Toda una vida luchando por alcanzar la felicidad siempre deseada, para conseguir al amor de su vida... Y tras ello, errores, traición, celos, muertes, infidelidad, venganza, caprichos... El no saber tomar buenas decisiones y no aclarar sus sentimientos, llevarán a Elena a tener un corazón caprichoso.



sábado, 29 de enero de 2011

"Corazón Caprichoso" Capitulo 16: Segunda parte

En ese momento entro Marta, que tenía una cara de arrepentimiento y preocupación. Oscar salió por la puerta mirándome y guiñándome un ojo con una sonrisa. Yo se la devolví.
Marta se acercó lentamente a mi cabizbaja y yo le hice una señal para que se sentara a mi lado en la cama. Ella jugueteaba con sus dedos, y yo esperaba a que ella empezara a hablar.
Después de un silencio rotundo habló.
-        Elena, yo…- empezó a decir pausadamente- quería pedirte perdón por mi comportamiento. Lo siento, me he dado cuenta de que he sido demasiado dura contigo y he dicho cosas que no son verdad.
Yo sonreía, por fin mi amiga había recapacitado, la miré a los ojos girándole la cara.
-        Marta, debo reconocer que eso que me has dicho me ha dolido bastante, ¿tú sabes lo que te necesito en este momento? Tengo mil dudas rondándome, aun no se qué hacer, aun no sé si hago bien o hago mal, solo quiero que me des un consejo una opinión. Y cuando me has dicho eso de: “A mí no me vengas llorando porque no pienso ayudarte”- le recordé con su voz- Marta, ponte por un momento en mi lugar, imagina que tu eres yo, que tienes que elegir entre tres personas que te hacen enormemente feliz, pero que solo hay una, una que te lo dio todo un día, tu primer amor. Y que por tu decisión, pierdas a una de esas tres personas o incluso a todas, pierdas también a tu mejor amiga, cuando lo único que querías era ir contándoselo a toda velocidad y que te ayudara y lo único que te dice es que no vuelvas a hablarle por así decirlo ¿Dime? ¿Te gustaría?- la pregunté con calma.
-        Uff- suspiró- visto así… Pero entiéndeme, no quiero que te pase nada malo, al igual que Oscar tampoco lo quiere, eres nuestra mejor amiga, como nuestra hermana y no queremos que vuelvas a pasar por una ruptura como la que pasaste y menos con el mismo, eso te destrozaría la vida Elena.
-        Lo sé Marta, y no sabes cuánto te agradezco que te preocupes por mí, pero voy con cuidado, sé lo que hago. Además, David ha cambiado, si supieras todo lo que me ha dicho esta mañana. Ni si quiera he podido contártelo y ya me has juzgado por mi decisión- le dije.
-        Bueno, llevas razón. Perdóname- dijo arrepentida y cabizbaja.
-        No hay nada que perdonar, pero prométeme que no volverás a decirme algo así por favor.
-        Te lo prometo, de verdad, te lo prometo, ¡te lo prometo Elena!- me dijo ilusionada y dándome un gran abrazo- Bueno pues cuéntame desde el principio Elena y con detalles no lo olvides, ¿a qué esperas?- me preguntó con una sonrisa.
-        Pues esperaba a que dejaras de achucharme- reí a carcajada limpia.
Ella puso cara de enfado fingido y yo comencé a contarle todo.
Una vez hube terminado noté como Marta estaba boquiabierta. No podía creerse las palabras que me había dicho, no podía creerse que viviéramos en calles paralelas. Ni si quiera que David hubiera venido a Cádiz por elección, porque en el trabajo le daban a elegir entre dos ciudades y decidió venirse aquí por mí.
-        Vaya, yo… no sé qué decir. No parece que vaya con malas intenciones ¿no?- me preguntó Marta.
-        Pues eso es lo que quería decirte, que yo creo que tampoco y si le vieras la carita que me ponía. Pero es que lo peor, es que no paraba de llorar arrepentido y te vuelvo a repetir que en el tiempo que estuve con David, que fue mucho, nunca, repito, nunca jamás había llorado ni si quiera por cosas más fuertes como la muerte de su abuela. No le salían las lágrimas, se hacía el fuerte y ahora… ¿Tú sabes lo que sentí cuando le vi así?- suspiré- Se me partía el corazón en dos pedazos.
-        Si, eso sí que es increíble- rió Marta.
-        Además, le he comentado a Oscar lo que había pensado para que comprobéis por vosotros mismos que David no va con mala intención y que ha cambiado. Quedaremos un día todos: Oscar, David, tu y yo. ¿Qué te parece? Bueno también podrán venir María e Iván. Y así luego me aconsejáis lo que queráis y lo juzgareis como queráis
-        ¡Vaya! Pues no es mala idea. No lo había pensado. Está bien yo me apunto. Gracias por perdonarme Elena y por tener tanta paciencia conmigo- me dijo muy bajito Marta.
-        No, gracias a ti por escucharme y ayudarme a aclararme.
Así terminaba poco a poco la conversación con Marta. Al final parece que todo se arregló, aunque de Carlos no sabía nada. Se había largado sin más y aquel portazo en la puerta me dolió muchísimo, no me escucharía aunque intentase hablar con él. Así que le pedí a Marta que le hiciera entrar en razón o que al menos le convenciera para que me escuchara. Ella aceptó mi petición sin problema y así lo haría días más tarde. Me levanté de la cama y saqué del bolso las manoletinas blancas, pero no me acordé de coger los tacones y se quedaron allí al pie de la cama. Me limpié la cara para quitar los restos de rimel corrido. Me metí en el baño y Marta me prestó el rimel y la raya negra para retocar de nuevo mi maquillaje y que se notara lo menos posible mis ojos enrojecidos.
Salí de la habitación, en el pasillo nos esperaba Oscar que al vernos sonrientes y felices nos dio un abrazo muy cariñoso a las dos susurrando: “Aiss, mis dos pequeñas”
Iván también estaba allí con cara de preocupación y al vernos se calmó un poco, primero me dio un abrazo y me susurró: “Me alegro que lo hayáis arreglado, no soportaría veros enfadadas” y después se dirigió a su amada y la besó apasionadamente susurrándola “Te quiero pequeña”
Fuimos al salón y al primero que vi fue a Marcos que estaba de pie inquieto dando vueltas de allá para acá.
-        ¡Elena! ¿Cómo estás? Me tenías muy preocupado- me dijo suavemente y rozando mi mejilla.
-        Estoy bien muchas gracias Marcos, ya se ha arreglado todo.
-        Bueno, me alegro mucho, yo solo quiero decirte que sepas lo que haces, que tengas cuidado y que aquí me tienes para lo que necesites, que te apoyaré siempre como un gran amigo ¿vale?
-        Gracias Marcos- le dije sonriente para después darle un gran abrazo.

