Toda una vida luchando por alcanzar la felicidad siempre deseada, para conseguir al amor de su vida... Y tras ello, errores, traición, celos, muertes, infidelidad, venganza, caprichos... El no saber tomar buenas decisiones y no aclarar sus sentimientos, llevarán a Elena a tener un corazón caprichoso.



jueves, 21 de julio de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 27: Segunda parte

Miré de reojo y allí estaba Marcos inmovilizándome, me miraba con cara de pocos amigos, frio, malvado, con una risa malévola, contento de haberme encontrado. Quise buscar a David con la mirada y Carlos le tenía cogido del brazo, amenazándole con un cuchillo por la espalda para que no se moviera. Intentaron armar el menos jaleo posible en el velador para que no sospechasen nada.
-          Bueno bueno, ¿que tenemos aquí? Pero si es nuestra amiguita Elena con su nuevo novio- decía Marcos apretándome las muñecas con fuerza en dirección hacia el parque. Carlos también le seguía con David.
-          ¡Déjale en paz, el no ha hecho nada, soy yo la culpable, así que soltadle!- le suplicaba a Marcos casi a gritos y algo preocupada. Le miraba con asco, empezaba a agarrarme del cuello cada vez que nos alejábamos más del velador.
No sé como lo hizo pero consiguió movilizarme las dos manos a la vez que me sujetaba del cuello amenazante. Carlos seguía amenazando con el cuchillo a David.
-          Uy uy uy, vaya Carlos, mira, Elenita parece que le importa el pringado este. ¿Qué podemos hacer con él para vengarnos?- preguntaba  Marcos con risa malevola.
David aun no había pronunciado palabra, solamente intentaba retorcerse y librarse de las manos de Carlos, soltando algún que otro grito como: “Dejadme” o “soltadme”
-          ¡No! Por favor Marcos, sé razonable, esta guerra es conmigo, no con él, yo fui la que empezó todo esto. No le hagáis daño, os lo suplico- dije mirando con cara triste también a Carlos.
David me miraba extrañado, como intentando averiguar con mis palabras que era lo que pasaba, el por qué estábamos así retenidos sin haber hecho él nada. Me pedía con la mirada una explicación, pero no era el momento adecuado para dársela.
-          Si, en eso llevas razón, pero él también ha hecho algo, ¿verdad Carlos?- contestó Marcos mirándole.
-          Claro que sí, nos ha quitado a nuestra novia, este gilipollas ha tenido que aparecer en el momento más inoportuno para robarme a mi preciosa Elena.
-          ¿Pero de qué coño estás hablando?- preguntó David retorciéndose y algo confuso- Ella es mi novia no la tuya, jamás te querría siendo como eres, subnormal- gritó furioso y cabreado.
-          Vaya, vaya- dijo Marcos con cara de interesante- veo, Elena, que no le has contado nada de tu movida a tu queridísimo novio ¿Eso es lo que confías en él? Ya veo que es uno más de tus caprichos.
-          ¡NO! Te equivocas, David no es un capricho, es la persona que más quiero. ¿Sabes por qué? Porque no es como tú de farsante y egoísta- le grité a Marcos con furia y rabia.
-          Por favor, - añadió entre risas -no me hagas reír. Si hay algún egoísta aquí esa eres tú así que mantén la boca cerrada si no quieres que le contemos todo lo que pasó después de la fiesta a tu novio- añadió con una sonrisa malvada y triunfante.
-          Elena, ¿de que están hablando estos tíos y quiénes son?- preguntó David confuso y con los dientes apretados, mirándome con una mirada de suplica que me costaba no responderle.
-          Tranquilo cariño, no es nada, solamente exageran, son unos supuestos amigos- dije mirando a Carlos con el ceño fruncido.
-          ¿Qué exageramos?- pregunto  Marcos riéndose a carcajadas- ¿has oído Carlos? Y que exageramos.
-          Ya ves, aquí la única mentirosa es ella, nosotros simplemente contamos la verdad, ¿verdad Elena?- contestó Carlos mirándome con una falsa sonrisa.

