Toda una vida luchando por alcanzar la felicidad siempre deseada, para conseguir al amor de su vida... Y tras ello, errores, traición, celos, muertes, infidelidad, venganza, caprichos... El no saber tomar buenas decisiones y no aclarar sus sentimientos, llevarán a Elena a tener un corazón caprichoso.



martes, 30 de noviembre de 2010

"Corazón caprichoso" Capitulo 12: Primera parte

*****
(David)

Dudaba que hacer, no sabía si llamarla o no. Pero de alguna manera u otra tenía que avisarla de que por fin había vuelto a su lado, por fin estaba cerca de ella de nuevo. No había dejado de pensar en aquella mujer que me había hecho tan feliz hacía dos años allí en Madrid. Aquella muchacha tan dulce, hermosa y cariñosa que con solo su sonrisa me hacía el hombre más feliz del mundo. Después de dos años separado de ella, por fin había conseguido trasladarme por el trabajo. Me había costado convencer a mi jefe para poder elegir como destino Cádiz, pero al fin lo conseguí. Fue el mejor día de mi vida cuando me dijeron que empezaría a trabajar allí a partir de ahora. Algo que siempre había deseado durante dos años.
El dejar a Elena fue un error, un gran error que cometí aquel día. Se me partía el alma verla mal. Cuando salió corriendo con lágrimas en sus ojos, sin entender por qué, sin que lograra darla ninguna explicación. Fue algo que jamás me perdonare. ¿Por qué lo hice? Tenía miedo de sufrir si ella estaba lejos, pensaba que así sería lo mejor para los dos, no quería que sufriera queriéndome sin poder vernos. Pero al final mi intento de hacer lo mejor para mi querida Elena, fue en vano. Al final, pensando que yo sería capaz de seguir con mi vida, no pude. Era demasiado. Cada momento, cada lugar, cada cosa me recordaba a ella. Me venía a la mente esa dulce mirada, esos ojos color verde esmeralda con ese brillo especial que la hacía tan hermosa. Esos besos con sabor a frambuesa que me volvían loco, aquellos abrazos. Esos paseos por nuestro parque de siempre. Cuando se cabreaba conmigo, me encantaba la carita tan linda que ponía.
En todos estos años no había tenido valor ni fuerzas para llamarla, para al menos preguntarla qué tal le iba. Si, quizás penséis que fui un cobarde. Tenía miedo. No sé por qué, pero temía volver a oír su voz y arrepentirme más aun si cabía por haberla dejado escapar. Además siempre me preguntaba lo mismo. ¿Qué la diría después de tantos años? ¿Cómo reaccionaría ella? ¿Me cogería el teléfono? Por fin había llegado la hora de averiguarlo.
Decidido cogí el móvil y busque su número. Siempre lo conservé, incluso sus cartas, sus regalos, aquellas entradas de cine, todo lo que me recordara a ella. Nunca fui capaz de tirarlo. Significaba demasiado. Primer toque, nada. Segundo toque, tampoco lo cogía. Tercer toque, seguramente no querría hablar conmigo después de dos años. Cuarto toque… y descolgó
Hubo un silencio incomodo, en el que ninguno de los dos sabíamos que decir. Al final, me dispuse a hablar yo, era lo justo.
-        Hola- dije algo tímido.
-        Ho…hola- dijo ella sorprendida, tímida y con miedo.
Al principio  no reconocí la voz después de tantos años, aunque sabía que era ella la pregunté para comprobarlo.
