconsejándole.
Vaya, aquellas palabras de David me dejaron boquiabierta. “¡Pero que tierno!- pensé-¿Será verdad que el también actuaria así?”- me preguntaba para mi misma.

lunes, 23 de mayo de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 24: Primera parte

24. Comida entre amigos

“Ding dong”. Llamaban a la puerta. Eran Oscar, María, Marta e Iván que ya estaban ahí. Se atrasaron cinco minutos pero no le dimos importancia porque nos vino muy bien al estar tan ocupados.
-          ¡Vaya! Que inoportunos, en pleno beso- dijo David riendo y separándose de mí.
-          Ya ves- reí- Yo abro, ve al salón y quítate el mandil antes.
-          Vale preciosa.
Abrí la puerta y allí estaban los cuatro. Oscar tan guapo como siempre. Vestía unos piratas vaqueros y un polo rojo de Nike, llevaba unas deportivas de la misma marca e iba muy bien peinado.
María también estaba guapísima, aunque vestía de forma sencilla era una chica que sin apenas arreglarse, relucía de belleza. Llevaba una camiseta roja de tirantes ajustada, pues aun no se le notaba la tripa y podía ponerse ese tipo de ropa. Una falda blanca por encima de las rodillas y unas cuñas rojas atadas al tobillo. Llevaba su larga melena rizada e iba muy bien maquillada de tal forma que lo que más resaltaba eran sus ojos.
Marta venía detrás de María y de Oscar. ¡Estaba preciosa! Con un corto vestido azul cielo de vuelo por encima de las rodillas y con escote en pico. Llevaba su pelo rubio estirado con un semi-recogido arriba y le cubría toda la espalda. Unos tacones blancos no muy de vestir que la hacían más esbelta. Además se notaba que iba muy bien maquillada pero tampoco cargada, con un tono de labios rojos y raya azul en los ojos. Magnifica. Si ya de por si Marta era guapa ahora sí que sí. Seguro que Iván se sentía muy afortunado al tener a alguien tan hermosa como ella.
Iván. Iván iba con Marta cogido de su mano. Muy elegante también. Lucía unos pantalones cortos negros de vestir y un polo blanco sencillo de Lacoste. Unas chanclas de vestir y el pelo de punta cargado de gomina. También le hacía muy masculino y guapo ya que con esa camisa dejaba ver todo su fibroso pecho y resultaba admirable. Primero saludé a Oscar que estaba delante.
-          ¡Hola Oscar!- le dije dándole un fuerte abrazo.
-          ¡Elena! Por fin te vuelvo a ver, ¿Cómo estás? Me tenias preocupado, ya sabes ayer…- se preocupó Oscar.
-          Shhh, sshhh. Baja la voz que no quiero que David se entere de lo que me paso ayer, ya se lo contaré si eso a solas. Pero si, estoy mejor- le dije casi en susurros.
-          ¡Ah! ¿Qué ya está aquí?
-          Sí, me ha ayudado con la comida. Por favor prometerme que no diréis nada chicos, ninguno…- dije mirando a todos con la mirada tierna.
-          Por mi no te preocupes Elena- dijo María.
-          Por mi tampoco pequeñaja- añadió Oscar.
-          Tranquila Elena, nosotros dos tampoco diremos nada, somos una tumba ¿verdad cariño?- dijo Marta mirando a Iván que asintió enseguida.
-          Gracias chicos, os lo agradezco mucho, bueno pasad pasad- les decía mientras les hacía paso para que fueran entrando.
Mientras entraban por la puerta le di dos besos a María y la pregunté como iba con su embarazo.
-          Genial, de momento no da problemas, es pronto aun, aunque ya puedo sentirle- dijo tocándose la barriguita.
-          Seguro que cuando te crezca te sienta genial- la dije sonriendo y haciéndola que pasara al salón.
Saludé  a Marta que traía la bolsa de mis tacones y me dio un abrazo con una sonrisa.
-          Me alegro que estés bien cielo. Toma ¡Tus tacones! Que te vas dejando las cosas tiradas por mi casa- me dijo riéndose.
-          Lo siento, se me olvidaron. Y sí, estoy bien gracias Marta- terminé de decirla mientras pasaba por la puerta.
Y por último Iván.
-          Hola Elena, menudo susto nos pegaste a todos ayer- dijo Iván entre susurros para que David no oyera nada.
-          Lo sé, lo siento. Pero ya estoy mejor, gracias Iván. Y tú ¿como estas?
-          Bien bien, tranquila. Como siempre.- dijo sonriente mientras pasaba.
Cerré la puerta y me dirigí al salón donde estaban todos reunidos y David ya se había levantado esperando a que yo hiciera las presentaciones. Presenté a David a todos. Primero a Oscar y después  a María como su novia, y por último a Marta y después a Iván como su novio. Después de los saludos, noté como David estaba muy contento. Parece ser que les cayó muy bien y Oscar e Iván también se reían con él, hacían bromas, etc. Mientras nos dirigíamos a la cocina, los hombres iban primero a sentarse y las chicas, María, Marta y yo detrás. Marta aprovechó que ellos no nos oían para dar su opinión físicamente sobre David susurrándome casi al oído.
-          Vaya Elena, pues parece ser que vas a tener buen gusto y todo ¿eh?- me decía mientras se quedaba contemplando el culo de David y sus andares.
-          ¡Pero bueno Marta! ¡Que es mío!- le dije fingiendo estar celosa.
-          Ya lo sé tonta, pero no me vas a negar que es guapísimo.
-          Pues no, no te lo niego, es muy hermoso, lo tiene todo y ya veras cuando le conozcas un poco mejor. Es un buen chico- la dije a Marta con una sonrisa mientras yo también me quedaba embobada mirando la risa de David, observando su cuerpo.
-          Estoy segura de que lo es. Se le nota en la cara, ya te iré diciendo a lo largo de la comida.
María se reía de Marta, pero ella también pensaba lo mismo aunque no lo dijo de esa manera.
-          Si, Marta lleva razón Elena. No parece un mal chico y además es guapísimo.
-          Si, no me puedo quejar. Pero bueno no adelantéis acontecimientos, ya veréis como es- les dije a las dos mientras ya nos sentábamos en las mesas.
Los chicos no se habían enterado de nuestra conversación.
Nos sentamos todos yo al lado de David, a mi otro lado estaba Marta, a su lado Iván, después María y por último Oscar al lado de David. Durante la comida todos charlábamos. A veces se formaban grupillos. Conversación de mujeres y conversación de hombres, como siempre, es inevitable. Oscar no paraba de reírse y vacilar con David que le tenía al lado, e Iván también bromeaba de vez en cuando con ellos. Yo me alegraba muchísimo por ellos, parecía que habían congeniado muy bien los tres y eso me hacia feliz.