Pero lo que Elena no sabía es que esas palabras de Marcos, en un futuro, serían incumplidas.

jueves, 20 de enero de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 16: Primera parte

(Carlos)
Aun no podía creerme lo que me había dicho. No reconocía a mi adorable Elena. Tenía unas ganas increíbles de pegar a aquel cabrón, a ese tal David, que me había arrebatado a mi chica ideal, a la persona que más quería.
-        A ver porque cojones ha tenido que venir ahora ese gilipollas a arruinarme la vida y a separarme de Elena, se va enterar, ese se entera de quién soy yo- dijo rabioso para sí mismo.
Salí de aquella casa después de contarles a todos mi conversación con Elena. Enrabietado, impotente, furioso. No entendía nada. No entraba en razones. Aun no me creía lo que estaba pasando.
 No pensaba en ese momento lo que hacía, me dejaba llevar por la ira, los celos, la rabia, y al fin y al cabo, eso no estaba bien. Así que cuando me calmé en casa, decidí acostarme y pensar en lo ocurrido. Decidí que jamás iba a hacer nada que pudiera dañarla, jamás me entrometería entre los dos. Lo único que deseaba después de todo es que fuera feliz. Y así fue como caí rendido en la cama. Aun con la ropa puesta y las lágrimas cayendo por mis mejillas. Dicen que los hombres nunca lloran pero tenía sentimientos y de impotencia y rabia las lágrimas me salían solas. “Tranquilo Carlos. No merece la pena. Juro que jamás me entrometeré en su vida. Lo juro.”
 Pero lo que no sabía Carlos es que el juramento que aquella misma noche sobre la almohada se había jurado a si mismo, no podría cumplirlo en un futuro.
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Mientras tanto la fiesta continuaba, los invitados bailaban comían, bebían y disfrutaban, nadie se percató de mi ausencia excepto Marta, Iván, Oscar y Marcos que eran los que más me apoyaban aunque ahora Marta estaba enfadada conmigo y Marcos… De Marcos no sabía su actitud en ese mismo instante.