No hablaba, solo le miraba enfadada, cerraba los dientes, apretaba los puños, cerraba los ojos para intentar que aquello se pasase pronto y nos soltaran. Estábamos en el parque, detrás de unos árboles, un sitio por donde apenas pasaba gente. Aun seguían amenazándonos.
-          Creo que me voy a divertir un rato, igual que lo hiciste tu aquella noche Elena, ¿te acuerdas?- decía Marcos comiéndome con la mirada.
No respondí, giré la cabeza. Poco a poco notaba como sus manos se adentraban por debajo de la camiseta, sus asquerosos labios rozaban mi cuello, sentía su mugroso aliento en mi piel y me daba arcadas. Aquello que una noche me pareció delicioso,  ahora no lo soportaba, era superior a mí. Marcos se había convertido en un cerdo.
-          Que buena idea amigo, así este idiota verá claramente como se aprovechó de ti aquel día ¿verdad?- decía Carlos sonriente.
-          Eso es, que sufran los dos, que ella sienta el dolor que pasé cuando se aprovechó de mi- añadió Marcos con cara vengativa.
-          Y que él vea como se siente uno cuando le quitan a su novia y se aprovechan de ella, ¿verdad Elena?- me miraba Carlos mientras se reía a carcajadas- Pero que inocente eres, ¿de verdad pensabas que te perdoné ayer en el hospital?
-          ¡Dejadme!¡Marcos, suéltame, no me toques!- le gritaba lo más alto que podía intentando quitarle las manos mientras una lágrima de impotencia resbalaba por mi mejilla.
-          Suéltala maldito cabrón, metete con un hombre y no te aproveches de una mujer.- gritaba furioso David intentando deshacerse de Carlos para ayudarme, pero era inútil.
-          Tranquilo, solo quiero que sepas lo que tu querida novia aun no te ha contado. Así fue como ella se aprovechó de mi. Claro,  pobrecita, estaba borracha, no sabía lo que hacía.
-          ¡Cállate ya!¡No me toques!- le gritaba sin parar de patalear a Marcos.

Ya había conseguido desgarrarme la ropa, tumbarme en el suelo, con las muñecas apretadas, me besaba por todo el cuerpo. Con una mano agarraba una pistola, con la intención de que en seguida que intentase algo contra él, una bala me atravesaría la cabeza. Tenía miedo, mis piernas temblaban, veía de reojo a David intentando soltarse, viendo aquella escena. De impotencia, una lágrima recorría su mejilla. Y yo seguía sin parar de retorcerme, intentando librarme de las garras de Marcos. Marcos, jamás pensé que pudiera comportarse así, que llegara a hacer este tipo de locuras.

jueves, 14 de julio de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 27: Primera parte