lunes, 16 de mayo de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 23: Segunda parte

Me miró con una mirada irresistible y me dio un corto beso antes de acelerar. Por el camino íbamos hablando, vacilando, riendo. Y así se nos pasaron los diez minutos aproximadamente que duraba el trayecto del colegio a mi casa. Cuando el coche se paró porque ya habíamos llegado, me quité el cinturón y él también. Le miré por unos instantes, en silencio y con una sonrisa dibujada en mi cara, como transmitiéndole con mi mirada que era la chica más feliz del mundo de nuevo a su lado. Él lo entendió enseguida y me miraba feliz, centrándose en mis ojos, deseando que me acercara a él para besarle. Podía leerle el pensamiento con tan solo adentrarme en sus ojos verdes. Poco a poco sin dejar de mirarle, me fui acercando a él. Le acaricié la mejilla con mi mano derecha y con la otra le sujetaba el mentón.
Aquello parecía el lenguaje de las manos, o más bien, el idioma del silencio, nos lo decíamos todo por dentro sin necesidad de pronunciar una palabra.
Así después de unos minutos, terminé rozando la comisura de sus labios hasta que la pasión nos dejo llevar y los besos empezaron a ser más fieros. Aun estábamos en el coche, él intentaba arrimarse más a mí y apretarme con fuerza, pero la palanca de marchas nos impedía el acercamiento.