Oscar


María también se enteró de lo ocurrido por su amado Oscar pero quiso dejarle a él que hablara conmigo.

María
   

Oscar habló con Marta y la convenció para que después de él, ella pasara a pedirme disculpas.
Él se dirigió a la habitación de Marta, donde yo seguía tirada en la cama acurrucada, con la cabeza escondida entre mis piernas y sin parar de llorar.
“TOC TOC”
-        Elena, soy Oscar, por favor ábreme y hablemos tranquilamente.
-        No, no. No quiero perderte a ti también, no quiero que tu también te enfades conmigo- le dije gritando y llorando.
-        Por favor Elena, ábreme, te prometo que no me perderás, sé lo mal que lo estas pasando.
Al final me decidí y le abrí, no creía que Oscar fuera con mala intención. En cuanto le vi entrar por la puerta me abracé a él muy fuerte, no quería que se fuera. Mientras me cogía por detrás de la cintura como si fuera una muñeca indefensa. La verdad que aquellas muestras de cariño de Oscar, las agradecía, pues me sentía débil y lo único que todo el mundo hacía era echarse encima de mí. Lo sé. Sé que lo merecía por mi actitud y mi egoísmo, pero en esos momentos era lo que más me derrumbaba. Oscar era el único que lograba comprenderme o al menos respetaba mi decisión, a pesar de que le doliera, a pesar de que odiara a David con todas sus fuerzas. Pero Oscar era de aquellas personas que pensaban que hasta que no ves tú la realidad y no te chocas contra la pared, no aprendes, no te das cuenta de que los demás llevaban razón. Así que eso hizo él, me dejo con mi decisión libre, si iba bien con David, pues genial, pero si iba mal, así aprendería a no volver a cometer el mismo error. Aquella hipótesis me gustaba.
-        Elena, ya me he enterado de todo, de que David está aquí, de que has quedado con él esta mañana, de lo de Carlos y…- pero comencé a hablar con sollozos.
-        Yo… Yo no quería Oscar, pero sigo amando a David, fue mi primer amor, no puedo. Y saber que está aquí y que me ha prometido no hacerme daño nunca más, que me ha pedido que le dé una segunda oportunidad para hacerme feliz ¿Tu qué harías en mi lugar?- le pregunté con los ojos vidriosos.
-        Bueno, yo…- Oscar entró en razón, se puso por un momento en mi lugar e imagino que la misma situación le pasaba a él con su primera amada y otra chica que hubiera aparecido hace menos de dos días- llevas razón Elena, creo que yo haría lo mismo. Pero por favor, escúchame, yo tan solo puedo decirte, que tengas mucho cuidado, que te asegures que David no te miente y te será fiel, que no te dejes llevar tan fácilmente aunque cueste. Sabes que no quiero que te hagan daño Elena, otra vez no. Eres mi “hermanita” y si te hiciera algo más ese cabrón yo…- hizo una pausa pensando- le partiría la cara, te lo juro.
-        Oscar, gracias por entenderme. Tranquilo seguiré tus consejos, pero te puedo asegurar que conozco a David y según sus palabras, no quiere hacerme daño. Quiere intentarlo y que sea para siempre. Mira, haremos una cosa, un día quedaremos Marta, Iván, María, David, tú y yo. Así veréis como es él y sacareis vuestras conclusiones- le dije alegremente algo más calmada ya.
-        Es buena idea, espero que así sea, tú me avisas. Anda dame un abrazo pequeña- me dijo abriéndome sus brazos- y no llores más tonta.
Yo le abracé con fuerza, transmitiéndole en el abrazo el agradecimiento por aquella conversación. Oscar se había comportado fenomenal conmigo, se notaba que sabía cómo tratar a las mujeres, o al menos a mí.
-        Por cierto, creo que alguien quiere pedirte perdón- dijo levantándose de la cama y dirigiéndose hacia la puerta.

miércoles, 12 de enero de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 15: Segunda parte

