Toda una vida luchando por alcanzar la felicidad siempre deseada, para conseguir al amor de su vida... Y tras ello, errores, traición, celos, muertes, infidelidad, venganza, caprichos... El no saber tomar buenas decisiones y no aclarar sus sentimientos, llevarán a Elena a tener un corazón caprichoso.



lunes, 1 de agosto de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 28: Primera parte

Bueno, la verdad, me lo merecía, me había aprovechado de su cariño demasiado.
 “¡No! Elena, no te lo mereces, intenta soltarte, cógele la pistola”- pensó mi conciencia.

Él seguía desgarrándome, poco a poco bajaba su mano por mi intimidad, pero no era agradable, todo lo contrario. Sentía repugnancia, asco, quería que parara, pero él tenía intenciones de seguir. Tanto que consiguió bajarse un poco el pantalón, lo suficiente para poder sacar su miembro, con la intención de penetrarme salvajemente.

Tenía que actuar, David no podía moverse, tenía que parar aquello como fuera. ¿Pero qué podía hacer? Si con la fuerza de Marcos no podía ni mover una mano. Pensaba y pensaba, pero en ese estado no podía pensar con claridad, pues los dedos de Marcos aun seguían dentro de mi y sus asquerosas babas se extendían por mis pechos. Miré a David; intentando pensar en otra cosa, sentía lástima por él, estaba sufriendo por mí, por mis caprichos. No tenía perdón,  yo era alguien sin escrúpulos. Me desvanecí de esos pensamientos cuando de repente ví la cara de David guillarme un ojo, dándome una señal, como si quisiera decirme algo, intenté entenderle. Creo que David iba a distraer alguno de los dos. Fijo los ojos en mí con ternura y luego los fijo en la pistola que Marcos agarraba. David quería decirme que le intentara quitar la pistola cuando él me lo dijera. ¿Pero cuando me lo diría? Estaba nerviosa, no sabía si podría hacerlo, ¿y si fallaba en mi intento de arrebatarle el arma y lograba dispararnos a alguno de los dos?

De repente noté como Marcos me penetró, así sin más, estaba ausente, ya ni si quiera gritaba, no chillaba, no intentaba soltarme, me sentía débil, sin fuerzas. Pero fue tan salvajemente que noté dolor y un pequeño quejido salió por mi boca.

David se dio cuenta y enseguida se abalanzó, pero Carlos lo detuvo apretándole más el cuchillo contra la espalda.

-          ¡Aghhh, déjala ya maldito cabrón, la vas a matar hijo de puta!- decía David llorando y con los puños apretados.- ¡No sé quien coño eres, pero como no la sueltes te mataré yo mismo!

Marcos se quedó paralizado pero emitía una sonrisa ahogada. Se despegó de mi después de que notara un liquido en mi interior y se levanto para pegarle una buena paliza a David por su comentario. Se abrochó los pantalones, y me dejo ahí medio ida, inconsciente en el suelo, con los ojos abiertos observando el cielo, sin mover ni una parte de mi cuerpo, pero escuchando toda la conversación.

Mi conciencia me decía que tenía que ser fuerte, intentar levantarme y ayudar a David; pero otra vocecita en mi, me pedía que me quedase ahí tirada, que estaba débil y ya me salvaría alguien, y si no lo hacían no pasaba nada. Total, me lo merecía ¿no?
 Note como Marcos se acercó a David.

-          Vaya, vaya. Mira niñato, como no cierres la boca yo si que te mataré- dijo apuntándole con el arma en la cabeza.
-          Tu no me mandas callar, eres un cerdo, iras a la cárcel por lo que has hecho- gritó David furioso, y mirándome con tristeza de reojo.

En ese momento David tuvo una idea, discutiría tontamente con Marcos de tal manera que se acercara más a él y cuando lo tuviera cerca y algo distraído le arrebataría la pistola, con intención de acabar apuntándoles a los dos, a Marcos y a Carlos que estaba detrás de él agarrándole.

-          Jaja, ¿yo? ¿a la cárcel? Que miedo ¿verdad Carlos?- decía Marcos a carcajadas sin parar de burlarse de David- Me parece que antes de que yo vaya a la cárcel, tu estarás muerto y tu queridísima Elena, será solo para mi.
-          Oye tio, no te pases- dijo Carlos con tono enfadado por tal comentario- No será tuya, acordamos que para los dos o nada, que además contigo no quería nada, realmente estaba enamorada de mi no de ti- decía Carlos furioso y distrayéndose de su tarea, que era amenazar a David con el cuchillo .
-          Tú te callas, aquí el que manda soy yo y haré lo que me plazca con ella. Dijimos que tú querías vengarte de este niñato y aquí lo tienes, pero la zorra de Elena es mía- decía enfadado y acercándose a Carlos, aunque no dejaba de apuntar a David con la pistola, pero sin ni siquiera mirarlo.- ¿Qué te crees? ¿Qué a ti también te quería? Ohh que tierno- decía girando su cabeza a uno y otro lado y poniendo los ojos en blanco- Pero que inocente eres tío, para Elena tu solo fuiste un capricho más, un juguete para calmar el vacio que sentía ante la ausencia de él. Sigue sorprendiéndome lo idiota que eres- decía mientras seguía riéndose vengativo y desconcentrándose de apuntar a David.
-          Mira hijo de puta, como no te calles la boca te mato, Elena me quería, tu no sabes nada, así que cállate, y si quieres que terminé el trato contigo Elena será para los dos o si no acabaré contigo aquí mismo- decía Carlos furioso, quitando el cuchillo de la espalda de David y apuntando ahora a Marcos.