Sus caricias por mi espalda hacían que sintiera escalofríos y que un fuego interno me recorriera por dentro. Sus pequeños besos por el cuello hacían que estremeciera de placer. Estábamos tan a gusto allí el uno con el otro que hubiera deseado parar el tiempo por unos instantes. Pero era tarde, teníamos que salir del coche y entrar en casa o a poco que nos descuidáramos mis amigos estarían allí.
-          Cariño, siento interrumpir este maravilloso momento, pero…- dije mientras señalaba el reloj.
-          Jo…, con lo bien que estaba yo aquí contigo abrazándote y besándote- me dijo mientras me daba el último beso apasionado en los labios.
-          Ya lo sé y yo también David, pero son casi la una y media y tenemos media hora para hacer la comida ¡cocinero!- dije dándole un codazo y riéndome.
-          Muy graciosa, llevas razón venga vámonos anda- dijo mientras se separaba de mi y sin dejar de mirarme salió por la puerta.
Salimos del coche y nos dirigimos hacia mi casa cogidos de la mano. Yo le miraba de reojo pues su belleza seguía impresionándome. David parecía como el príncipe de aquel cuento que de pequeña siempre me contaban.
Dejé mi pensamiento para sacar las llaves y abrir la puerta del portal. Pude notar que él también me miraba dulcemente. Podía descifrar lo que pensaba, algo así como: “Es hermosa, delicada como una rosa. La quiero, no sé porqué la deje escapar de ese modo. Si  ella es lo mejor que me ha pasado…”
Si, más o menos, eso decían sus ojos mirándome profundamente.
Llegamos a casa y en cuanto abrí la puerta Luna se lanzó a recibirme.
-          Hola pequeña- le decía mientras la tenía en brazos y le acariciaba la cabecita- Hoy tenemos visita Luna. Este es David, no te asustes de él.
David, que aun seguía a mi lado observando aquella escena, se quedó alucinado de lo bien que trataba a la perrita, como si fuese un ser humano.
-          Vaya… Pero Elena, si no te entiende- dijo asombrado.
-          Eso lo dices tú, me entiende perfectamente, es mucho tiempo el que la tengo. Incluso comprende mis estados de ánimo.
-          ¿Si? Pues entonces esta perrita es muy lista, dijo dirigiéndose a ella y acariciándola.
Luna le recibió gruñendo, juntando los dientes con fuerza y con un ladrido tras de otro. David se asustó y se alejó con la cara extrañada.
-          Luna, tranquila. Él ya no me hará más daño. No te preocupes, ahora él está conmigo y estoy muy feliz ¿vale? Así que trátale bien pequeña, la dije dándole un beso en la cabecita.
-          ¡Guau, guau!- me ladró Luna en forma de respuesta cariñosamente apegándose a mí.
David intentó acercarse de nuevo a la perra aunque seguía asombrado por mi comportamiento y sobre todo como reaccionaba Luna cuando yo le hablaba. Ahora la perrita estaba contenta, cariñosa con él, incluso le lamió la mano.
-          ¡Elena! ¡Esta perra es increíble! ¿Pero es que ya le habías hablado de mi?- preguntó atónito.
-          Pues la verdad que mucho. Sabe todo lo que he sufrido estos dos años por ti y siempre ha estado a mi lado, aguantándome. Por eso, como me vio llorar por ti te ha recibido de esa manera- terminé de decir mientras pasábamos al salón.
David seguía boquiabierto y algo triste por lo que le había dicho.
-          Vaya, yo… lo siento. Fue por mi culpa, soy un idiota…- se lamentó agachando la cabeza.
-          David…- dije mirándole a los ojos y sujetándole la barbilla- Es verdad que sufrí, pero lo pasado, pasado está, no le des más vueltas o acabaré enfadándome.
Entre suspiros y no muy convencido respondió.
-          Esta bien, te haré caso porque no quiero estar mal contigo de nuevo- dijo a regañadientes- pero te prometo que no volverás a sufrir por mí.
-          Bueno…- dije poniendo los ojos en blanco y a la vez cambiando de tema- Vamos a la cocina que tenemos que preparar la comida en menos de media hora ¡venga! Ya sabes donde está el baño así que lávate las manos- le ordené.
-          ¡Si, señor! A sus órdenes- dijo vacilante y poniéndose firme.
Estuvimos preparando la comida mientras charlábamos, tonteábamos y algún beso que otro se nos escapaba. Hasta con el mandil puesto David era guapísimo y no podía evitar quedarme embobada mirándole.
-          ¿Qué pasa? ¿Tan feo me ves con el mandil?- preguntó con un puchero.
-          Pero que tonto eres cielo. Al contrario, te miro así porque eres lo más hermoso que he visto nunca, hasta con el mandil fíjate.
-          Uy, ahora viene la escena de cuando me pongo rojo como cuando lo haces tu ¿no?
-          Bueno, si quieres… Seguro que te hace estar más guapo aun y ya es decir- dije riendo para después besarle apasionadamente.
Un beso lleno de amor en el que nuestras lenguas jugaban y nos dábamos pequeños mordisquitos en el labio. Maravilloso. Un beso en el que nos uníamos y demostrábamos nuestro amor.

lunes, 9 de mayo de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 23: Primera parte

