Toda una vida luchando por alcanzar la felicidad siempre deseada, para conseguir al amor de su vida... Y tras ello, errores, traición, celos, muertes, infidelidad, venganza, caprichos... El no saber tomar buenas decisiones y no aclarar sus sentimientos, llevarán a Elena a tener un corazón caprichoso.



sábado, 30 de abril de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 22: Segunda parte

Pensé en David, no quería contarle nada sobre mi desmayo. No era plan de preocuparle por una tontería, así que le llamé pero solo para contarle que quedábamos mañana. Me senté en el sofá, pues estaba ya cansada. Luna, dio un salto y se tumbó en mis piernas moviendo la colita alegre. Cogí el móvil y busqué el número de David. A los dos toques me lo cogió.
-          Hola preciosa.
-          Hola cariño, ¿Cómo estás?- le pregunté.
-          Yo muy bien, echándote de menos ya y eso que solo ha pasado un día sin verte- me dijo cariñosamente.
-          Yo también te echo de menos así que había pensado en que nos viéramos mañana, ¿Qué te parece?
-          Por supuestísimo, estoy deseando verte. Me viene bien, además mañana no tengo nada que hacer, ¿Dónde?
-          Pues lo cierto es que van a venir a comer mis amigos: Oscar, su novia María, mi amiga Marta y su novio Iván y quería presentártelos asique te agradecería si aceptases mi invitación. Me gustaría que vinieras, por favor- le dije con voz de súplica.
-          Mmm...- pensó durante unos segundos - suena bien, con tal de estar contigo me voy donde haga falta preciosa- dijo con esa voz tan dulce.
-          Gracias cielo. Pues es que tengo que ir al colegio por la mañana y mis amigos vendrán a las dos así que, si no puedes venirte antes, pásate también a las dos por mi casa- le dije esperando que se ofreciera a recogerme en el colegio.
-          Pues yo he pensado algo mejor. Te recojo cuando salgas del colegio y nos vamos juntos en mi coche a tu casa y así te ayudo con la comida ¿te parece bien?- se ofreció.


Dicho y hecho. Como le conocía. Si es que era un encanto. Me sentía como una reina cuando me recogía en su coche, me hacía sentir muy bien.
-          Vale si no tienes nada que hacer. Muchas gracias David.
-          ¿A qué hora sales?
-          A la una aproximadamente.
-          Está bien, estaré en la puerta esperándote cinco minutos antes, como un buen caballero- dijo entre risas.
-          Como quieras- dije riéndome yo también- nos vemos mañana. Estaré esperando impaciente el momento de verte y besarte- le dije pícaramente.
-          Y yo de abrazarte, de corresponderte a ese magnífico beso y llevarte en mi coche- dijo dulcemente.
-          Descansa cariño y sueña con los angelitos.
-          Entonces soñaré con uno en especial llamado Elena.
-          Y yo con uno muy hermoso llamado David. Hasta mañana te quiero.
-          Adiós princesa, descansa, te quiero.
Y colgué de nuevo el móvil. Un suspiro de amor. Cada vez me enamoraba más de mí querido David. Era tan maravilloso, tan perfecto. Había cambiado físicamente durante estos dos últimos años, pero seguía siendo igual de simpático, atento y le amaba tal y como era. Deseaba impaciente que llegasen la una de mañana y poder besarle, poder sentir su aroma a esa colonia tan especial que no sabía cuál era pero que me encantaba y me hacía sentir un fuego ardiente en mi interior. Poder abrazarle y sentir sus manos en mi cintura mientras que un escalofrío recorría mi cuerpo. Era algo magnifico.
Estaba muerta de sueño así que cogí a Luna en brazos y me fui a la habitación con el móvil en la mano. Dejé a la perrita en la cama y me puse enseguida el pijama, me cepille los dientes y me quité el maquillaje. No tardé en tumbarme en la cama y caer dormida profundamente. Definitivamente había sido un día muy ajetreado. El hospital me había cansado, los nervios por el problema con Carlos, toda la tensión acumulada, etc.
Aquella noche fue la primera en mucho tiempo que dormí en condiciones. Recuerdo que soñé con Carlos, que no me perdonaba y que me pegaba, que no le importaba nada mi amistad y le perdía para siempre. Más bien fue una pesadilla, pero al levantarme y ver que había sido un sueño respiré tranquila.