-        ¿Elena? ¿Eres tú?- pregunte dubitativo.
-        Sí, soy yo- dijo al fin.
Ahora sí, era ella, estaba seguro. Aquella voz. Dulce y agradable voz. Después de tanto tiempo volvía a hablar con ella. No sabía que decirle. Mi mente se había quedado en blanco por un momento. Me hubiera gustado preguntarle miles de cosas, pero fui  paciente. Primero quise saber qué tal le iba en Cádiz. No le di ningún indicio a pensar que yo estaba también en la misma ciudad. Me contesto que ella estaba bien pero lo que me sorprendió fue su pregunta seria y borde. “¿puedo saber porque me has llamado después de tantos años? Por qué no me creo que me eches de menos…” Aquello me dolió. Pero era normal. Si yo fuera ella también me lo hubiera preguntado. Me imaginaba que estaba dolida. Pero intenté ser lo más amable posible, se lo merecía.
-        Bueno…, pues yo… quería llamarte porque ayer por fin me mude de Madrid, el trabajo me impedía quedarme más tiempo allí…
-        Ya, pero y a mi ¿que más me da donde te vayas? Es tu vida, ya todo se acabó y me da igual lo que hagas con ella.
Esa respuesta me llegó al corazón. Me dejaba claro que lo había pasado mal e intentaba  poner a su orgullo por delante para mostrarse fuerte ante mí. Lo comprendía, era normal. Me había comportado como un autentico cabrón y no merecía su perdón. Cogí aire para intentar decirle que estaba en Cádiz y no en Madrid. Al escuchar aquello se sorprendió. Su voz era de alegría, mezcla de nerviosismo, temor o miedo. Un poco de todo. Seguíamos hablando, me sentía confortable escuchándola. Deseaba verla de nuevo, aunque ella no tuviera esa misma ilusión. Hablando y hablando nos dimos cuenta que vivíamos en calles paralelas. En ese momento una sonrisa dibujo mi cara. “Increíble, el destino nos ha vuelto a juntar- pensé- si al menos pudiera perdonarme… no volvería a fallarla jamás” Al final logré convencerla para quedar y vernos una vez más. Aceptó, eso era lo más importante. Quedaríamos mañana por la mañana, pues por la tarde ya tenía planes. Me preguntaba qué tipo de planes tendría. ¿Habría quedado con algún amigo? Espera, un momento. ¿Y si tenía novio? No quería destrozarle más la vida, si tenía a otra persona lo entendería y me alejaría. Era lo que menos podía hacer después de todo. Tendría que descubrirlo mañana cuando la viera. Me ofrecía  recogerla en su casa y ella me dio el número del portal y el piso. Me sentía exitoso y a la vez con una inmensa felicidad. Era el hombre más afortunado del mundo por volver a encontrarla, por volver a escuchar su voz, a sentirla… Al rato colgamos ambos, la despedí con un beso de buenas noches, beso que ella no correspondió. Pero no pasaba nada, no quería rendirme. Necesitaba que Elena me diera otra oportunidad, la ultima para no fallar de nuevo.
Así que con este pensamiento en la cabeza me fui a la cama quedándome en bóxers y con mi mente llena de recuerdos y problemas. Pero lo más importante con su imagen en mi cabeza.
-        Mañana será un gran día…Si, lo será… -dije adormilado cerrando los ojos para caer en un sueño profundo con una sonrisa dibujada en mi rostro durante toda la noche.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