David, vio en ese momento su oportunidad, ninguno de los dos estaba apuntándole. Seguían discutiendo para quien de los dos sería. “Ni que yo fuera una puta”- pensé.

Se reía por dentro de lo imbéciles que eran al dejarle suelto en ese momento, pero se acordó que yo seguía tirada en el suelo y tuvo ansias de correr hacía mi y llevarme lejos de allí.

Pero antes tenía que deshacerse como fuera de los dos. Así que mientras aquellos dos seguían discutiendo, en un descuido David consiguió arrebatarle la pistola a Marcos, haciendo que los dos pararan de vocear y lo miraran asustados. Él los apuntaba a los dos.

jueves, 21 de julio de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 27: Segunda parte

Miré de reojo y allí estaba Marcos inmovilizándome, me miraba con cara de pocos amigos, frio, malvado, con una risa malévola, contento de haberme encontrado. Quise buscar a David con la mirada y Carlos le tenía cogido del brazo, amenazándole con un cuchillo por la espalda para que no se moviera. Intentaron armar el menos jaleo posible en el velador para que no sospechasen nada.
-          Bueno bueno, ¿que tenemos aquí? Pero si es nuestra amiguita Elena con su nuevo novio- decía Marcos apretándome las muñecas con fuerza en dirección hacia el parque. Carlos también le seguía con David.
-          ¡Déjale en paz, el no ha hecho nada, soy yo la culpable, así que soltadle!- le suplicaba a Marcos casi a gritos y algo preocupada. Le miraba con asco, empezaba a agarrarme del cuello cada vez que nos alejábamos más del velador.
No sé como lo hizo pero consiguió movilizarme las dos manos a la vez que me sujetaba del cuello amenazante. Carlos seguía amenazando con el cuchillo a David.
-          Uy uy uy, vaya Carlos, mira, Elenita parece que le importa el pringado este. ¿Qué podemos hacer con él para vengarnos?- preguntaba  Marcos con risa malevola.
David aun no había pronunciado palabra, solamente intentaba retorcerse y librarse de las manos de Carlos, soltando algún que otro grito como: “Dejadme” o “soltadme”
-          ¡No! Por favor Marcos, sé razonable, esta guerra es conmigo, no con él, yo fui la que empezó todo esto. No le hagáis daño, os lo suplico- dije mirando con cara triste también a Carlos.
David me miraba extrañado, como intentando averiguar con mis palabras que era lo que pasaba, el por qué estábamos así retenidos sin haber hecho él nada. Me pedía con la mirada una explicación, pero no era el momento adecuado para dársela.
-          Si, en eso llevas razón, pero él también ha hecho algo, ¿verdad Carlos?- contestó Marcos mirándole.
-          Claro que sí, nos ha quitado a nuestra novia, este gilipollas ha tenido que aparecer en el momento más inoportuno para robarme a mi preciosa Elena.
-          ¿Pero de qué coño estás hablando?- preguntó David retorciéndose y algo confuso- Ella es mi novia no la tuya, jamás te querría siendo como eres, subnormal- gritó furioso y cabreado.
-          Vaya, vaya- dijo Marcos con cara de interesante- veo, Elena, que no le has contado nada de tu movida a tu queridísimo novio ¿Eso es lo que confías en él? Ya veo que es uno más de tus caprichos.
-          ¡NO! Te equivocas, David no es un capricho, es la persona que más quiero. ¿Sabes por qué? Porque no es como tú de farsante y egoísta- le grité a Marcos con furia y rabia.
-          Por favor, - añadió entre risas -no me hagas reír. Si hay algún egoísta aquí esa eres tú así que mantén la boca cerrada si no quieres que le contemos todo lo que pasó después de la fiesta a tu novio- añadió con una sonrisa malvada y triunfante.
-          Elena, ¿de que están hablando estos tíos y quiénes son?- preguntó David confuso y con los dientes apretados, mirándome con una mirada de suplica que me costaba no responderle.
-          Tranquilo cariño, no es nada, solamente exageran, son unos supuestos amigos- dije mirando a Carlos con el ceño fruncido.
-          ¿Qué exageramos?- pregunto  Marcos riéndose a carcajadas- ¿has oído Carlos? Y que exageramos.
-          Ya ves, aquí la única mentirosa es ella, nosotros simplemente contamos la verdad, ¿verdad Elena?- contestó Carlos mirándome con una falsa sonrisa.