Me desperté feliz con una sonrisa iluminando mi cara con ganas de que ese día fuese especial y tenía el presentimiento de que lo iba a ser. Me di una ducha rápida y salí con la toalla para abrir el armario y pensar que podría ponerme para impresionar a David ese día. ¿Falda? ¿Pantalón? Tras unos minutos dudosa, me decidí. Falda corta. Sí, perfecto. Cogí un conjunto de falda corta de vuelo blanca con una camiseta de tirantes con escote en forma de pico que me daba un tono veraniego y me sentaba muy bien. Unas sandalias blancas atadas al tobillo y preparé mi bolso cruzado gris.
Yo nunca había dado importancia a mi cuerpo, nunca me preocupaba por ir guapa o no, pero desde que David entró en mi vida todo cambió. Él me hizo ver cosas que yo no veía ni valoraba de mi cuerpo. Cuando quedaba con él siempre me gustaba que me viera guapa, siempre, incluso cuando salí con él por primera vez en Madrid. Después de los dos años que estuve sola en Cádiz, amargada y triste sin encontrar la felicidad, descuidé mi imagen. Ya no me importaba que ponerme, pues no estaba allí él para que me encontrara esplendida y hermosa. Y por supuesto no pensaba en fascinar a nadie más. Pero cuando su amor volvió, con ello volvieron las ganas de arreglarme, de verme guapa, aunque claramente Marta también influyó mucho ayudándome y apoyándome en cada momento incluso antes de que él volviera.

 Me fui a desayunar y decidí alimentarme bien, tanto que acabé con el estomago lleno, parecía que iba a explotar. Eran las nueve y media. Recogí la cocina, hice la cama y fui al baño a arreglarme. Lavarse los dientes, hidratarse la cara, maquillaje sencillo pero que resaltara y estirar mi larga melena morena. Lo de todos los días.
“Perfecta Elena”-pensé mientras me miraba una vez más al espejo.
Cogí el bolso con el móvil, pintalabios, peine, raya, monedero, clínex y las llaves que las tenía que meter después de cerrar la puerta.
Salí decidida de casa, casi dando saltitos de alegría, parecía una chica de quince años. Aunque me sentía mal por Marcos aun, conseguí olvidarme de él por unos días y cuidarme más a mí misma. Reír y ser feliz me venían muy bien en esos momentos.

jueves, 21 de abril de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 22: Primera parte

Por fin, por fin me había quitado algo de encima, y tenía uno de mis tantos problemas solucionados. Carlos me había perdonado, volvíamos a ser amigos y ahí estaba yo, con él, abrazándonos por haber recuperado nuestra amistad. Yo llorando de alegría, me había olvidado de Marcos por un instante, ya pensaría como arreglar las cosas con él, ahora solo me centraba en Carlos.
En ese momento entró Marta y al vernos se puso muy contenta porque supuso que ya lo habíamos arreglado todo y así era.
Los tres nos dimos un tierno abrazo mientras reíamos como niños.
Poco después me dieron el alta. Marta y Carlos me acompañaron a casa, pero Marta se desvió antes para su calle así que llegué al portal con Carlos, decidí llamarle algún día y ya quedaríamos. Antes de subir Carlos se despidió de mí con dos besos en la mejilla. No quería besarme y fastidiar todo por mucho que le costara. Y después me dio un caluroso abrazo.
- Gracias de nuevo y por favor recupérate que no quiero verte así. Adiós Elena nos vemos- dijo antes de marcharse.
- Gracias a ti Carlos, adiós.
Y se alejó andando hacia su casa un poco más feliz por haberlo arreglado todo conmigo. ¿Feliz? Eso era lo que yo pensaba. Lo que no sabía es la ira que aun permanecía en su interior y que manifestaría en un futuro.