"Corazón caprichoso" Capitulo 11: Segunda parte

Aquellas palabras de David me sorprendieron tanto que incluso hicieron que me emocionara. Y poco a poco las lágrimas de felicidad salían por mis ojos sonriendo de oreja a oreja. Realmente no podía creerme lo que me estaba diciendo. ¡¿Quería que volviésemos?! Estaba que no cabía en sí de gozo y lo único que hice fue acercarme a él y darle un beso largo y apasionado con el cuál enseguida entendió mi respuesta. Quería volver a sentirle, volver a tenerle cerca, y ahora sí que sería para siempre. Aquella mañana si que era feliz, ya nada me importaba, no me importaba lo que mis amigas dijesen, incluso olvidé a Marcos, aun no le había dado ninguna respuesta, pero esta tarde tendría que decidirme. Me salté la promesa de Oscar: “No vuelvas a pensar en él más, ha sido un cabrón dejándote escapar”, esas fueron sus palabras, pero ya daba igual. Y Carlos, uff, también le quería pero… estando David ahora conmigo no me hacía falta nada más. Estaba siendo un poco egoísta por mi parte, pero era lo que deseaba, lo que deseé desde el día en que me dejó, y nadie me lo iba a impedir, aunque me quedara sola. ¿Es que nadie podría comprenderme? ¿No entienden lo que es el primer amor? ¿No comprenden cuanto le amo y cuanto me cuesta odiarle? Me da igual lo que pensaran.
Al fin, después de separarnos de ese  beso tan intenso, nuestras miradas solo transmitían sentimientos, amor, arrepentimiento, perdón… Pero aquel día decidimos que estábamos dispuestos a amarnos para siempre.
Después de un largo rato tomando café y charlando de todo un poco, pago él invitándome y salimos de aquel café, el cual a partir de esa mañana, pasaría a la historia. Concretamente a mi historia.
 Quiso acompañarme a casa pues total, su casa estaba una calle detrás y solo tenía que doblar la esquina.
Antes de despedirnos me preguntó.
-        ¿Volveré a verte? No te has ido y ya te echo de menos- me dijo con un puchero.
Aquellas palabras ya las había oído antes. Claro, Carlos me las dijo antes de despedirse de mí el primer día que nos vimos. Aiss, Carlos… David… ¿Con cual me quedaría?- pensé como si ambos fueran juguetes.
-        Claro que sí, cuando menos te lo esperes, te llamaré para quedar algún que otro día, pero esta tarde ya te dije que tenía planes.
-        ¿Pues que tienes tan importante si se puede saber?- preguntó David con curiosidad.
-        Pues una fiesta de amigos y amigas que hace mucho que no nos juntamos- sonreí.
-        Pues pásatelo muy bien, disfruta y ya hablaremos. ¡Ah! y que sepas que me alegra volver a verte y que aceptes que volvamos a estar juntos. No me imagino otra vez la vida sin ti, ya he pasado los dos peores años de mi vida, no quiero alejarme de la persona que amo.
Aghhhh, ¿es que siempre tenía que decirme aquellas cosas tan bonitas que me dejaban boquiabierta? ¡Ais…, pero que mono!- pensé.
-        Yo…, no quiero que te alejes tampoco pero ya te dije que tienes que currarte mi perdón, no doy mi brazo a torcer a la primera de cambio.
-        Lo sé, te conozco, pero aun así gracias por darme una segunda oportunidad, te aseguro que no te arrepentirás de este día- me dijo convencido.
-        Como quieras. Bueno no te entretengo que tendrás que hacer cosas.
-        Pues, aparte de mirarte toda la mañana no tengo nada que hacer, me quedaría así todo el día- me dijo acercándose poco a poco a mí.
-        Anda trolero. Aunque, bueno si estas así de cerca yo sí que me quedaría- sonreí pícaramente.
Sus brazos rodearon mi cintura, mis brazos rodearon su cuello y poco a poco nuestros labios se juntaron, un beso intenso apasionado, lleno de un fuego interno que nos quemaba a ambos, nuestras lenguas se encontraban y nuestros labios se mordían. Uff si es que besaba tan bien, había olvidado lo que me gustaban aquellos besos, eran tan especiales. En general, él entero era especial, me hacía sentir a gusto conmigo misma, cuando estaba con él sentía que pertenecía a otro planeta, que éramos solo dos personas en el mundo y nadie más existía.
Era algo maravilloso, poder sentirme como una reina a su lado, me daban escalofríos cada vez que me tocaba.
Nos despedimos lentamente en el portal de mi casa y él se marcho calle arriba, pero no deje de mirarle hasta que dobló la esquina, era guapísimo, me encantaban sus andares, eran bastante graciosos.