No hablaba, solo le miraba enfadada, cerraba los dientes, apretaba los puños, cerraba los ojos para intentar que aquello se pasase pronto y nos soltaran. Estábamos en el parque, detrás de unos árboles, un sitio por donde apenas pasaba gente. Aun seguían amenazándonos.
-          Creo que me voy a divertir un rato, igual que lo hiciste tu aquella noche Elena, ¿te acuerdas?- decía Marcos comiéndome con la mirada.
No respondí, giré la cabeza. Poco a poco notaba como sus manos se adentraban por debajo de la camiseta, sus asquerosos labios rozaban mi cuello, sentía su mugroso aliento en mi piel y me daba arcadas. Aquello que una noche me pareció delicioso,  ahora no lo soportaba, era superior a mí. Marcos se había convertido en un cerdo.
-          Que buena idea amigo, así este idiota verá claramente como se aprovechó de ti aquel día ¿verdad?- decía Carlos sonriente.
-          Eso es, que sufran los dos, que ella sienta el dolor que pasé cuando se aprovechó de mi- añadió Marcos con cara vengativa.
-          Y que él vea como se siente uno cuando le quitan a su novia y se aprovechan de ella, ¿verdad Elena?- me miraba Carlos mientras se reía a carcajadas- Pero que inocente eres, ¿de verdad pensabas que te perdoné ayer en el hospital?
-          ¡Dejadme!¡Marcos, suéltame, no me toques!- le gritaba lo más alto que podía intentando quitarle las manos mientras una lágrima de impotencia resbalaba por mi mejilla.
-          Suéltala maldito cabrón, metete con un hombre y no te aproveches de una mujer.- gritaba furioso David intentando deshacerse de Carlos para ayudarme, pero era inútil.
-          Tranquilo, solo quiero que sepas lo que tu querida novia aun no te ha contado. Así fue como ella se aprovechó de mi. Claro,  pobrecita, estaba borracha, no sabía lo que hacía.
-          ¡Cállate ya!¡No me toques!- le gritaba sin parar de patalear a Marcos.

Ya había conseguido desgarrarme la ropa, tumbarme en el suelo, con las muñecas apretadas, me besaba por todo el cuerpo. Con una mano agarraba una pistola, con la intención de que en seguida que intentase algo contra él, una bala me atravesaría la cabeza. Tenía miedo, mis piernas temblaban, veía de reojo a David intentando soltarse, viendo aquella escena. De impotencia, una lágrima recorría su mejilla. Y yo seguía sin parar de retorcerme, intentando librarme de las garras de Marcos. Marcos, jamás pensé que pudiera comportarse así, que llegara a hacer este tipo de locuras.

jueves, 14 de julio de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 27: Primera parte

Marcos era aquel hombre del cigarro en la mano, soltando el humo del tabaco poco a poco, calada tras calada nos miraba, primero a mí y luego a David, que le miraba con asco también, con ganas de venganza. Estaba solo, bebía un cubata a la vez que fumaba. Como si estuviera esperando a alguien, a su contacto, como en las películas. Parecía como el típico hombre rico que por querer vengarse, está detrás de ti cada dos por tres, sin parar de vigilarte, y para disimular fuma y bebe. ¿Qué casualidad no? En el mismo velador.
No, yo a esto no lo consideraba casualidad. Me estaba poniendo nerviosa cada vez que le miraba, y él me desnudaba con la mirada. Mi respiración se entrecortaba y solo intentaba mirar hacia David y darle la espalda a Marcos. Había cambiado muchísimo, después de la noche de la fiesta Marcos no era el mismo que antes, y no me refiero físicamente. Se había vuelto frio, malo, daba miedo, ni si quiera me saludó, ni un gesto de mano, solo sus horribles miradas. Parecía su otro yo, ese que nunca sabes que existe en una persona, ese que oculta tan bien que ni si quiera te imaginas que pueda tener maldad. Parecía el diablo en persona, capaz de hacerme cualquier cosa por venganza a mí o a David.
 “No…, a David no por favor”- pensé para mis adentros.
Decidí no pensar más e intentar hablar con David sobre otros temas para poder calmarme, pero él notó enseguida mi miedo, como el corazón me latía más rápido de lo normal, mi inquietud e intranquilidad y sobre todo que no paraba de mirar hacia atrás.
-          Preciosa, ¿Que es lo que ocurre? ¿Estás bien?
-          Nada, tranquilo, solo miraba quien había en el velador- mentí para no preocuparle y mirando otra vez hacía Marcos.
-          Ya claro. Elena por favor, dime que pasa y quién es ese tío que tanto miras asustada.
-          Pues veras David, es que ese tío como tú dices, es amigo mío, o lo era y tuve un problema con él después de la fiesta. Y bueno, ahora nuestra amistad se ha roto y creo que me mira con asco después de eso- dije cabizbaja y llevándome las manos a la cabeza.
-          Pero, no lo entiendo, ¿qué problema fue para que se enfadara así?
-          Nada, tonterías- disimulé y volví a mirar hacia atrás.
Me sorprendí muchísimo cuando por un lado se acercaba un hombre de su misma edad a su mesa, a la mesa de Marcos. Moreno, guapo, me resultaba familiar, se acercaba y…
¡No! ¡No podía ser él! ¿Carlos? ¿Qué hacía Carlos con Marcos? Intenté tranquilizarme y girar la cabeza para que no pudiera verme, pero antes de esto Marcos ya le había señalado donde estábamos a Carlos. Sentí por un momento que algo iba a salir mal, muy mal, que no quería seguir estando ahí. Claro, ahora todo encajaba, tras el camino por el parque antes con David, noté que alguien nos seguía y no me equivocaba. Carlos era el que nos seguía,  ya le habría informado a Marcos por teléfono de que íbamos para allá. ¡Lo tenían todo planeado! “Malditos bastardos”- pensé.  Me sentía con rabia, miedo, dolor. Quería salir de allí como fuera.
Así que sin dejar hablar más a David que aun seguía preguntándome pero no le hacía ni caso, le pedí deprisa que pidiera la cuenta y nos fuéramos en seguida, estaba molesta y sentía que podían acercarse de un momento a otro. No es que estuviera huyendo, pero temía que mi presentimiento se hiciera realidad, que Carlos se había compinchado con Marcos para vengarse de mí y, lógicamente, no me había perdonado de verdad en el hospital.
Mientras la camarera se acercaba para darnos la cuenta quise mirar de reojo de nuevo. Allí estaban los dos, con caras malvadas, hablando, mirándome de vez en cuando, como si estuvieran planeando algo, sentía que en breves momentos se iban a acercar, pero no quería mirar más. Me fijé como David miraba la cuenta y sacaba un billete de cinco euros de su bolsillo dejándolos en la bandeja. La camarera los cogió ya que no le había dado tiempo a irse y David me miró para preguntarme.
-          Cuando quieras nos vamos mi amor.
-          Si, si, ya, vámonos por favor.
 Pero cuando quise levantarme de la silla noté como una mano me cogía el hombro y me apretaba fuerte para abajo para que me sentara de nuevo.