Subí a casa, y saludé a Luna, la pobre estaba preocupada y en cuanto me vio entrar por la puerta dio un salto y se subió encima de mí.
- Ay pequeña, ya te echaba de menos- le decía mientras la achuchaba.
Dejé el bolso, le di comida a Luna y me dispuse a preparar la cena. Tenía hambre, no sé si porque aquello de estar en el hospital me dio hambre o porque el haber hecho las paces con Carlos me abrió el apetito. Me alegraba porque ya comía en condiciones y cené más que ninguna otra noche. La verdad que me sorprendí hasta yo, pero era normal, además lo necesitaba.
Mientras recogía la cocina, sonó el teléfono. Era Oscar. ¡Oscar!, vaya, no me había acordado de él hasta ahora con todo el lio que tenía. Seguramente se habría enterado por Marta de mi tarde en el hospital y me llamaba para echarme la bronca por no haberle avisado. Descolgué el teléfono.
- ¡¡ELENAA SMITH!!- me gritó Oscar bastante enfadado.
- Em… esto… Hola Oscar… emm ¿Qué tal??- dije algo entrecortada porque temía su reacción.
- ¿¡Como que qué tal!? ¿¡Tú te has vuelto loca o es que quieres matarme de un susto?!
- Yo… no sé a qué te refieres- mentí pues no sabía que decirle. Me sentía mal, pobre Oscar, debió estar preocupado.
- ¿Qué no sabes a que me refiero? ¡Elena! ¿¡Tú te crees que puedes dejar de cuidarte ni comer ni dormir por esa tontería?!- me decía enfadado de nuevo pero también preocupado.
- Ah es eso- susurré.
- ¡Si! ¡Eso! ¿Cuándo pensabas avisarme?- Silencio- ¿Eh?. No te imaginas la cara que se me ha puesto cuando me lo ha contado Marta.
- Bueno lo siento, es que no me ha dado tiempo a avisarte y después vino Carlos estuve hablando con él y se me olvido todo lo demás- le dije arrepentida.
- Bueno ¿pero y lo de Marcos? ¿Tampoco pensabas contármelo?

Lo que me faltaba, otro que se había enterado. ¿Quedaba alguno más?