 (Elena)
Parece ser que todo el salón escuchó “a medias” la conversación que tuve con Marta y me vieron salir corriendo llorando. Sobre todo Carlos, Oscar e Iván, se veían muy preocupados. Carlos estaba desesperado, no aguantaba más verme así. Marcos mientras tanto hablaba con Marta sobre las palabras que acababa de soltar por su boca.
-        ¿No crees que te has pasado bastante Marta? Estoy seguro que lo está pasando fatal, está entre la espada y la pared, tiene que elegir entre Carlos y David, el amor de su vida, su primer amor. A mi también me da mucha rabia, porque conociendo a Elena dejará a Carlos por David. Pero aun así, has sido muy dura con ella. A la única verdadera amiga que tiene es a ti, y encima le dices que no quieres saber nada de ella si algo malo le ocurre, ¿¡Te has parado a pensar un momento si a ti te pasara eso?!
-        Pero es que no puede irse con David, sería el mayor error que cometería, y yo solo quiero lo mejor para ella, es como mi hermana Marcos y no quiero que sufra otra vez.
-        Pues si de verdad no quieres que sufra deberías arreglarlo y hablar con ella.
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Mientras tanto Carlos, cuando me vio salir corriendo hacía la habitación de Marta vino detrás de mí como una bala, con una cara de preocupación increíble. Se notaba que se desvivía por mí y no se merecía que le hiciera eso. Cerré la puerta de un portazo y al minuto llamó él:
-        Elena, soy Carlos, por favor ábreme, solo quiero que me cuentes que ha pasado.
Yo no contestaba, estaba demasiado ocupada llorando sin parar, pataleando con una rabia que me comía por dentro, con mil dudas rondando por mi cabeza.
-        Por favor Elena, insisto ábreme, no te haré nada.
Al final, me levanté despacio y le abrí la puerta sin ni si quiera mirarle a la cara, me sentía muy avergonzada y no paraba de llorar, tenía que tener los ojos hinchados, rojos y negros pues me habría quitado el rímel de tanto restregármelos.
Me senté en la cama limpiándome las lágrimas y él se sentó a mi lado, cogiéndome la mano.
-        Cuéntame, ¿Qué ha pasado con Marta y Marcos? ¿Por qué lloras? Sabes que no puedo verte así, me tienes preocupado Elena- me decía intentando mirarme a la cara.
-        Estoy hecha un lio Carlos, no puedo más- le dije como pude aun sollozando.
-        Pero que es lo que sucede, ¿por qué se ha puesto así Marta?- me pregunto dulcemente y con una mirada tan profunda que me entraban unas ganas apasionadas de besarle.
-        Pues, verás Carlos, es que… anoche,- decía aun sollozando- cuando me dejaste en casa y terminé de cenar, me llamo alguien al móvil. David. Me llamó para decirme que se mudaba a Cádiz y quería volver a verme y…
-        Espera, espera David, es tu ex ¿no? ¿Y me dices que está aquí en Cádiz?- me preguntó, aunque sabía la respuesta perfectamente.
-        Pues si, y bueno hay más. Esta mañana quedamos para hablar y tomar un café y…
-        No sigas por favor, ya me puedo imaginar el resto- Carlos tenía una cara de enfado que no podía con ella.- Elena, se supone que estábamos juntos, o que al menos me dejaste esperanzas de poder empezar algo fantástico a tu lado. Y ahora, ¿ahora qué? Ahora que ha llegado David, ya no puedo hacer nada ¿verdad?- me dijo triste y mirándome con rabia, con los puños cerrados.
Me dolía tanto ver así a Carlos, pero no podía hacer otra cosa. Me preguntaba cómo podía imaginarse que me habría dicho David aquella mañana, si aun no le había contado nada. ¿Tan transparente era que todo el mundo sabía lo que me pasaba solo con mirarme? Pues lo odiaba. No sabía ni que contestarle a Carlos, sus ojos estaban vidriosos, los míos aun estaban empapados de lágrimas.