sábado, 2 de julio de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 26: Segunda parte

Mientras caminábamos terminando nuestro recorrido por el parque para llegar al velador, cogidos de la mano, noté en un instante como si alguien más estuviera con nosotros, una presencia detrás de mí, algo extraño. Pero decidí girarme y mirar hacía atrás para ver si alguien nos observaba o venía pisándonos los talones. El caso es que no vi nada, ni si quiera venía gente paseando detrás de nosotros.

“Que extraño”- pensé mientras volvía a mirar hacia delante.

Pero en ese mismo instante un crujido sonó a mis espaldas. Parece ser que solo lo oí yo, porque David ni se inmutó. Fue como el ruido de un pisar de hojas, o de algo que sonará parecido tirado en el suelo, como si alguien lo  hubiera pisado y se dejará oír. Ahora estaba más asustada, sentía que alguien nos vigilaba, que seguramente nos estarían observando.

Si, lo sé, sonaba un  poco estúpido. Porque, a ver ¿Quién iba a querer vigilar a una pareja paseando por el parque y besándose? ¿Es que era algo malo? Intentaba controlarme y que el miedo no dominara mi cuerpo. Miré de nuevo hacia atrás despacio. Pero tampoco había nada. Aun así, yo sentía miedo, sentía que algo malo iba a pasar y mi cuerpo solo pudo reaccionar agarrando a David por la cintura para sentirme más protegida durante el tramo del parque. Él me miró extrañado pero con una sonrisa, ya que solo pensaba que era una muestra de cariño. Si, también lo era, pero más bien era para sentirme protegida entre sus brazos. Seguía agarrándole y caminábamos mientras que, por última vez, quise echar la vista atrás de nuevo y mirar detrás de aquel árbol donde había oído ese ruido.

Ahora si, podía ver algo, un pie sobresalía, como si alguien estuviera escondido detrás, intenté comprobar si era de un niño que jugaba al escondite solamente, o de un adulto, que como yo creía, nos vigilaba. Pero no pude averiguarlo, se veía muy poco y ya estaba muy atrás.

Dejé de pensarlo y continuamos nuestro camino hacia el velador. David con una sonrisa de felicidad en la cara, con sus ojos brillantes mirándome de reojo. Y yo, con unos ojos asustados, paralizados y la sonrisa se había esfumado de repente por aquel sobresalto.
Yo era una persona, digamos que un poco paranoica, siempre intentaba hallar respuestas donde quizás no la había, intentaba sacarle el jugo a todas las cosas extrañas que veía.
No dejaba de darle vueltas hasta que conseguía averiguar el por qué o quién.
Pues lo mismo me pasó con eso, era una cosa sin importancia seguramente para otros, pero yo en mi cuerpo sentía que debía darle importancia, pues alguien quería algo de nosotros o quizás solo de mi ¿Y si venían a matarme? ¿Y si me estaban vigilando para ver en que hora salía de casa para robarme? ¿O sería por David? ¿No querrían que David estuviese a mi lado y le iban a matar? No, no podía ser eso, ya estaba inventándome demasiadas tonterías, esto no era una película, no debía preocuparme tanto por eso. Pero no podía evitarlo. Intentaba distraerme de vez en cuando con la presencia de David, besándole, abrazándole y hablando con él, pero en seguida que miraba a mí alrededor, me venía esa sensación extraña, no me sentía bien, era como si mi corazón me avisara de algún peligro. Mi corazón o tal vez mi mente. No sé, el caso que sentía miedo.