Marcos era aquel hombre del cigarro en la mano, soltando el humo del tabaco poco a poco, calada tras calada nos miraba, primero a mí y luego a David, que le miraba con asco también, con ganas de venganza. Estaba solo, bebía un cubata a la vez que fumaba. Como si estuviera esperando a alguien, a su contacto, como en las películas. Parecía como el típico hombre rico que por querer vengarse, está detrás de ti cada dos por tres, sin parar de vigilarte, y para disimular fuma y bebe. ¿Qué casualidad no? En el mismo velador.
No, yo a esto no lo consideraba casualidad. Me estaba poniendo nerviosa cada vez que le miraba, y él me desnudaba con la mirada. Mi respiración se entrecortaba y solo intentaba mirar hacia David y darle la espalda a Marcos. Había cambiado muchísimo, después de la noche de la fiesta Marcos no era el mismo que antes, y no me refiero físicamente. Se había vuelto frio, malo, daba miedo, ni si quiera me saludó, ni un gesto de mano, solo sus horribles miradas. Parecía su otro yo, ese que nunca sabes que existe en una persona, ese que oculta tan bien que ni si quiera te imaginas que pueda tener maldad. Parecía el diablo en persona, capaz de hacerme cualquier cosa por venganza a mí o a David.
 “No…, a David no por favor”- pensé para mis adentros.
Decidí no pensar más e intentar hablar con David sobre otros temas para poder calmarme, pero él notó enseguida mi miedo, como el corazón me latía más rápido de lo normal, mi inquietud e intranquilidad y sobre todo que no paraba de mirar hacia atrás.
-          Preciosa, ¿Que es lo que ocurre? ¿Estás bien?
-          Nada, tranquilo, solo miraba quien había en el velador- mentí para no preocuparle y mirando otra vez hacía Marcos.
-          Ya claro. Elena por favor, dime que pasa y quién es ese tío que tanto miras asustada.
-          Pues veras David, es que ese tío como tú dices, es amigo mío, o lo era y tuve un problema con él después de la fiesta. Y bueno, ahora nuestra amistad se ha roto y creo que me mira con asco después de eso- dije cabizbaja y llevándome las manos a la cabeza.
-          Pero, no lo entiendo, ¿qué problema fue para que se enfadara así?
-          Nada, tonterías- disimulé y volví a mirar hacia atrás.
Me sorprendí muchísimo cuando por un lado se acercaba un hombre de su misma edad a su mesa, a la mesa de Marcos. Moreno, guapo, me resultaba familiar, se acercaba y…
¡No! ¡No podía ser él! ¿Carlos? ¿Qué hacía Carlos con Marcos? Intenté tranquilizarme y girar la cabeza para que no pudiera verme, pero antes de esto Marcos ya le había señalado donde estábamos a Carlos. Sentí por un momento que algo iba a salir mal, muy mal, que no quería seguir estando ahí. Claro, ahora todo encajaba, tras el camino por el parque antes con David, noté que alguien nos seguía y no me equivocaba. Carlos era el que nos seguía,  ya le habría informado a Marcos por teléfono de que íbamos para allá. ¡Lo tenían todo planeado! “Malditos bastardos”- pensé.  Me sentía con rabia, miedo, dolor. Quería salir de allí como fuera.
Así que sin dejar hablar más a David que aun seguía preguntándome pero no le hacía ni caso, le pedí deprisa que pidiera la cuenta y nos fuéramos en seguida, estaba molesta y sentía que podían acercarse de un momento a otro. No es que estuviera huyendo, pero temía que mi presentimiento se hiciera realidad, que Carlos se había compinchado con Marcos para vengarse de mí y, lógicamente, no me había perdonado de verdad en el hospital.
Mientras la camarera se acercaba para darnos la cuenta quise mirar de reojo de nuevo. Allí estaban los dos, con caras malvadas, hablando, mirándome de vez en cuando, como si estuvieran planeando algo, sentía que en breves momentos se iban a acercar, pero no quería mirar más. Me fijé como David miraba la cuenta y sacaba un billete de cinco euros de su bolsillo dejándolos en la bandeja. La camarera los cogió ya que no le había dado tiempo a irse y David me miró para preguntarme.
-          Cuando quieras nos vamos mi amor.
-          Si, si, ya, vámonos por favor.
 Pero cuando quise levantarme de la silla noté como una mano me cogía el hombro y me apretaba fuerte para abajo para que me sentara de nuevo.

sábado, 2 de julio de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 26: Segunda parte

Mientras caminábamos terminando nuestro recorrido por el parque para llegar al velador, cogidos de la mano, noté en un instante como si alguien más estuviera con nosotros, una presencia detrás de mí, algo extraño. Pero decidí girarme y mirar hacía atrás para ver si alguien nos observaba o venía pisándonos los talones. El caso es que no vi nada, ni si quiera venía gente paseando detrás de nosotros.

“Que extraño”- pensé mientras volvía a mirar hacia delante.

Pero en ese mismo instante un crujido sonó a mis espaldas. Parece ser que solo lo oí yo, porque David ni se inmutó. Fue como el ruido de un pisar de hojas, o de algo que sonará parecido tirado en el suelo, como si alguien lo  hubiera pisado y se dejará oír. Ahora estaba más asustada, sentía que alguien nos vigilaba, que seguramente nos estarían observando.

Si, lo sé, sonaba un  poco estúpido. Porque, a ver ¿Quién iba a querer vigilar a una pareja paseando por el parque y besándose? ¿Es que era algo malo? Intentaba controlarme y que el miedo no dominara mi cuerpo. Miré de nuevo hacia atrás despacio. Pero tampoco había nada. Aun así, yo sentía miedo, sentía que algo malo iba a pasar y mi cuerpo solo pudo reaccionar agarrando a David por la cintura para sentirme más protegida durante el tramo del parque. Él me miró extrañado pero con una sonrisa, ya que solo pensaba que era una muestra de cariño. Si, también lo era, pero más bien era para sentirme protegida entre sus brazos. Seguía agarrándole y caminábamos mientras que, por última vez, quise echar la vista atrás de nuevo y mirar detrás de aquel árbol donde había oído ese ruido.

Ahora si, podía ver algo, un pie sobresalía, como si alguien estuviera escondido detrás, intenté comprobar si era de un niño que jugaba al escondite solamente, o de un adulto, que como yo creía, nos vigilaba. Pero no pude averiguarlo, se veía muy poco y ya estaba muy atrás.