sábado, 20 de noviembre de 2010

"Corazón caprichoso" Capitulo 11: Primera parte

Poco a poco fui enseñándole la casa y parece que le gusto a pesar de ser sencilla. Pero David era un chico que se fijaba bastante en los detalles y enseguida que vio que en la casa no había nadie a parte de Luna y yo no dudó en preguntar.
-        Por cierto, ¿Dónde está tu madre? ¿Es que trabaja?- preguntó curiosamente.
-        Pues no, no exactamente, no está porque… se fue hace tiempo…- dije agachando la cabeza.
-        ¿Qué se fue?- pero claro David no era tonto y me conocía perfectamente y cuando me veía con la cabeza agachada y triste es que algo iba mal- Espera, espera, me estás diciendo que tu madre…- pero no le deje terminar.
-        Si David, mi madre murió a los pocos meses de mudarnos aquí, tras la separación de mis padres ya sabes que tuvimos que mudarnos a Cádiz y bueno… al poco de llegar le detectaron algo tarde que tenía cáncer, no pudieron salvarla y murió…- le conté como pude, pues mis ojos se ponían llorosos.
-        Dios mío, yo… lo siento mucho, no sabía nada, debiste de pasarlo muy mal y no solo por eso si no también por mi culpa. Se te junto todo y…- me decía muy arrepentido y algo triste- me siento fatal por lo que te hice Elena, no te lo merecías y yo… yo fui un cabrón que te dejé cuando más apoyo necesitabas.
Yo seguía con los ojos llorosos y al escuchar aquellas palabras sentí la necesidad de llorar mas y mas y de abrazarle muy fuerte.
-        Yo…, yo…- pero no pude hablar más, me arranqué a llorar como una niña pequeña y le abracé lo más deprisa que pude para que no viera mis lágrimas.
-        Ya por favor no llores, que me siento fatal al verte así, no quiero que sufras más Elena, ya bastante has pasado. Espero que algún día puedas perdonarme- me susurró mientras me abrazaba.
Pero David no era de piedra y no pudo evitar que alguna que otra lágrima se resbalara por sus mejillas. Y cuando me separé de él para mirarle a los ojos vi que por sus ojos caían varias lágrimas y sentí lástima, me sentía mal verle así, realmente se notaba  que estaba arrepentido, pero no era justo que le perdonara tan fácilmente. Jamás había visto llorar a David, nunca desde el tiempo que le había conocido y aquello me conmovió, me extrañó y me dejo perpleja.
-        David, por favor, no llores tú también, no me gusta verte así. Además no te preocupes tanto por mi, lo pasado, pasado está y cada uno tenemos nuestras vidas, yo he aceptado la muerte de mi madre, y aunque me costó, acabé aceptando que tu también te fuiste de mi lado, pero no pasa nada, ya no es tiempo para arrepentirse- le dije con una sonrisa y secándole las lágrimas.
-        Pero yo… yo…, uff- dijo soltando un suspiro- está bien, llevas razón- dijo a regañadientes.
-        Venga anda vayámonos ya que al final se nos pasa la hora del café- dije sonriente.
David asintió y detrás de mí me seguía hasta la puerta. Salimos del portal y nos dirigimos al café que estaba dos calles más abajo. Por el camino apenas hablábamos, él aun se sentía fatal, iba con la cabeza cabizbaja, yo le miraba y me entristecía al verle así, así que en un momento le paré para que me mirara, le alcé la barbilla, le cogí de la mano con la mano que tenía libre y le dije seriamente:
-        Por favor David, vale ya, no estés así que se me parte el alma. Escúchame, yo estoy dispuesta a perdonarte pero tendrás que ganarte mi perdón.
-        Yo…- dijo mirándome sorprendido- Gracias Elena, eres estupenda, de verdad que te demostraré cuanto me arrepentí aquel día de dejar escapar a una chica tan maravillosa como tu- me dijo mientras por fin volvía a sonreír.
Nuestros rostros estaban muy cerca el uno del otro, sentíamos nuestras respiraciones y ambos teníamos dibujada una amplia sonrisa, por que por mucho orgullo que tuviéramos y por mucho daño que David me hubiera causado, aquellas palabras y aquella mirada me atontaban.

                                                                           
En esos momentos me dejé llevar por mi impulso, y al tener tan cerca los labios de mi querido David, no pude evitar besarlos. Un pequeño beso pero apasionado que él me devolvió de buena gana y cogiéndome de la cintura. Al poco de separarnos, me arrepentí de haberlo hecho. “¡No Elena, ya has caído en su trampa, no debiste hacerlo, no te dejes llevar!” mi conciencia me repetía eso y solo tuve palabras para pedirle perdón:
-        Yo… lo siento no debí hacer eso -dije agachando la mirada.
-        No, no lo sientas, ha sido precioso y te lo agradezco, no te imaginas cuanto te echaba de menos. Casi olvidaba lo bien que besabas- dijo con una sonrisa picara.
Volví a sonrojarme y de la mano llegamos caminando por fin al café. En el fondo me sentía exitosa, había vuelto a besar a mi amado, pero creía que no era lo correcto por qué quizás el ya no quería nada, o quizás tendría ya novia y… ¡Dios mío! Le había besado sin pararme a pensar si tenía novia.
En cuanto estuvimos sentados en una pequeña mesa y ya habíamos pedido los cafés, quise preguntarle discretamente si ya había encontrado una sustituta mejor que yo.
-        Lo siento, me acabo de dar cuenta que te he besado y tu novia como se entere me matará - dije algo tímida.
-        Jaja, no digas tonterías pequeña, yo no tengo novia todavía y no creo que jamás encuentre a alguien mejor que tu. Dejaste el listón bastante alto la verdad, y nunca conseguí olvidarte
-        Vaya… pues… yo… emm… gracias- dije roja como un tomate y sin saber que contestarle.
“Esto va mal Elena, muy mal ya empieza sus falsas palabras para embaucarte”-pensó una parte de mi. Pero no podía ser tan malo si me miraba con esos dulces ojos como si fuera un angelito  indefenso, inocente, capaz de no hacerme daño de nuevo.
-        Es verdad Elena. Y bueno… ¿tu? ¿Ya encontraste a un chico mejor que este cabrón?
No pude evitar reírme y poner un gesto de enfado.
-        No digas bobadas, pues bueno, se me han presentado ocasiones pero no son tan buenos como tú. Pero bueno, supongo que tendré que mentalizarme que lo nuestro acabó y ya no habrá nunca nada entre nosotros dos -dije algo triste.
-        Por favor Elena, no me digas eso. Si pudieras perdonarme y darme una segunda oportunidad. Yo… bueno, a mi… me encantaría volver a tenerte entre mis brazos, me encantaría continuar lo que dejamos parado durante dos años por mi culpa. Si tú quieres claro, pero bueno si hay otro lo entenderé y me alejaré de ti para no molestarte jamás. No me perdonaría que volvieras a sufrir de nuevo.