Una vez llegamos al velador, nos sentamos en una mesa, alejada de las demás personas que tomaban algo refrescante para sofocar el calor. Ni si quiera me fijé en las caras de la gente que estaba sentada, iba demasiado pensativa, atolondrada. Pero claro, una vez nos habíamos sentado, David, no paraba de mirarme y notó mi cara de susto, preocupación y que andaba en otro mundo (como era propio en mi).
-          Cariño, ¿te ocurre algo? Te noto… asustada y ausente- dijo mirándome a los ojos y cogiéndome una mano.
-          No, nada, es una tontería- intenté mentir para tranquilizarle.
-          No me creo que sea una tontería, por favor Elena, dime ¿Qué es lo que te preocupa? ¿Es por mi?- preguntó para intentar sacarme algo.
-          No, no, claro que no es por ti cielo. Es que bueno, te parecerá absurdo, pero cuando íbamos por el parque, he notado una presencia extraña, como si alguien nos estuviera vigilando, o nos siguiera, he oído ruidos pero no he logrado ver nada, solamente un pie detrás de un árbol. Y bueno, ya sabes cómo soy. Me ha dejado un poco asustada.
-          Seguro que sería cualquier niño que jugaba al escondite- dijo entre risas- No debes preocuparte mi niña, yo estoy aquí contigo, además ¿quién iba a querer seguirnos?- me preguntó riendo e intentando calmarme.
-          Eso mismo me pregunto yo, pero en esta vida nunca sabes lo que te puede venir… Pero es que lo más extraño de todo… es que siento un mal estar cada vez que miro hacia atrás, siento como un mal presentimiento, como si mi conciencia me gritará y me avisará de que un peligro nos acecha.
-          De verdad cariño, me hace gracia la forma que te preocupas por tonterías. Anda, estate tranquila que no es nada, además hay veces que los malos presentimientos son falsos y nunca pasa nada, así que no le des más vueltas por favor y tranquilízate.
-          Pero es que yo…- pero no pude seguir.
-          Sshhhh- dijo tapándome la boca con un dedo en señal de silencio, intentando arrimarse a mi, inclinándose por encima de la mesa y llegando a mis labios para poder besarlos dulcemente, transmitiéndome armonía, amor y tranquilidad para que me olvidase de todo y no pensará en otra cosa que en él y en mí.

Aquel beso largo e intenso, hizo que me olvidará un poco de todo aquello. Nos tomamos dos granizados, mientras hablábamos, nos reíamos, y lo intercalábamos todo con unos cuantos besos de por medio.

En un momento quise ver la gente que había sentada en las demás mesas y observar a mi alrededor la estampa que teníamos. Nada fuera de lo normal, una pareja con su niña tomando unos batidos, a la derecha dos amigas charlando y contando los últimos cotilleos del día, mas hacía detrás un hombre solitario que estaba...

¿¡Como?! No, no podía ser, me estaba mirando, pero no dulcemente, me miraba con una mirada que mataba, con un cigarrillo en la mano me observaba de reojo, con cara de asco. ¿Por qué tenía que encontrármelo en todos los sitios? No, no quería acabar otra vez en el hospital.

lunes, 20 de junio de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 26: Primera parte

Cerré la puerta y fuimos paseando tranquilamente de la mano, hablando, mirándonos, recordando bromas de la comida, recordando viejos momentos de cuando estábamos juntos en Madrid. Paseábamos por el parque mientras una brisa fresca removía mi pelo y hacía que sintiera escalofríos. Mientras caminaba agarrada de su mano cerraba los ojos sintiendo como el viento rozaba mis mejillas, mecía mi pelo. Pensaba, no quería que nada más saliera mal, ahora tenía la felicidad que había soñado siempre. Por fin, después de tantos años. Y ahora, aquí estoy junto con la persona que más quiero, paseando por las calles de Cádiz. Con el cantar de los pájaros, con el aroma a hierba fresca recién cortada, con el susurro del viento. Uno de mis mayores sueños hecho realidad. Deseaba en ese momento no despertar nunca.
Eran las seis de la tarde pero el calor había amainado.
Recordé que tenía que contarle a David mi desmayo de ayer pero no iba a contarle aun mi problema con Marcos, así que decidí saltarme que me lo encontré por la calle.
-        David, cariño. Yo… tengo que contarte algo. Bueno. es que… no te lo conté porque no quise preocuparte- le dije entrecortada.
-        ¿Qué pasa preciosa? ¿Te ocurre algo?- preguntó David preocupado mirándome a los ojos profundamente mientras seguíamos caminando pero muy despacio.
-        Pues veras, ayer cuando volvía del colegio por la mañana, iba por la calle y de repente note un mareo y me caí redonda al suelo. Bueno y luego aparecí en el hospital, estuve toda la tarde allí
-        ¡¡¿¿Qué??!!- me dijo sobresaltado y con las orbitas de sus ojos a punto de salirse-  Pero ¿qué fue lo que te paso? ¿Por qué te desmayaste? ¿Qué te dijeron los médicos? ¿Y porque no me avisaste cariño? ¿No te tengo dicho que me avises con cualquier cosa?- me dijo alzando la voz y realmente preocupado parándose en seco, apretándome la mano con más fuerza y mirándome a los ojos.
-        Bueno, tranquilízate, tampoco fue para tanto.
-        ¿Qué me tranquilice? ¿Tú quieres que me dé un ataque? ¿Y si hubiera sido más grave qué? No quiero perderte ¿lo sabes no?- dijo eufórico.

La verdad que David estaba preocupado, me miraba por todos los sitios en busca de algún síntoma o alguna seña que le hiciera ver que me pasaba. Decidí explicárselo detenidamente.