-        Carlos. Yo te quiero pero… mi corazón es el que decide. Y decide que quiere volver con mi primer amor, porque por mucho que haya sufrido sé que no viene con intención de hacerme daño.
-        Ah muy bien, entonces es verdad, que me vas a dejar por ese cabrón ¿no?- me preguntó con los ojos llenos de lágrimas y dolor.
-        Carlos, por favor, perdóname, pero tu y yo… podemos ser amigos.  Yo te quiero mucho, eres una persona muy especial en mi vida, y no podré olvidarte jamás, y no quiero que me odies por esto, por favor- le supliqué con lágrimas en los ojos.
-        ¡Encima! No sé, yo no sé si aguantaré verte con él, no sé si aguantaré que tu y yo solo seamos amigos, no puedo Elena. Estaba tan feliz a tu lado. Me había hecho tantas ilusiones. Jamás podré olvidarme de ti yo tampoco, ni si quiera podré dejar de quererte. Pero tú has decidido que yo no forme parte de tu vida, tú has conseguido que me aleje de ti. Tranquila, no me volverás a ver, te lo prometo, dejaré que seas feliz y no me entrometeré nunca- me dijo enfadado y levantándose de la cama.
-        Carlos, espera por favor- le supliqué cogiéndole del brazo y levantándome yo también- no me dejes así. Necesito tu ayuda, necesito tu amistad. Por favor, no seré feliz sabiendo que me odiaras, que no me dirigirás la palabra.
-        Estate tranquila, que seguro que el tal David ese te hará más feliz que yo, y con él no necesitaras a nadie- me dijo con una mirada que mataba. Me soltó la mano que le sujetaba y se fue de la habitación dando un portazo a la puerta.
Yo no podía más, estallaba de dolor. Carlos me odiaba, nunca más me hablaría, lo estaba perdiendo todo poco a poco. Marta se había enfadado conmigo, mi mejor amiga, la única a la que podía recurrir. Carlos, la persona con la que me sentía tan a gusto y que quería tanto hasta entonces me había fallado. Si es que realmente me sentía estúpida. ¿Pero que había hecho? “En dos minutos lo has liado todo Elena”- pensé. Lloraba y lloraba con más fuerza, impotencia, rabia, dolor, duda, amor… Todo eso recorría mi cuerpo en aquel momento. Sentía que lo perdía todo en ese mismo instante y todo por culpa de David. David ¡maldito nombre! Pero yo le quería, mi corazón me lo gritaba una y otra vez, y sentía unas ganas deseosas de estar con él. Mi conciencia me repetía “¿Qué eliges Elena, tus amigos y Carlos o David?”- Suspiraba- Una pregunta verdaderamente difícil, algo muy duro de decidir. Pero por muy duro que fuera no podía hacer nada, me veía atada por pasión y amor a elegir a David.
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Carlos salió eufórico de la habitación, la cerró de un golpe y se dirigió a paso agigantado a la puerta de salida. Pero Marta, Oscar e Iván le vieron, le cogieron y le preguntaron qué había pasado. Notaron que Carlos llevaba los ojos hinchados de haber llorado. Cuando les contó nuestra conversación ellos no podían creerlo. Marta estaba enrabietada, ahora no tanto pues la conversación que había tenido con Marcos minutos antes le había hecho reaccionar. Iván. Iván no sabía ni que decir, sentía lástima por mí, veía mal a su novia y solo podía abrazarla y cogerla por la cintura.
Oscar no podía dar crédito a todo lo que oía. No se podía creer que aquel chico que tanto daño le había causado a su amiga, a su pequeña Elena, estuviera de nuevo allí dispuesto a volver con ella. Sentía pánico, temía que volviera a hacerla daño. Pero en ese momento quiso entrar en la habitación y darla ánimos ya que, por muy mal que le pareciera lo que Elena había decidido, era su amiga y su decisión. Después de contarles todo a los dos, Carlos se marchó por la puerta indignado sin ni siquiera despedirse de nadie y con lágrimas recorriendo sus mejillas.