Dejé de pensarlo y continuamos nuestro camino hacia el velador. David con una sonrisa de felicidad en la cara, con sus ojos brillantes mirándome de reojo. Y yo, con unos ojos asustados, paralizados y la sonrisa se había esfumado de repente por aquel sobresalto.
Yo era una persona, digamos que un poco paranoica, siempre intentaba hallar respuestas donde quizás no la había, intentaba sacarle el jugo a todas las cosas extrañas que veía.
No dejaba de darle vueltas hasta que conseguía averiguar el por qué o quién.
Pues lo mismo me pasó con eso, era una cosa sin importancia seguramente para otros, pero yo en mi cuerpo sentía que debía darle importancia, pues alguien quería algo de nosotros o quizás solo de mi ¿Y si venían a matarme? ¿Y si me estaban vigilando para ver en que hora salía de casa para robarme? ¿O sería por David? ¿No querrían que David estuviese a mi lado y le iban a matar? No, no podía ser eso, ya estaba inventándome demasiadas tonterías, esto no era una película, no debía preocuparme tanto por eso. Pero no podía evitarlo. Intentaba distraerme de vez en cuando con la presencia de David, besándole, abrazándole y hablando con él, pero en seguida que miraba a mí alrededor, me venía esa sensación extraña, no me sentía bien, era como si mi corazón me avisara de algún peligro. Mi corazón o tal vez mi mente. No sé, el caso que sentía miedo.

Una vez llegamos al velador, nos sentamos en una mesa, alejada de las demás personas que tomaban algo refrescante para sofocar el calor. Ni si quiera me fijé en las caras de la gente que estaba sentada, iba demasiado pensativa, atolondrada. Pero claro, una vez nos habíamos sentado, David, no paraba de mirarme y notó mi cara de susto, preocupación y que andaba en otro mundo (como era propio en mi).
-          Cariño, ¿te ocurre algo? Te noto… asustada y ausente- dijo mirándome a los ojos y cogiéndome una mano.
-          No, nada, es una tontería- intenté mentir para tranquilizarle.
-          No me creo que sea una tontería, por favor Elena, dime ¿Qué es lo que te preocupa? ¿Es por mi?- preguntó para intentar sacarme algo.
-          No, no, claro que no es por ti cielo. Es que bueno, te parecerá absurdo, pero cuando íbamos por el parque, he notado una presencia extraña, como si alguien nos estuviera vigilando, o nos siguiera, he oído ruidos pero no he logrado ver nada, solamente un pie detrás de un árbol. Y bueno, ya sabes cómo soy. Me ha dejado un poco asustada.
-          Seguro que sería cualquier niño que jugaba al escondite- dijo entre risas- No debes preocuparte mi niña, yo estoy aquí contigo, además ¿quién iba a querer seguirnos?- me preguntó riendo e intentando calmarme.
-          Eso mismo me pregunto yo, pero en esta vida nunca sabes lo que te puede venir… Pero es que lo más extraño de todo… es que siento un mal estar cada vez que miro hacia atrás, siento como un mal presentimiento, como si mi conciencia me gritará y me avisará de que un peligro nos acecha.
-          De verdad cariño, me hace gracia la forma que te preocupas por tonterías. Anda, estate tranquila que no es nada, además hay veces que los malos presentimientos son falsos y nunca pasa nada, así que no le des más vueltas por favor y tranquilízate.
-          Pero es que yo…- pero no pude seguir.
-          Sshhhh- dijo tapándome la boca con un dedo en señal de silencio, intentando arrimarse a mi, inclinándose por encima de la mesa y llegando a mis labios para poder besarlos dulcemente, transmitiéndome armonía, amor y tranquilidad para que me olvidase de todo y no pensará en otra cosa que en él y en mí.

Aquel beso largo e intenso, hizo que me olvidará un poco de todo aquello. Nos tomamos dos granizados, mientras hablábamos, nos reíamos, y lo intercalábamos todo con unos cuantos besos de por medio.

En un momento quise ver la gente que había sentada en las demás mesas y observar a mi alrededor la estampa que teníamos. Nada fuera de lo normal, una pareja con su niña tomando unos batidos, a la derecha dos amigas charlando y contando los últimos cotilleos del día, mas hacía detrás un hombre solitario que estaba...

¿¡Como?! No, no podía ser, me estaba mirando, pero no dulcemente, me miraba con una mirada que mataba, con un cigarrillo en la mano me observaba de reojo, con cara de asco. ¿Por qué tenía que encontrármelo en todos los sitios? No, no quería acabar otra vez en el hospital.