-        Veras… llevaba varios días sin comer nada y no dormía apenas después de la fiesta. Aunque ya antes tampoco es que comiera mucho. Porque la verdad es que me sentía sola- le dije sin terminar de explicarle.
-        ¡Pero Elena! ¿Por qué dejaste de comer y de dormir de esa manera? ¿Tú no te das cuenta que, tengas los problemas que tengas, no puedes poner en riesgo tu salud?- me decía David mirándome aun parado y con una mirada tierna pero preocupado y un poco cabreado.
-        Ya lo sé, pero no tenía fuerzas para seguir adelante con todo lo que tenía encima. Y bueno, los médicos me dijeron que fue una bajada de tensión y me tuvieron en el hospital hasta las ocho de la tarde más o menos.
-        Madre mía, y pensar que te podría haber pasado algo. Bueno ¿me vas a explicar por qué no comías ni dormías? ¿Tan grave era el problema?- preguntó intentando entenderme.
-        Bueno, ya te dicho. Me sentía sola y abandonada

Estaba claro que ahora tampoco quería que David se enterara de mis problemas en la fiesta con Marcos o Carlos, y tampoco quería decirle  que era por su culpa, por qué no le tenía conmigo antes de la fiesta, no quería decirle que todos esos dos años que había pasado sola aquí, había dejado de comer y dormir por su culpa. No era justo, sería demasiado cruel.
Pero solo tenía dos opciones: o le contaba que me había acostado con Marcos y que antes de que él llegara me había liado con Carlos… o le decía que me había dado una bajada de tensión por que le echaba de menos y no comía por su ausencia.

Ambas cosas estaban mal, muy mal. Si le contaba lo primero, quizás podría enfadarse y le perdería. Pero si le contaba lo segundo, se sentiría tan culpable, que podía dejarme para no hacerme más daño. Le conocía perfectamente y llegaba a ser tal la culpabilidad que se formaba en su cabeza, que se alejaba de las personas a las que consideraba que había dañado.

¿Qué hacia? Tenía que contestarle pronto. Pero deje que hablara él, así mientras, pensaba que inventarme. Ya le estaba mintiendo mucho, me sentía mal conmigo misma, sentía que le estaba fallando, me sentía una mentirosa, una mala  persona. El círculo de las mentiras se estaba agrandando a pasos agigantados y no podía hacer nada para pararlo, pues si dejaba de mentir, perdería a David. Y en esos momentos le necesitaba más que a nadie.
-        ¿Sola? ¿Pero sola por qué cariño? Sabes que ahora yo estoy a tu lado y que te quiero más que a nada. Además tienes a tus amigos, Oscar, Marta… Ellos te apoyan y te dan cariño, incluso cuando yo no estaba- me dijo susurrando esa última frase con cara de tristeza.
-        Bueno, no es ese tipo de cariño el que necesito. El cariño de amigos me calma, está bien, pero no es suficiente, con cariño me refiero a tu cariño. A ti. Yo, en esos momentos te necesitaba, te he necesitado tanto estos dos años. Por mucho que mis amigos me animaran, no podía sacarte de mi cabeza. Me sentía sola, desgraciada, fea… Sentía que nadie más sería incapaz de quererme y me derrumbaba a mi misma

“¡Ala! Elena, te has pasado, veras que culpabilidad le entra ahora”- pensé.
Si, me había pasado, pero fue lo primero y lo más adecuado que se me ocurrió decirle. Además, ahora intentaría arreglarlo… Haría lo que fuera para que no se fuera de mi lado nunca más.
-        Vaya… yo… ¡Dios! Soy un idiota, todo ha sido por mi culpa, has estado en el hospital por mi culpa. Esto es imperdonable- decía furioso y llevándose las manos a la cabeza, mientras empezaba a caminar deprisa y sin poder mirarme a la cara de lo arrepentido que se sentía.

Avanzaba, dejándome atrás, dirección a no sé donde, avanzaba deprisa sin rumbo fijo.
 Le había hecho sentirse culpable y ahora me había dejado ahí plantada. Pero no porque estuviera enfadado conmigo, todo lo contrario, estaba enfadado consigo mismo, no podía dar crédito a lo que había escuchado, sentía que casi me perdía de nuevo por su culpa.

“Tampoco ha sido para tanto, solo fue un desmayo”- pensó mi conciencia.