sábado, 13 de noviembre de 2010

"Corazón caprichoso" Capitulo 10: Segunda parte

-        Llevas razón, está bien, ¿te viene bien que nos veamos mañana Sábado por la tarde?- me preguntó.
-        Pues lo cierto es que por la tarde ya tengo planes, ¿te viene mejor por la mañana?
-        Ah bueno vale si, así te invito a tomar un café, ¿a las diez te parece bien?- dijo contento.
-        Si, perfecto. ¿Dónde nos vemos?
-        Pues yo… había pensado recogerte en tu casa si me lo permites claro…, es lo menos  que puedo hacer, por favor- me pidió rogante.
-        Bueno, está bien. Portal número 9, 3ºC. Te estaré esperando.
-        Muchas gracias Elena, allí estaré puntual. Me alegra haber hablado contigo, ya no recordaba tu voz tan dulce…
Aquellas palabras se me clavaron en el pecho dejándome sin respiración. Me estaba dejando llevar y no quería aunque en el fondo me resultaba agradable.
-        Bueno- dije cambiándome de tema para al fin despedirnos- mañana nos vemos tengo que dejarte, adiós.
-        Hasta mañana Elena, que descanses, un beso.
No iba a ceder, así que no le devolví el beso y colgué. Sin lugar a dudas aquel día estaba siendo el mejor, ¿o quizás la llamada de David no era una buena noticia? ¿Y qué hago? Ya le he dicho que mañana quedaría con él, pero… ¿De qué querrá hablar? ¿Realmente será buena idea? ¿Y qué hay de Carlos? ¿Y si no termino de decidirme por él y acabó rindiéndome en los brazos de David? “No Elena, tienes que ser fuerte, no puedes ser débil, o si no volverás a sufrir”- pensé.
Me estaba doliendo la cabeza de darle tantas vueltas al mismo tema, estaba reventada y ni siquiera me acordé de llamar  a Oscar, aunque aquella noche él tampoco me llamó. Seguramente hubiera salido con María a cenar y se le habría hecho tarde, pero no me importaba, lo cierto es que no tenía ganas de hablar con nadie, estaba harta ya de llamadas.
Cogí el móvil y me fui directa a la habitación con Luna en brazos, acariciándola la cabecita.
-        Hoy ha sido un día lleno de sorpresas pequeña, ¿tienes sueño?- hablaba con Luna como si me escuchara.
Ella simplemente me ladraba y podía entender su respuesta. Me puse el pijama, ni si quiera tuve ganas de quitarme el maquillaje, caí rendida en la cama con Luna a mi lado y el móvil en la mano, y aunque mis ojos estaban cerrados aun seguía recordando palabra por palabra la conversación con David. Estaba tan nerviosa. Tenía que despertarme pronto y ponerme guapa para verle, ¿y qué me pondría? Ahí llego mi dilema. Recordé su mirada por última vez, pues ni si quiera tenía fuerzas para sacar la foto del cajón, y así con su pensamiento acabé dormida.
Esa noche no dormí apenas, me levantaba cada dos por tres mirando el reloj para ver cuando llegaban las ocho de la mañana. Fue la noche más larga de mi vida, hasta que al fin sonó el despertador y me levanté rápidamente de la cama, tanto que incluso me mareaba de  la manera tan brusca en la que me levanté. Me di una ducha relajante y cuando salí, abrí el armario para que aproximadamente en una hora tuviera elegido que ponerme. Quería ir sencilla, pero a la vez quería destacar ante los ojos de David. Al final después de unos minutos me decanté por un pantalón corto, con una camiseta de tirantes rosa y unas pequeñas cuñas que me estilizaban un poco más. Recordé lo horribles que eran mis piernas cuando me miré en el espejo, pero tampoco le di importancia pues David ya me había visto desnuda y tampoco se iba a asustar, además hacía bastante calor y no quería ponerme vaqueros largos.
Desayuné muy poco, lo suficiente para no marearme cuando estuviera con David, pues con lo poco que había cenado ayer y lo poco que dormí, podía darme una bajada de tensión perfectamente. Y aunque luego fuera a tomar café con él, tomé un vaso de leche sola. No me entraba nada más, realmente estaba de los nervios, quedaba media hora para que David llegara y por lo que recordaba era bastante puntual, y eso me encantaba. 
En cuanto me acabé el vaso de leche me fui al baño directa, me cepillé bien los dientes y me maquillé lo más natural posible. Un poco de rímel, raya negra y carmín rosa fuerte. No me quedaba nada mal la verdad. Decidí alisarme la gran melena que ya tenía, me había crecido mucho el pelo desde que le vi por última vez y quería presumir de ello. Estirándola me cubría casi toda la espalda. Cogí un bolso cruzado pequeño y le preparé con el monedero y el móvil. Justo, ya eran las 10, David estaría a punto de llamar.
“Ding dong”- dicho y hecho, ya estaba ahí, le dije por el telefonillo que subiera, pues de paso ya quería enseñarle la casa, y así hacía tiempo para mirarme una vez más en el espejo.
Le abrí la puerta y allí estaba él. Tan hermoso, tan encantador como siempre, con esa mirada tan dulce que me dejaba encantada. Vestía unos pantalones vaqueros largos con un cinturón y un polo verde liso. Se pusiera lo que se pusiera me seguía pareciendo guapísimo.  Sus ojos verdes eran tan hipnotizantes. Le notaba cambiado eso sí, tras dos años había crecido mucho, estaba más fuerte y había cambiado el peinado, pero le favorecía mucho y le sentaba muy bien.
-        Hola David, me alegro de verte, pasa que voy a enseñarte el piso- le dije educadamente dándole dos besos en la mejilla.
-        Hola Elena, yo también me alegro de verte, sigues igual de preciosa como siempre- me dijo con una sonrisa mirándome de arriba abajo con una mirada tierna y cariñosa.
Yo me sonrojé pero me di media vuelta para que pasara y poder cerrar la puerta.