viernes, 7 de enero de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 15: Primera parte

Marcos me miró algo aliviado, aunque claramente triste por mi respuesta, me cogió de la barbilla y me dijo con una sonrisa muy dulcemente:
-        Gracias Elena, no quería perderte, no me importa si no podemos ser algo más, solo deseaba  que pudiéramos volver a ser amigos de nuevo como antes. Por lo demás, espero que seas muy feliz y que alguien que realmente te merezca y te quiera este contigo siempre- me dijo mirando de reojo a Carlos y señalándolo con la vista.
-        ¿Carlos?- dije riéndome-  Bueno, él y yo…Yo le quiero pero… hay un problema Marcos- le dije preocupada y entrecortada, pues no sabía como decírselo.
-        ¿Qué pasa? ¿Es que te ha hecho algo?- preguntó preocupado.
-        No, no es eso. Es que… bueno, yo…  sigo queriendo mas a otra persona- le dije avergonzada.
-        ¿Quién? ¿El David ese?- me preguntó algo enfadado.- Venga ya Elena, no me lo puedo creer, después de todo lo que te ha hecho ese desgraciado. Además, el sigue en Madrid, no puedes hacer nada.
-        No Marcos,  él ha vuelto. Esta aquí, le tenían que cambiar de ciudad por trabajo y se mudó aquí para estar conmigo. Vive en la calle paralela a la mía. Y Bueno yo… esta mañana quedamos para tomar café y me dijo que…- pero no pude seguir.
-        Espera, no me lo puedo creer, ¿¡David esta aquí!?
 Marcos gritó tan fuerte que pudieron enterarse casi todos, pero Marta que era la que más cerca estaba fue la única que escuchó con precisión aquellas palabras y se acercó a mi interrumpiendo la conversación que tenía con Marcos.
-        ¡¿Cómo has dicho?! Elena, ¿es eso cierto? ¿David esta aquí?- me preguntó seriamente Marta.
-        Pues... me temo que sí Marta- le dije avergonzada con la cabeza cabizbaja.
Marcos seguía furioso, con los puños cerrados. Marta boquiabierta, no podía creerse que “aquel imbécil” como ella lo llamaba, hubiera llegado en el momento en que yo estaba empezando  a enamorarme de Carlos.
-        Maldito cabrón, tiene que llegar y estropearlo todo, todo. Se va enterar- decía Marta furiosa
-        Por favor Marta, Marcos calmaros. No pasa nada ya hablé con él esta mañana en el café y….
-        ¿¡Qué?! ¡No me lo puedo creer! ¿Me estás diciendo que has quedado con él ya? ¿No te puedo dejar ni un momento sola o que pasa? Te dije que le olvidaras Elena, que lo único que David te había hecho era sufrir y no me hiciste caso, ¿en qué idioma hablo? Ahora caerás en sus redes y ya no habrá vuelta atrás. Y te aseguro una cosa. Como vuelva a hacerte daño, a mi no me vengas llorando porque no pienso ayudarte.
Aquellas palabras de Marta me dolieron como puñales que se clavaban poco a poco en el pecho. No podía más, ella estaba siendo muy dura conmigo. A lo mejor llevaba razón, pero mi amiga no entendía lo mucho que le quería. Además ni si quiera sabía que él había cambiado, que había venido con intención de amarme para siempre y que nadie ni nada nos separase. Marcos también estaba boquiabierto por las palabras tan duras de Marta y él también pensaba que se había pasado. Podía verlo en sus ojos.
-        Yo… yo…- pero no pude más, acabé llorando y salí corriendo de entre los dos, del salón.
 Me fui directa a la habitación de Marta, cerré la puerta de un portazo y me tumbé en la cama sin parar de llorar y patalear. Los tacones volaron hasta caer en el suelo. Ya no aguantaba más con ellos y de la rabia que tenía los tiré por ahí. Dejé el bolso en la cama que aun lo llevaba en la mano.