Debía alcanzarle, se estaba alejando, tenía que explicarle que no pasaba nada, que yo estaba bien y no quería que ahora se marchara de nuevo. Así que, en cuanto reaccioné, mis piernas se echaron a andar deprisa, hasta que llego un momento que corría, lo más rápido que mis piernas me dejaban, sentía como el viento ahora me azotaba el pelo más que antes, tenía los ojos vidriosos y cuando quise parpadear una lágrima recorría mi mejilla. Corría y corría hasta que logré alcanzarle cogiéndole del hombro para que parara y se girara mirándome a los ojos.
David tenía la cara llena de lágrimas, los ojos vidriosos, apretaba los dientes con fuerza, con rabia, los puños los tenía apretados, cerrados, como preparados para pegar a algo o a alguien. Estaba nervioso, notaba como no podía mirarme a los ojos durante mucho tiempo y evitaba mi mirada. Se sentía fatal consigo mismo, me había pasado, y para colmo no es que fuera mentira del todo pero había exagerado. Le había echado la culpa a él de mis problemas de salud. Dios mio, ¡estaba que explotaba! Pero tenía que hacerle sentir bien como fuera.
Le miraba a los ojos empapados de lágrimas. Le cogí la barbilla mientras con la otra mano le secaba las lágrimas.
-        David, tú no tienes la culpa de nada, te he dicho que no tienes por qué lamentarte, además esto me ha pasado por cabezota. Pero no quiero que te pongas así por mis tonterías, solo ha sido un desmayo, no es nada. No te preocupes por favor, no te vayas - le dije mientras otra lágrima recorría mi mejilla.
-        Pero, yo… yo te he hecho daño Elena, no quiero lastimarte más por mi culpa, si me alejo de ti, puede que no te pase nada- dijo cabizbajo.
-        No. No por favor David, si te alejas es entonces cuando puede que me pase algo y peor. Ya te perdí una vez, por favor no quiero perderte ahora por mi culpa. Prométemelo. Dime que te quedaras, que no te sientes culpable- le dije acercándome cada vez más a él.
-        Cariño, pero es que yo no quiero que te pase nada más. No lo aguantaría. Pero es que ¿cómo no quieres que me sienta culpable?- me dijo secándome una lágrima.
-        Por favor David, prométemelo, por favor- le repetí sollozando.
-        Uff - dijo suspirando y a regañadientes.- Está bien, te lo prometo cielo, no quiero que llores, no me merezco tus lágrimas.
-        ¡Gracias corazón!- le dije abrazándole tan fuerte como podía y empapando su hombro con mis lágrimas.- Perdóname, perdona por no haberte avisado, pero sabía que te preocuparías y tampoco quise alterarte.
-        Estas perdonada Elena, pero no me vuelvas a hacer esto de nuevo, si te pasa algo me llamas corriendo que yo acudiré en seguida. Y quiero que comas más y duermas mejor a partir de ahora, por favor- me dijo preocupado mirándome a los ojos.
-        Tranquilo, no volverá a pasar, te avisaré la próxima vez. Si, ya como mejor ayer empecé a alimentarme en condiciones y a dormir del tirón.
-        Menos mal. Te quiero mi vida- me dijo él acercándose a mí, sin dejar de mirarme a los ojos profundamente y dándome un apasionado beso que yo también correspondí.

domingo, 12 de junio de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 25: Segunda parte

David y yo nos sentamos en el sofá y soltamos un gran suspiro.
-        Por fin a solas, lo estaba deseando- decía David riéndose y abrazándome.
-        Que mal educado eres. Aunque bueno… yo también lo estaba deseando- le dije pícaramente para después fundirnos en un apasionado beso.
Estuvimos hablando de la comida y todo lo que nos habíamos divertido. Él me conto que Oscar e Iván le habían caído genial y eran muy buenos chicos y que Marta era una chica fantástica al igual que María. Pero esta vez no me puse celosa, pues sabía que David, realmente solo tenía ojos para mí y de verdad me quería… ¿O tal vez me equivocaba?
Después de estar viendo una película tumbados en el sofá, abrazados, nos dieron las seis y decidimos irnos a pasear al parque y tomarnos algo en el velador de siempre, en el velador donde conocí a Carlos. Pensé en él por un momento, por fin se había arreglado todo. Como se preocupo por mí en el hospital fue algo que no me imaginaba. En esos momentos recordando aquel momento esbocé una pequeña y tímida sonrisa mientras aun seguía acurrucada bajo los brazos de David. Recordé el momento en que Carlos le dijo en el hospital a Marta que Marcos le había contado lo que le había hecho. Marcos…¿Por qué?- me pregunté. Y aun así, ¿aun sabiendo eso Carlos me había perdonado? Era algo extraño, los dos se llevaban muy bien cuando se conocieron; no me preguntéis cómo por qué no me contaron nunca como se conocieron, pero eso no es lo importante. Lo importante es que eran amigos inseparables, que jamás se fallarían, capaces de cumplir una traición, una promesa, capaces de guardar un secreto. Y lo que me preocupaba es que… Si, me perdono demasiado rápido, ¿Será cierto que en el fondo me había perdonado? Y si…, bueno ya sé que resulta una estupidez y algo cruel pero ¿y si no me ha perdonado por lo que le hice a su amigo Marcos? ¿Y si los dos ahora se vengaran de mi? Uno por aprovecharme de él aquella noche y otro por vengar la tristeza de su mejor amigo
-        ¡¡¡NOO!!!- dije sin querer en voz alta y pegando un sobresalto que notó David pues seguía abrazándome.
-        ¡Cariño! Ey, ¿Qué te pasa? ¿Por qué estas tan asustada?- me preguntó David preocupado, mirándome a los ojos asustados y fijados en un único punto sin reaccionar a nada.
Pero yo seguía sin responder, estaba perpleja, tenía un mal presentimiento. ¿Y si aquello que pensaba se hacía realidad? ¿Y si era verdad que Carlos no me había perdonado y solo había fingido hacer las paces conmigo? Estaba al borde de darme un ataque de nervios, pero algo me hizo salir de mi pensamiento y volver a la tierra.
-        ¡Elena! Reacciona por favor, mírame, respira…- me gritaba David dándome pequeñas palmadas en la cara para que reaccionase.
David ya me había sentado en el sofá y sentí sus pequeñas tortas en la cara para hacerme reaccionar, sentía su aroma, su aliento, su respiración acompasada a la mía. Eso hacía relajarme y por fin logré hablar…
-        David.  Yo… lo siento- le dije mientras una lágrima empezaba a recorrer mi mejilla y las piernas empezaban a temblarme. Menos mal que estaba sentada.
-        Mi niña, ¿Qué te ha pasado? Me has asustado, ¿Qué tienes?- me preguntaba tan deprisa que se le juntaban las palabras.
-        Nada, no te preocupes, simplemente pensaba. Y tuve un mal presentimiento- le dije sin llegar a contarle en quien pensaba.
-        ¿Un mal presentimiento? Pero ¿Cuál?- me preguntó impaciente.
Estaba claro que no iba a contarle nada más a mi querido David, no quería que se enterase de lo que ocurrió la noche de la fiesta, se pensaría que era una caprichosa, que me acostaba con todos y que a él tampoco le querría. Y si seguía hablando estaba segura que al final, con la capacidad de convicción que tenía David, iba a acabar sacándomelo. Así que le mentí, no tenía otra opción, aunque en el fondo me dolía muchísimo verle así de preocupado y tener que mentirle era algo superior. Bien decían que una mentira lleva a otra y a otra más grande. Y no quería que eso me pasara con él, pero no veía otra salida. Ya caí en mi propio error, ahora tenía que salir de él lo más discretamente posible y sin remover nada más.
-        Pues, veras siento que algo malo va ocurrir entre tu y yo- le dije lo primero que se me vino a la cabeza.- Y yo… no quiero que me dejes, no quiero que vuelvas a irte de mi lado, no lo aguantaría, por favor no te vayas David- mentí lo mejor que pude.
En parte, no le había mentido del todo, realmente ese no fue mi presentimiento, pero de vez en cuando aquello también lo pensaba para mis adentros. Asique no fui tan mentirosa, lo hacía por una buena causa. Si David se enterara de lo de Marcos, me dejaría para siempre y aquello si que no me lo perdonaría.