- No te enfades Oscar, es que me daba vergüenza. No quería preocuparte y tenía miedo a perderte a ti también si te enfadabas conmigo por lo que hice esa noche. Cometí un gran error, no sé por qué lo hice, pero no te imaginas cuanto me arrepiento. Y ahora por mi culpa, Marcos ni si quiera me habla- terminé de decir mientras comenzaba a llorar y él escuchó mis sollozos.
- Ey… Bueno, tranquilízate pequeña. No pasa nada, no te pongas así anda. Perdona si te he gritado mucho, pero compréndelo es que me has preocupado. Lo de Marcos se va solucionar estoy seguro, si Marta no consigue convencerlo hablaré con él de hombre a hombre. Solo espero que no vuelvas a cometer un error como ese. Que ya te vale Elena.
- Lo sé, me arrepiento muchísimo. Tienes una amiga muy idiota Oscar. Aunque bueno, lo he arreglado con Carlos y ya estoy algo mejor. Siento no haberte avisado. Perdóname, soy una egoísta- le dije triste y cabizbaja con lágrimas aun en mis ojos.
- Bueno, no pasa nada, estas perdonada pero no dramatices que de idiota y egoísta nada ¿vale? Espero verte pronto. Mañana si quieres me paso por tu casa y te veo ¿Qué te parece?- dijo el animado.
- Bueno. Mmm…- dije pensativa- mañana martes. Vale pero pásate por el mediodía sobre la una y media y así comes aquí. Vente con María también que quiero ver como está y como lleva el embarazo y así charlamos todos tranquilamente.
- Muy bien, me parece buena idea. Oye, mejor aun, se me ha ocurrido una cosa- dijo Oscar entusiasmado- Había pensado si quieres, que puedes decirle a David que se venga y así ya le conozco y te doy el visto bueno. Y también avisaré yo a Marta para que venga con Iván. Así estamos los seis juntos. Claro, solo si quieres y te sientes bien- dijo cuidadosamente Oscar.
Era una buenísima idea, no se me había ocurrido. Además tenía pensado quedar con David por la tarde así que perfecto, pero tenía miedo a que Oscar o Marta no le aceptaran o algo por el estilo y decidí decírselo, pues con él tenía confianza.
- No es mala idea, pero Oscar, yo… tengo miedo- decía entrecortadamente.
- Pero, ¿miedo de que pequeña?- preguntó dudoso.
- Pues, veras. Miedo a tu reacción al verle, miedo a que no te caiga bien y no le aceptes y pueda perderte como amigo y…- pero no pude continuar pues Oscar empezó a reírse como un niño pequeño.
- Pero que tontita que estas- decía entre risas- de mi no te libraras tan fácilmente, pase lo que pasé siempre seremos amigos Elena. Además estoy seguro que me caerá bien el tío, así que no digas bobadas anda.
- Vale, está bien - asentí a regañadientes- Pues mejor pasaros a las dos, así me da tiempo a llegar del colegio y a hacer la comida. Os espero aquí, gracias por todo Oscar. Ah y avisa a Marta e Iván por favor.
- Si, si yo me encargo. Mañana nos vemos, descansa y come ¡¿ehh?! Un beso.
- Lo haré. Un beso.
Colgué el teléfono y solté un suspiro. “Demasiadas emociones para un día”- pensé para mi misma.

sábado, 9 de abril de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 21: Segunda parte

-          Hola Marta- la saludó y después se me quedó mirando cómo,  aun supuestamente, dormía- ¿Cómo esta?- dijo con cara de preocupación y algo triste- ¿Qué ha pasado? Por favor cuéntamelo todo.
-          Bueno, se ha quedado otra vez dormida- mintió- Llevaba muchos días sin comer nada ni dormir debido a todo lo que pasó después de la fiesta, tu, Marcos, David y bueno lógicamente le ha dado una bajada de tensión y se ha quedado inconsciente. Le han encontrado este mediodía sobre la una y media tirada en la calle y una mujer avisó a la ambulancia. Y bueno luego me llamarón a mí y aquí estoy.
-          Madre mia, ¡pero si esta delgadísima!- dijo acercándose a mí y mirándome de arriba abajo.
Yo estaba escuchando todo y por dentro sentía alegría de que en el fondo Carlos se preocupara por mí y de momento no hubiera mostrado ningún indicio de enfado.
-          Bueno- dijo Marta- y, por lo que me ha contado habíais quedado para hablar del asunto ¿no?
-          ¿Asunto? Yo solo he quedado con ella porque me lo ha pedido, nada mas- dijo girando la cabeza para otro lado y algo cabezota y enfadado.
En el fondo Carlos, sabía de sobra para que había quedado con él, pero se hacía el duro, no quería dar su brazo a torcer tan pronto.
-          Carlos, cuando se ha levantado no hacía más que hablarme de ti- exageró un poco para hacerle entrar en razón- si no llego a estar aquí se hubiera marchado corriendo a la hora que te llamé para quedar contigo en el velador, con el suero y todo puesto. No come, no duerme, porque no soporta todo lo que la está pasando, porque no soporta que esté perdiendo a sus amigos, y lo único que quiere es pedirte perdón y arreglar todo esto.
-          Claro y ahora me dirás que no come ni duerme solo por mi ¿no? Venga Marta que no me chupo el dedo y sé perfectamente lo que ha pasado con Marcos. ¿Qué? ¿A eso también la tengo que perdonar? ¿No crees que ha llegado demasiado lejos?- dijo con cara de enfado.