 (Marcos)
Seguía pensando en Elena. No podía quitármela de la cabeza. Ni si quiera en esos momentos, ni si quiera en la fiesta de una de mis amigas. Quería olvidarme de todo y poder disfrutar pero algo en el corazón me impedía hacerlo. Estaba allí, sentado en el sofá con mi cubata en la mano pero sin ganas de nada. Gente y más gente bailaba y hablaba tras la música. Risas, bailes, alcohol, música. Lo típico de una fiesta de amigos que en esos momentos no quería disfrutar. Entonces apareció una chica hermosa. Cuando la miré a los ojos sonreí por dentro de volver a verla. Era Elena, mi dulce Elena. Estaba hermosa. Vestía un vestido rosa. Llevaba su pelo totalmente estirado. Llevaba sus ojos pintados y sus labios tenían un aspecto más carnosos. Estaba irreconocible. Era imposible no quererla.
Se sentó a mi lado. Sentía que el corazón se me salía del pecho. Yo seguía cabizbajo. No tenía valor para mirarla directamente a los ojos. Empezó a hablarme. Pude contemplar como notó mis ojos hinchados con mis apreciables ojeras. Me preguntó como estaba. Mentí. No estaba bien ni mucho menos. No paraba de pensar en ella. Pero no quería decírselo. Solo le recordé que en toda la semana no había recibido ni una llamada suya contestándome a mi declaración del otro día. A los pocos minutos me arrepentí de habérselo dicho. Me sentía avergonzado conmigo mismo. Al fin me confesó su respuesta. Aunque sabía cual sería, mi corazón dio un gran vuelco. Sentí una punzada en el estómago y otra más grande en el corazón que me aprisionaba la garganta y no me dejaba articular palabra durante unos segundos. Por otro lado, me sentía aliviado. Al menos no la perdería del todo. Ella me prometió que seriamos amigos, que no se iba a distanciar de mí por eso. Suspiré tranquilo y logré sonreír. Al menos puedo tenerla como amiga, aunque me torture más a mi mismo.
Estuvimos hablando. Le deseé que fuera feliz con alguien que la mereciera. Pensé en Carlos. Pues me había enterado que se habían conocido ayer y habían congeniado muy bien. Incluso había feeling entre ellos. Me daba cierta envidia, pero en el fondo me alegraba por los dos. Mi sorpresa fue ante su cara de preocupación. Poco a poco me contó cual era su problema. David. Al nombrar a ese tío, mis puños se cerraron, mis dientes se apretaron e intentaba convencerla para que se olvidara de él ya que estaba en Madrid. Sentía una gran rabia. Odiaba que no pudiera quitarse de la cabeza a aquel cabrón. Con todo lo que la hizo sufrir.
-         No Marcos,  él ha vuelto. Esta aquí, le tenían que cambiar de ciudad por trabajo y se mudó aquí para estar conmigo. Vive en la calle paralela a la mía. Y Bueno yo… esta mañana quedamos para tomar café y me dijo que…
¡¿Cómo?! Imposible. ¿David en Cádiz? No. No podía ser. Ahora mi furia aumentaba. Lo sentía por Carlos. Conociendo a Elena, elegiría a David aunque le hubiera dado falsas esperanzas a mi amigo Carlos. Era injusto. Aquello era egoísta. Parecía una niña caprichosa. Creo que grité demasiado fuerte que David había regresado. Por lo que Marta se enteró y se acercó con los ojos como platos, gritándole a Elena como una posesa.
La verdad que fue muy dura. Le dijo cosas a Elena que dolían. Que incluso me dolieron a mí. Elena no podía más y del sufrimiento y la impotencia que sentía salió corriendo del sofá dirección a la habitación de Marta. Dando un portazo que tembló media casa. 
Intenté hacer razonar a Marta poniéndola en el lugar de su amiga. Entonces después de unos minutos se dio cuenta que se había pasado gritándole de esa manera. Jurándole a su mejor amiga que cuando tuviera problemas ella no iba a estar a su lado. Era algo terrible, no se había parado a pensar el daño que había causado en su mejor amiga. Así, convencida se dirigió hacía su habitación donde se hallaba Elena, dispuesta a pedirla disculpas.
Yo por una parte, entendía a Elena, pero mi corazón no comprendía que amara a otro. A otro que le hizo sufrir tanto una vez y de nuevo había regresado interponiéndose en su vida y en la de los demás. O mejor dicho interponiéndose en su felicidad, esa que empezaba a tener  desde ayer después de tantos años.

domingo, 2 de enero de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 14: Segunda parte

Inma, Sofí, Ana y Claudia eran también amigas mías, sobre todo Ana, era como Marta, aunque a ella la veía menos, cuando la veía nos contábamos de todo. Raúl era otro de mis amigos, salía con Ana desde hacia medio año aproximadamente.
Ana era una chica alta, morena de pelo rizado, con la piel ni muy oscura ni muy clara, ojos color miel y delgadita. Al igual que Marta, era una chica con suerte, tenía un cuerpo magnifico y a un chico encantador.


                                                                                     Ana

Raúl; su novio, tenía los ojos azules, de pelo castaño claro, de piel morena, alto, al igual que Ana, y con un pecho musculoso, que cualquiera que lo viera creería que era el jefe de un gran gimnasio.
Los dos hacían muy buena pareja y me alegraba mucho por ellos. Después de charlar un poco con los dos y prometer a Ana que quedaríamos alguna tarde para charlar y contarnos todo tranquilamente, me dirigí a las demás.

                                                                    Raul


Inma era novia con Jesús. Otra pareja preciosa y cuyos miembros eran también muy amigos mios. No me podía quejar, tenía amigos a montón y eso me alegraba. Inma, era una chica de cabellos pelirrojos, una gran melena que le llegaba casi por la mitad de la espalda, de pelo rizado. Era algo bajita. Su piel era blanca y suave, sus ojos eran color chocolate y no estaba ni muy gorda ni muy delgada, más o menos como yo, pero sin tantas piernas. “Así es como me gustaría estar a mí”- me decía para mí misma siempre que la veía.

                                                                                  Inma

Jesús. Jesús era también muy hermoso, algo delgado para mi gusto, de pelo negro, ojos verdes y una sonrisa muy peculiar, de estatura media, solo le sacaba unos pocos centímetros a Inma. Ellos también llevaban ya tiempo juntos, aproximadamente casi un año.