domingo, 7 de noviembre de 2010

"Corazón caprichoso" Capitulo 10: Primera parte

¡¿DAVID?!
 No, no podía ser, me restregué los ojos como dos veces pero era real…  Sentí como el corazón se me subía a la garganta, un síntoma de felicidad y a la vez duda recorría mi cuerpo. Miles de preguntas en cuestión de segundos.
“¿Qué hago lo cojo, no lo cojo?- pensaba rápidamente.
Al final descolgué y me quede callada sin saber que decir por unos minutos, hasta que reaccioné y comencé a hablar.
-        Hola- dijo algo tímido.
-        Ho…hola- terminé de decir.
-        ¿Elena? ¿Eres tu?- preguntó algo dubitativo.
-        Si, soy yo.

                                                                   
El hecho de oír aquella voz me daba alegría, ya no me importaba nada, estaba histérica, con mil preguntas en la cabeza. ¿Por qué había accedido a llamarme? ¿Es que me echaba de menos? ¿Es que aun me quería y era cierto que seguía pensando en mí? Su voz era tan sonora, como si de una melodía se tratase. Me quedaba en las nubes escuchándole y no sabía que decir.
-        ¿Qué tal te va todo en Cádiz?- preguntó.
-        Pues muy bien, trabajando y eso.  Pero… ¿puedo saber porque me has llamado después de tantos años? Por qué no me creo que me eches de menos- le dije intentando aparentar desprecio y odio hacia él para no rebajarme.
-        Bueno…, pues yo… quería llamarte porque ayer por fin me mude de Madrid, el trabajo me impedía quedarme más tiempo allí…
-        Ya, pero y a mi ¿que más me da donde te vayas? Es tu vida, ya todo se acabó y me da igual lo que hagas con ella.
-        Por favor Elena, déjame terminar. Te acabo de decir que por fin me he mudado, pero lo que no sabes es que estoy más cerca de ti de lo que imaginas… Me destinaron a Cádiz…- dijo tímidamente.
No podía creerme lo que acababa de decir. ¡David estaba aquí!  Por dentro saltaba de alegría y no pude esconder la felicidad que aquellas palabras me causaron. ¿Donde viviría?
-        ¿¡Cómo!?  No puede ser… ¿pero ya estas aquí? Y… ¿Dónde vives?- preguntaba tan deprisa que apenas me entendía…
-        Pensé que no te alegrarías de que estuviera tan cerca de ti después de tantos años…
-        Bueno… yo…, simplemente lo pregunto por curiosidad- mentí.
-        No te hagas la fuerte Elena, no hace falta, sé cómo te sientes por dentro, pero no me importa… Vivo en la calle de José Joaquín de Mora, ¿sabes donde esta?- preguntó impaciente.
-        ¿¡DE VERAS!? No puede ser… esto no puede estar pasando- susurré como hablando para mi misma, pero claro me escuchó.
-        ¿Qué pasa Elena, que tiene de malo? Por favor habla que me dejas intrigante.
-        Pues que tu calle es paralela a la mía, yo vivo en la calle de detrás. Calle Alfonso Aramburu, ¿te suena?
-        ¿Lo dices en serio? Bueno, no es que me suene pero sé más o menos a cual te refieres, pero… entonces… ¡¿Estamos al lado?!  
-        Pues, por suerte o por desgracia, me temo que si…- dije entristecida pero a la vez alegre…
Mi cuerpo gritaba por dentro ir a verle en ese mismo instante, aunque fuera de noche, me daba igual; pero tenía que pensar con la cabeza y mi mente me decía que no se lo merecía, que mi destino era Carlos y no volver con alguien que me destrozó la vida como David. Pero es que…, el hecho de pensar que podría volver a verle, volver a tener en mis brazos a la primera persona que amé tanto, a la primera persona que me entregué en cuerpo y alma… Era algo fantástico…
-        Vaya… parece que no tengas ganas de verme… Bueno en parte lo comprendo, me porté muy mal contigo y entiendo que me odies…, pero me gustaría si tú quieres, poder verte algún día y hablar como amigos…- me dijo con una voz que era imposible negarse…
-        Yo…, no sé… - pensé que tampoco pasaría nada si solo quedaba con él para hablar, quizás quería disculparse- bueno, está bien, quedaremos como amigos, cuando puedas.
-        Gracias Elena,  es lo único que podía pedirte después de todo. Intentaré compensarte, no te imaginas lo que me arrepiento…- dijo algo triste.
-        Bueno… lo pasado pasado está, no hablemos de eso ahora ya tendremos tiempo…