¡¿Cómo?! ¿¡Carlos sabía lo que me había pasado con Marcos!? ¡¿Pero cómo?!  ¿Quién se lo habría dicho? Estaba aun con los ojos cerrados aunque al oír eso casi los abro como platos, pero pude contenerme. Y seguí escuchando.

-          Pero, tu ¿cómo sabes lo de Marcos?- preguntó boquiabierta Marta.
-          Pues él mismo me lo contó, porque aquí no solo la niñita lo pasa mal si no que todos los demás estamos pagando por sus errores ¿sabes Marta? ¿Y encima tengo que perdonarla?- dijo Carlos muy frio y enfadado.
-          Carlos, por favor, vale ya, ¿quieres que acabe en la tumba? ¿Quieres perderla como amiga también? Porque conozco de sobra a Elena y sé que en momentos así es capaz de cometer cualquier locura, lo sé. ¿Vas a dejarla? ¿Vais a dejar que siga consumiéndose por vuestra cabezonería y vuestro enfado? Mira Carlos, yo no digo que no haya cometido errores, porque si que ha metido la pata y bien metida, pero los humanos nos equivocamos y ella llevaba una racha malísima. Se le ha juntado todo, de la noche a la mañana ha pasado de no tener nada a tenerlo todo, tenía a vosotros dos, bueno tres: Marcos, David y tú. Tres personas a las que adora y tres personas que la queréis muchísimo. Carlos, ¿sabes cuánto tiempo llevaba Elena esperando ese cariño? ¿Acaso te haces idea del tiempo que ha estado esperando que esa felicidad, que no tenía durante dos años, le llegara? Tenía que tomar decisiones y estaba entre la espada y la pared. Dime, ¿Qué hubieras echo tu Carlos? Además como bien dicen, la avaricia rompe el saco y es más o menos lo que le ha pasado a ella, teniendo en cuenta también que ni si quiera tiene el cariño de sus padres- dijo girando la cabeza hacia mí.

Madre mía, no podía creer las palabras de Marta. Verdaderamente era una gran amiga, llevaba razón en todo y me comprendía. Carlos había reaccionado y veía que realmente Marta llevaba razón. Que por muy mal que hubiera hecho las cosas tenía que perdonarme o por lo menos hablarme y no ser tan cabezota.
-          Bueno, tal vez lleves razón- dijo Carlos cabizbajo y mirando hacía la cama donde estaba de reojo.
-          De tal vez nada, la llevo Carlos. Y creo que deberías perdonarla cuando se despierte y hables con ella. Yo voy abajo a la cafetería a tomar algo, ¿si no te importa puedes quedarte con ella un momento?- le dijo Marta.
-          Si, baja tranquila, yo me quedo con ella. Perdóname Marta, por haberme comportado así de estúpido, pero es que sabes cómo soy de cabezota y me dolió muchísimo que eligiera a David antes que a mi- dijo arrepentido.
-          A mí no me tienes que perdonar nada, es con ella con la que tienes que hablar y pedirla perdón o al menos perdonarla tu a ella. Sé cómo eres Carlos, pero no puedes llegar hasta tal extremo y los amigos se perdonan ¿no crees?
Él solo asintió y se volvió para sentarse en una silla y poder estar a mi lado cerca de la cama.
Marta se marchó y Carlos aprovechó para empezar a hablarme aun sabiendo que estaba “dormida”. Me cogió la mano, me acarició la mejilla y casi en susurros decía para sí mismo:
-          Elena…- suspiraba mientras seguía rozándome la mejilla.
En ese momento decidí que ya era el mejor momento para abrir los ojos, para escucharle y verle su dulce carita. Poco a poco abría los ojos, hacía que me costase como si realmente hubiera estado dormida. Y ahí estaba él, tan guapo como siempre, con los ojos brillantes y una lágrima cayendo por su mejilla, mirándome dulcemente mientras apretaba mi mano. Se veía tan hermoso, pero verle así de triste me superaba.
-          ¿Car… Carlos?- logré decir después de abrir los ojos, haciéndome la desorientada.
-          ¡Elena!- dijo dibujándose una sonrisa en su rostro- ¿Cómo estás?
-          Yo…- dije intentando reincorporarme- Habíamos quedado a las seis, lo siento, quise ir pero…- le decía preocupada pero él me corto.
-          Shh. No pasa nada, tranquila ya he venido yo. No puedes salir de aquí aun, has sufrido una bajada de tensión y no es bueno que hagas esfuerzos.
-          Ya pero yo quería hablar contigo sobre…- y me cortó otra vez
-          Lo sé, lo sé. Y bueno, supongo que aquella noche me porté como un estúpido, no debí irme así y dejarte sola. No quise entenderlo, los celos me cegaban. Yo, lo siento Elena- dijo mientras otra vez sus ojos empezaban a ponerse vidriosos y agachaba la cabeza.
-          No, no. Perdóname tú a mi Carlos, pero no podía hacer otra cosa. Yo te tengo mucho  cariño, pero ya tomé una decisión y David siempre ha sido el chico de mi vida. No, yo no puedo hacer nada más, pero debí decírtelo de otra forma. Lo siento- dije yo también cabizbaja.
-          No tengo que perdonarte nada, aunque reconozco que me duele tu decisión. Yo solo espero que aun quieras ser mi amigo, no me gustaría perder también tu amistad. Y bueno, espero que te vaya bien con David, pero como me entere que te hace daño se las tendrá que ver conmigo- dijo con un tono protector.
-          Tranquilo, somos amigos, no quiero perderte por mi culpa. Gracias.- le dije llorando de felicidad.
-          Gracias a ti por perdonarme.