Era una mañana soleada, pero corría un poco de brisa y se agradecía pues aquel calor era inaguantable. Como siempre, me quedaba embobada mirando las pequeñas cosas que iba encontrando por la calle mientras caminaba hasta el colegio.
Las tiendas acababan de abrir, otras aun permanecían cerradas. En el súper las mismas señoras comprando a primera hora. Aunque el parque estaba vacío, hoy no había apenas niños, además era aun muy pronto.
Pasé por la misma calle en la que me encontré con Marcos. Al principio un poco nerviosa y tensa por si me lo encontraba. Aún no sabía si se había enterado de mi desmayo ayer, o si lo sabía y ni si quiera se había preocupado. No le daba mucha importancia aunque en el fondo me dolía. Por suerte no me lo encontré por allí a esas horas, seguramente estaría trabajando ya.
En pocos minutos llegué al colegio. Esa semana me pasaría todas las mañanas por allí pues así me entretendría y charlaba con mis compañeros de trabajo. Me venía bien distraerme, pues siempre me aburría ya que David o trabajaba o tenía asuntos que resolver. Pensé en él, en cómo le habrían ido los análisis, pero ya le preguntaría cuando viniera a por mí a la una.
La mañana pasó amena, aunque deseaba que el reloj del pasillo marcara la una para ver a mi chico, ya le echaba de menos y solo había pasado un día sin él. Me divertía charlando con los demás profesores, mientras colocábamos archivos y proponíamos nuevas ideas para el próximo curso.
Así llegaron la una menos diez y como estaba ansiosa porque David llegara, fui al baño para retocarme el maquillaje y peinarme de nuevo. Saqué mi pequeño peine del bolso y estiré mi melena. Me pinté un poco los labios con carmín no muy rojo y me repase la raya negra en los ojos. “Lista”- me dije para mí misma mientras me miraba en el espejo y guardaba las cosas. Menos cinco. David ya estaría esperándome. Salí del baño directa a la calle pensando en mi chico, en si me encontraría guapa o no. Crucé la puerta de salida del colegio y allí estaba él, apoyado en la pared a mano derecha. Jugando con la llave del coche, mirando al cielo, con la mente vagando y pensando con una gran sonrisa. Cuando le vi se me iluminaron los ojos y una sonrisa se dibujó en mi cara. Era tan hermoso. Tenía un cuerpo esculpido como si un artista le hubiera tallado. David llevaba unos pantalones vaqueros piratas, un polo verde de Adidas de manga corta y unas chanclas negras. Guapísimo como siempre, vestía de manera sencilla y me encantaba. Me acerqué a él sigilosamente pero enseguida me oyó y giró la cabeza hasta donde estaba, mientras yo seguía acercándome para recibirle con un apasionado beso.
-          ¡Vaya! Por ahí viene el ángel tan hermoso de mis sueños- dijo riéndose pícaramente mientras yo esbozaba una sonrisa.
-          Hola mi amor- dije una vez llegué a él y le besé.


Aquel beso fue delicioso, de nuevo volvía a sentir su aroma, aquel olor que desprendía que me quitaba el sentido y no podía controlar las ganas de besarle fieramente. Un beso largo, intenso que demostró que los dos estábamos deseosos de volver a vernos.
-          Mmm… se nota que me has echado de menos ¿eh pequeña?- dijo  separándose un poco de mi, riéndose y relamiéndose los labios con la lengua suavemente mientras me cogía por la cintura.
-          Mucho - suspiré mirando al cielo- no sabes cuánto cariño.
-          Por cierto estas preciosa, con esa faldita tan corta me vas a volver loco ¿eh?- dijo observándome de arriba abajo y bajando su mano por mis piernas.
-          Que gracioso, pues a lo mejor debería quitármela para no provocarte ¿no?- dije riéndome y dándole otro corto beso.
-          Jamás y si te la quitas seré yo el que lo haga.
-          Bueno, bueno eso ya lo veremos. Por cierto, ¿qué tal los análisis?- le pregunté preocupada.
-          Ah, muy bien sin problemas. En una semana me darán los resultados, pero seguro que salen bien ya sabes que yo estoy hecho todo un toro y soy muy fuerte- dijo mientras se reía.
-          Ya bueno, pero nunca se sabe. Ya me contarás que dicen los resultados.
Terminada aquella empalagosa y a la vez cariñosa conversación nos dirigimos hacía su coche. Era el mismo que hacía dos años, un Mercedes C220 en color plateado, precioso. Me abrió la puerta del copiloto, comportándose como todo un caballero. Me senté cuidadosamente para no arrugar la falda y quiso ponerme el cinturón pero no le deje.
-          ¡Pero bueno, que tengo manos eh! Déjame que me lo ponga yo ¿no?- le dije un poco molesta y mirándole con el ceño fruncido.
-          Jo- me dijo haciéndome un puchero y poniéndome ojitos- es que me hace ilusión tratarte como una reina, por favor déjame.
No se lo pude negar con esa carita, era imposible resistirse a sus peticiones. Le quería tanto que con él me costaba decir un no. Así que le deje que cogiera el cinturón y me lo pusiera. Antes de cerrarme la puerta del copiloto me dio un corto beso y me dio las gracias. Supongo que sería por haberle dejado que me mimase tanto, porque por otra cosa… Yo reía para mis adentros, sonreía de oreja a oreja. Era tan feliz.
Él abrió su puerta, se sentó y me miro dulcemente mientras la cerraba y se abrochaba su cinturón.
-          ¿Preparada muñeca?- me dijo vacilante arrancando el coche y lanzándome una tierna sonrisa.
-          Bueno, creo que sí. Aunque no sé si saldré viva contigo al volante- reí mientras le sacaba la lengua en tono de burla.