                                                                                   Jesús

No si, definitivamente, Marcos, Carlos y yo parecía ser que éramos los únicos solteros en la fiesta, bueno aunque también Claudia. Claudia estaba también sin novio. Era una chica tímida, bajita, pero en el fondo muy guapa aunque ella no lo reconociera. De pelo rubio y ojos verdes, preciosos. Estaba algo rellenita, pero como bien digo, la belleza esta en el interior, pues el exterior siempre puede cambiar. Claudia era una chica que, como yo antes, no se sentía a gusto con su físico, ni con ella misma, lo único que le gustaba era su cara, su melena rubia como el oro y sus ojos verdes que parecían de la piel de una serpiente. “Si no fuera por lo demás, si que atraería a los chicos”- me decía ella a veces. Yo la explicaba que eso era lo menos importante y que si aun no había encontrado a nadie era porque el destino le estaba preparando alguien muy especial y debía ser paciente. Ella siempre se calmaba con aquellas palabras y parecía que se olvidaba del tema por un momento, pero claro le entristecía ver a tantas amigas suyas con novio y ella sola… Pero lo que Claudia no sabía es que el destino le tendría preparado algo muy especial para ella.

                                                                  Claudia

Sofí y Jorge, otra pareja reciente pero muy unidos. Sofí se parecía también mucho a Marta, cabellos rubios largos y rizados, piel de tono medio, ojos azules como el mar, unos labios finos y sexys. Sus labios son los únicos que describo porque eran preciosos. Cualquier chico se moriría por besarlos y Jorge no sabía la suerte que tenía de tenerla. Ella era de estatura media algo más baja que Jorge, un poco delgada, aunque tenía algo malo… Sofí tenía bulimia, era algo duro de llevar ella sola, pero Jorge la apoyaba en todo lo que podía y la  quería un montón. Eso le daba muchas fuerzas. De ahí su delgadez tan repentina. Jorge amaba a Sofí aunque llevaran poco tiempo, la quería incluso con sus defectos. Era un chico encantador, al igual que todos mis amigos, tenía mucha suerte de haberlos conocido.

                                                                                Sofi

Jorge era alto, rubio de ojos grises, de piel morena y cuerpo proporcionado, los dos poseían un brillo en los ojos espectacular y sus sonrisas revelaban lo enamorados que estaban.

                                                                    Jorge

“Ais… es tan bonito…”- pensé para mis adentros. Casi se me caía la baba de verlos a todos tan felices.
Y bueno, por último, allí estaba Marcos, apartado de la fiesta, como si estuviera en el colegio castigado con la cabeza cabizbaja. Estaba sentado en el sofá con la bebida en la mano y dándole vueltas a la pajita de su vaso, sus codos apoyados en sus rodillas e inclinado hacía adelante. Se le veía tan triste, y todo sería por mi culpa seguramente.
Cuando terminé de saludar a todos, me dirigí a Marcos y me senté a su lado.
-        ¡Hola Marcos! ¿Cómo estás?- le pregunté mirándole a los ojos.
El giró la vista hacia mí, se le notaban los ojos hinchados, como si no durmiera bien desde hacía tiempo. Madre mía ¿tanto le había afectado que no le respondiera? Intento aparentar normalidad y me sonrió falsamente para que creyera que estaba bien.
-        Hola Elena, yo estoy bien, algo aburrido- me confesó. ¿Y tú? ¿Cómo estás? Ni si quiera he recibido una llamada tuya respecto a lo de…- pero no le deje seguir.
En aquel momento me di cuenta que no podía esperar más, que tenía que hablar con Marcos y darle una respuesta, ya había sufrido bastante por mi culpa.
-        Shh…- le dije poniéndole un dedo en los labios. -Por favor Marcos, yo quería pedirte perdón por todo lo que has sufrido por mi culpa y también... bueno, ya he pensado mi respuesta.
-        No me tienes que pedir perdón, yo no debí haberte dicho nada sobre mis sentimientos, pero no aguantaba más y ahora… Ahora lo he estropeado todo, ahora seguro que no querrás hablarme jamás, ni seremos amigos ni nada- me dijo algo triste y agachando la cabeza
-        Por favor Marcos, no digas bobadas, ¿te crees que soy así? Siempre seremos amigos, jamás te odiare ni nada por el estilo. Yo…- dije sin saber que decirle- Bueno, mis sentimientos no son los mismos y no mereces que te haga daño, no te merezco, mereces a alguien que te quiera y con la que seas muy feliz. Yo solo siento una amistad muy grande hacía ti Marcos, lo siento, pero es mi corazón quien elige.