domingo, 3 de abril de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 21: Primera parte

***
Abrí los ojos y lo primero que vi fue a Marta, mi mejor amiga llorando desconsoladamente.
Estaba en una habitación blanca y vestía un pijama azul, tenía suero pinchado. Sí, definitivamente estaba en un hospital.
-          Mar…Marta ¿Qué ha pasado?- pregunté algo atontada y recién levantada de mi inconsciencia.
-          ¡¡¡Elena!!! ¡Estas viva! ¡Gracias a Dios!- dijo dándome un delicado abrazo-. Pues no sé, me llamaron del hospital diciéndome que una mujer te había encontrado inconsciente en medio de la acera y que la ambulancia te trajo para acá.
-          Yo, Marcos… - dije en susurros intentando recordar.
-          ¿Marcos? ¿Qué pasa con Marcos? ¿Estaba allí?- preguntó nerviosa.
-          Pues, recuerdo que- comencé a contarla- venía del colegio, dirección a casa ya y me encontré con Marcos. Estuvimos hablando y es que… ¡no me va perdonar nunca!- dije echándome de nuevo a llorar.
-          Ey, por favor cálmate, no llores y cuéntamelo despacio ¿Qué ha pasado que te ha dicho?
Empecé a comentarle todo lo ocurrido esa mañana después de venir del colegio. Poco a poco noté como Marta se quedaba boquiabierta ante la dureza de Marcos y como me trato.
-          Y bueno, eso, nos encontramos hoy y le he pedido perdón  pero me ha hablado muy frio y distante. Me sentía como una basura Marta. Bueno, después de eso solo recuerdo que empecé a marearme.
-          Claro, ahora me encaja todo. Pero Elena, madre mía, si es que ya te dije yo que en menudos líos te metes. No te va ser fácil conseguir su perdón. Lo sé, le conozco. Pero bueno no pasa nada, no te preocupes, que seguro que Marcos acaba entrando en razón y te perdona. Yo hablaré con él, tranquila. Pero lo que no entiendo es, porque te desmayaste de esa manera- dijo susurrando casi para sí misma.
-          Bueno, Marta- dije haciendo una pausa pues no sabía como decírselo- la verdad que llevaba varios días sin comer apenas. Incluso desde antes de la fiesta, por eso supongo que me pillé tal borrachera esa noche. Y tampoco duermo muy bien últimamente
-          ¡Elena!¡ Con la salud no se juega! ¿Qué consigues dejando de comer? ¿Qué te me mueras por la calle? ¿Solo por un estúpido problema de tios?- me decía enfadada.