-        Mi niña, eso no pasará jamás, te lo prometo, no tendría valor para dejarte de nuevo, siempre estaré contigo, no te preocupes cielo. Sabes de sobra que te quiero
-        Lo sé, pero yo…- y comencé a sollozar. Solo de pensar que por cualquier cosa David podría separarse de mí de nuevo, me entraban escalofríos y mi cuerpo no reaccionaba, solo podía llorar y gritar.
-        Ey… cálmate pequeña. Ya está, no pasará nada- me dijo acurrucándome entre sus brazos, mientras yo apoyaba la cara en su pecho.
Poco a poco, al sentir los latidos de David sonar en mi oído, me fui calmando. Le quería tanto… siempre lograba tranquilizarme, hacerme feliz hiciera lo que hiciera. Aunque a veces tenía miedo de no corresponderle como se merecía ¿Y si realmente no le quería como creía y solo era otro capricho como Carlos o Marcos? No, no, eso no podía ser, David era diferente a ellos, no sé, lo era todo para mí, me importaba más que nadie… Formaba parte de mi corazón y no de mis caprichos.


-        Perdóname, me he comportado como una cría, pero tenía  tanto miedo…- le dije mientras intentaba mirarle a los ojos.
-        No tengo nada que perdonarte, es normal, pero puedes estar tranquila, yo nunca me iré de tu lado- me dijo el suave, tiernamente y muy cariñoso mientras me sujetaba el mentón con una mano y con la otra me secaba las lágrimas que me quedaban en la mejilla.
Después de estar un rato abrazados y que consiguiera calmarme, decidimos irnos, pero antes fui a retocarme el maquillaje pues seguramente el rímel se me habría quitado de tanto llorar. Le deje esperando en el sofá mientras me dirigía al baño a mirarme en el espejo.
-        ¡Qué horror!- pensé en alto. Tenía los ojos hinchados, rojos, la raya se me había quitado y de restregarme los ojos los tenía negros. Parecía un monstruo. No sé como David pudo mirarme con esa cara… ¿Tanto había llorado? Parecía ser que si…
Me lavé la cara y volví a maquillarme, pero esta vez decidí no pintarme la raya, pues como me diera por llorar otra vez me iba a pasar lo mismo. Así que solo resalte mis ojos con sombra clarita y un poco de rímel en las pestañas. Volví a darle carmín a mis labios para darles un tono más sexys y carnosos. Por último me peine, estirando mi larga melena, me eché colonia y salí del baño. Regresé al salón donde estaba David esperándome sentado, más bien recostado  en el sofá.
-        Bueno, ¿nos vamos cariño?- le dije mientras cogía el bolso de encima de la mesa del salón.
-        Si, claro, estaba esperándote- dijo mirándome- Vaya, ahora estas mucho mejor, sin lagrimas ni pegotes negros del rímel- dijo mientras se acercaba a mi riendo y bromeando y me cogía por la cintura.
-        Jum… No tiene gracia, no sé cómo has podido mirarme antes con la cara que tenía. Estaba horrible- le dije con un tono triste y tapándome la cara con las manos.
-        Pero que tontita eres… ¿No te das cuenta que yo te sigo queriendo estés como estés? Te encuentres fea o te encuentres guapa, yo siempre te encontrare hermosa… No lo olvides- dijo quitándome las manos de la cara y dándome un profundo y tierno beso después.
-        Mmm… creo que sí, ya me voy dando cuenta- le dije saboreando ese dulce beso y sonriendo.
-        Venga vámonos preciosa que tengo ganas de dar una vuelta contigo- dijo sonriéndome y sin dejar de cogerme por la cintura.
-        Si, y yo también, vámonos. Adiós Luna, ahora venimos pequeña.
-        Adiós perrita- se despidió David.