martes, 2 de noviembre de 2010

"Corazón caprichoso" Capitulo 9: Segunda parte

No quería que le prometiera eso. Lo entendía. Una vez alguien se lo prometió y nunca lo cumplió. Ahora se sentía mal. Creía que yo podría dejarla también, que al principio todo podía ser magnifico pero luego… ¡zas! me esfumaría como el humo. Lo sentía en sus ojos, tenía miedo. Sus ojos empezaban a poderse vidriosos, humedecidos. Estaba a punto de derramar otra lágrima. Y todo por culpa del pasado, ahora no se fiaba, el miedo a sufrir se apoderaba de ella. Me sentía fatal. Si pudiera ayudarla… ¿Pero como? Estaba dispuesto a hacer lo que fuera por ella y se lo demostraría. De repente sentí como de nuevo me abrazaba para ocultar su rostro. Le acaricie la espalda, le daba pequeños besos en la cabeza para que pudiera calmarse. La tranquilizaba con palabras y notaba como sonreía. Se separó de mí poco a poco para darme las gracias. Pero que linda era incluso con su rostro empapado de lágrimas. Aunque me dolía verla así. Intenté limpiarle la última lágrima que recorría su mejilla. Y poco después sus labios se acercaban de nuevo. Ella era la que instintivamente deseaba besarme de nuevo. Un beso casto y corto pero lleno de sentimiento, timidez, pasión.
Después de separarnos ella me preguntó por Marta, le parecía raro que aun siguiese en el baño y la pobre no se imaginaba nada de nuestro plan. Poco a poco se lo expliqué, le expliqué que ya lo teníamos todo planeado y Marta estaba ya en casa con Iván. Al principio parecía que le molestó que Marta no estuviera allí y nos hubiera dejado solos aposta.  Pero después la dije que a mi no me importaba pues así podía estar mas rato a solas con ella. Entonces fue cuando reaccionó y me dio la razón. Aquel plan era perfecto.
Decidimos que era tarde pero no sabía como irse a casa ahora que no estaba Marta, pues no le gustaba irse sola. Quería acompañarla, por ella haría mucho más, después de todo era lo menos que podía hacer y así aprovechaba unos minutos más con ella. Así que le dije que la acompañaba. Ella no se negó porque le daba miedo irse sola cuando estaba anocheciendo. Pagamos y nos fuimos de allí dirección a su casa. El camino fue fantástico, el tenerla agarrada de la mano me transmitía seguridad. Estaba empezando a sentir algo muy fuerte por aquella dulce muchacha. Su risa me enamoraba, aquella risa natural, hipnotizante. Nuestras miradas lo decían todo. Llegamos en pocos minutos a su casa y la despedida fue lo más duro pero pronto  nos volveríamos a ver. La besaba sin miedo, con pasión, sentía su respiración junto a la mía, su aliento en mis labios. Nos costaba resistir que nuestros labios se juntaran para jugar y saborear aquellos dulces besos. La alegría llegó cuando me dijo que fuera a la fiesta de mañana que Marta había organizado con todos nuestros amigos. Al menos podría estar con ella. Así que me ofrecí a recogerla a las ocho en su casa como todo un caballero que recoge a su dama, como el príncipe que recoge a su princesa y cuando la dama abre la puerta aparece con un gran vestido elegante, hermosa, sin palabras. ¿Sería así como me quedaría mañana? ¿Sin palabras? Aunque pensándolo bien ya me había dejado mudo aquella tarde con su hermosura. Quedamos para mañana, nos despedimos con un fuerte beso y me fui de allí dejándola en la puerta, con esa dulce mirada observándome. Definitivamente mañana disfrutaría una noche a su lado, será fantástico. Estoy seguro.
                                  ……………………………………………………………………
Me puse a cenar junto con Luna que también estaba hambrienta. Me acordé de Marta y miré el teléfono fijo para ver si tenía algún mensaje en el contestador.
Pulsé el botón y así era tenía un mensaje de Marta, me lo imaginaba.
“Elena, bueno como has podido comprobar, no me he ido al baño si no a mi casa, jeje espero que lo hayas pasado muy bien con Carlos, se os veía tan enamorados… - decía sin parar de reírse- Y bueno, me supongo que si todo ha salido bien le habrás invitado a la fiesta mañana, espero que me llames cuando estés en casa y me lo cuentes todo con pelos y señales ya sabes cómo soy yo para los detalles. Espero tu llamada un beso te quiero guapa”
No pude evitar sonreír tras el mensaje de Marta, lo tenía todo preparado y yo andaba como tonta, pero le daba las gracias pues gracias a ella aquella tarde había sido redonda. Decidí llamarla en cuanto terminé de cenar. Le conté todos los detalles como bien me había pedido, estaba nerviosísima y saltando de la felicidad, se alegraba por mí y mucho pues era lo que estaba deseando desde un principio y parecía que yo por fin volvía a sonreír un poco. Mañana le contaría mejor y más despacio y podría verme. Le conté también que Carlos vendría a recogerme así que no se preocupara por mí.
-        Vaya vaya con Carlos, pues si que ha salido bien la cosa según me cuentas ¿no?- preguntó Marta riéndose.
-        Pues la verdad que si y espero que todo salga bien, estoy deseando que llegue mañana. Aghh pero no se que ponerme… quiero que me vea guapa y….- dije pero Marta enseguida me corto.
-        Ey ey quieta, para el carro nena. Tu estas guapísima con cualquier cosa, además a Carlos ya le tienes enamorado te pongas lo que te pongas, métetelo en la cabeza.
-        Vale vale no me regañes mami- dije como una niña pequeña.
Tras varios comentarios graciosos me despedí de mi amiga y colgué el teléfono.
Esperaba la llamada de Oscar también dentro de poco asique fui directa a sentarme en el sofá y ver la tele. Pero antes de que pudiera sentarme sonó el móvil. Pensé que sería Oscar que, por alguna razón, no podía haberme llamado al fijo. Pero cuando miré la pantalla mi corazón dio un gran vuelco. ¡No podía creerme lo que estaba viendo!