Normal, me había comportado como una cría de cabezota. No quería ni dormir, ni comer, ni nada, parecía que quisiera dejar de vivir para siempre y aun esa tentación rondaba mi mente.
En esos momentos pasó el médico a revisarme.

-          ¿Qué tal estas Elena? ¿Cómo te encuentras?- me preguntó muy amable el doctor.
-          Bueno,  ahora algo mejor- mentí. Si, podía ser que físicamente estuviera bien, pero tenía una tristeza en mi interior que cambiaba mi estado de ánimo.
-          Bueno dentro de unas horas podremos darte el alta, has sufrido un desmayo, una bajada de tensión. Y por los resultados de las pruebas, puedo ver que llevas sin comer y sin dormir unos cuantos días. Elena, tienes que cuidarte, por muchos problemas que tengas no puedes dejar que tu salud pague por ellos- me aconsejó como si supiera toda la carga que tenia encima en esos momentos.
-          Muchas gracias doctor, lleva usted razón.
Marta me miraba enfadada y a la vez preocupada. Cuando el doctor se marchó, miré a Marta, me fijé en su reloj de mano y de repente vi la hora. ¡Las seis y cuarto! Había quedado con Carlos en el velador y seguro que estaba esperándome.
-          ¡Oh no! ¡Carlos!- dije sobresaltada con los ojos como platos y levantándome de la cama.
-          ¿Carlos? ¿Qué pasa con Carlos ahora Elena?- preguntó Marta agarrándome del brazo para que no se me ocurriera irme.
-          Pues que había quedado con él a las seis en el velador de siempre y estará esperándome, pensará que le dado plantón y, y…
-          ¡Ey! Nena, para el carro. Ahora lo soluciono, llamo a Carlos y le digo que estas en el hospital y que canceláis la cita para otro día, seguro que lo entiende.
-          Pero no, yo tengo que ir. Me ha costado mucho convencerle para que quedáramos y ahora no puedes cancelarla. Además ya estoy bien, déjame ir Marta, por favor- le pedí suplicante.
-          No, no, aunque te vayan a dar en unas horas el alta aun estas débil y tienes que estar en reposo. Así que como mucho puedo llamar a Carlos y si quiere que venga para acá y lo habláis aquí. ¿Vale?
-          Pero, yo… así, en pijama, en una cama - dije mirándome con cara de asco de arriba abajo.
-          Tranquila mujer que lo comprenderá, no seas tan coqueta anda- reía mientras sacaba de su bolso el móvil y marcaba el número de Marcos.
-          Está bien, lo que la jefa diga.
Marta con el teléfono pegado a la oreja hablaba con Carlos.
“¿Carlos? ...  Si, soy yo, ¿estas en el velador esperando a Elena no? .... (gritos de enfado)…  Ya, entiendo. Bueno tranquilízate, es que está en el hospital, ha tenido una  bajada de tensión y ha estado inconsciente casi cuatro horas ……(gritos de preocupación)…..  Sí, bueno ven para el hospital que ella quiere verte y así ves como se encuentra………. Vale, habitación 212, hasta ahora Carlos.
Parecía que Carlos estaba al principio enfadado lógicamente porque le había dejado plantado, pero en cuanto Marta pronunció la palabra hospital, se notaba preocupado.
No tardó mucho en llegar, unos quince minutos y entró en la habitación un poco sin aire, fatigado, como si hubiera venido corriendo.
Yo decidí hacerme la dormida aun, quería ver la reacción de Carlos y como se comportaba sin que yo estuviese.