Toda una vida luchando por alcanzar la felicidad siempre deseada, para conseguir al amor de su vida... Y tras ello, errores, traición, celos, muertes, infidelidad, venganza, caprichos... El no saber tomar buenas decisiones y no aclarar sus sentimientos, llevarán a Elena a tener un corazón caprichoso.



sábado, 2 de julio de 2011

"Corazón caprichoso" Capitulo 26: Segunda parte

Mientras caminábamos terminando nuestro recorrido por el parque para llegar al velador, cogidos de la mano, noté en un instante como si alguien más estuviera con nosotros, una presencia detrás de mí, algo extraño. Pero decidí girarme y mirar hacía atrás para ver si alguien nos observaba o venía pisándonos los talones. El caso es que no vi nada, ni si quiera venía gente paseando detrás de nosotros.

“Que extraño”- pensé mientras volvía a mirar hacia delante.

Pero en ese mismo instante un crujido sonó a mis espaldas. Parece ser que solo lo oí yo, porque David ni se inmutó. Fue como el ruido de un pisar de hojas, o de algo que sonará parecido tirado en el suelo, como si alguien lo  hubiera pisado y se dejará oír. Ahora estaba más asustada, sentía que alguien nos vigilaba, que seguramente nos estarían observando.

Si, lo sé, sonaba un  poco estúpido. Porque, a ver ¿Quién iba a querer vigilar a una pareja paseando por el parque y besándose? ¿Es que era algo malo? Intentaba controlarme y que el miedo no dominara mi cuerpo. Miré de nuevo hacia atrás despacio. Pero tampoco había nada. Aun así, yo sentía miedo, sentía que algo malo iba a pasar y mi cuerpo solo pudo reaccionar agarrando a David por la cintura para sentirme más protegida durante el tramo del parque. Él me miró extrañado pero con una sonrisa, ya que solo pensaba que era una muestra de cariño. Si, también lo era, pero más bien era para sentirme protegida entre sus brazos. Seguía agarrándole y caminábamos mientras que, por última vez, quise echar la vista atrás de nuevo y mirar detrás de aquel árbol donde había oído ese ruido.

Ahora si, podía ver algo, un pie sobresalía, como si alguien estuviera escondido detrás, intenté comprobar si era de un niño que jugaba al escondite solamente, o de un adulto, que como yo creía, nos vigilaba. Pero no pude averiguarlo, se veía muy poco y ya estaba muy atrás.

Dejé de pensarlo y continuamos nuestro camino hacia el velador. David con una sonrisa de felicidad en la cara, con sus ojos brillantes mirándome de reojo. Y yo, con unos ojos asustados, paralizados y la sonrisa se había esfumado de repente por aquel sobresalto.
Yo era una persona, digamos que un poco paranoica, siempre intentaba hallar respuestas donde quizás no la había, intentaba sacarle el jugo a todas las cosas extrañas que veía.
No dejaba de darle vueltas hasta que conseguía averiguar el por qué o quién.
Pues lo mismo me pasó con eso, era una cosa sin importancia seguramente para otros, pero yo en mi cuerpo sentía que debía darle importancia, pues alguien quería algo de nosotros o quizás solo de mi ¿Y si venían a matarme? ¿Y si me estaban vigilando para ver en que hora salía de casa para robarme? ¿O sería por David? ¿No querrían que David estuviese a mi lado y le iban a matar? No, no podía ser eso, ya estaba inventándome demasiadas tonterías, esto no era una película, no debía preocuparme tanto por eso. Pero no podía evitarlo. Intentaba distraerme de vez en cuando con la presencia de David, besándole, abrazándole y hablando con él, pero en seguida que miraba a mí alrededor, me venía esa sensación extraña, no me sentía bien, era como si mi corazón me avisara de algún peligro. Mi corazón o tal vez mi mente. No sé, el caso que sentía miedo.

Una vez llegamos al velador, nos sentamos en una mesa, alejada de las demás personas que tomaban algo refrescante para sofocar el calor. Ni si quiera me fijé en las caras de la gente que estaba sentada, iba demasiado pensativa, atolondrada. Pero claro, una vez nos habíamos sentado, David, no paraba de mirarme y notó mi cara de susto, preocupación y que andaba en otro mundo (como era propio en mi).
-          Cariño, ¿te ocurre algo? Te noto… asustada y ausente- dijo mirándome a los ojos y cogiéndome una mano.
-          No, nada, es una tontería- intenté mentir para tranquilizarle.
-          No me creo que sea una tontería, por favor Elena, dime ¿Qué es lo que te preocupa? ¿Es por mi?- preguntó para intentar sacarme algo.
-          No, no, claro que no es por ti cielo. Es que bueno, te parecerá absurdo, pero cuando íbamos por el parque, he notado una presencia extraña, como si alguien nos estuviera vigilando, o nos siguiera, he oído ruidos pero no he logrado ver nada, solamente un pie detrás de un árbol. Y bueno, ya sabes cómo soy. Me ha dejado un poco asustada.
-          Seguro que sería cualquier niño que jugaba al escondite- dijo entre risas- No debes preocuparte mi niña, yo estoy aquí contigo, además ¿quién iba a querer seguirnos?- me preguntó riendo e intentando calmarme.
-          Eso mismo me pregunto yo, pero en esta vida nunca sabes lo que te puede venir… Pero es que lo más extraño de todo… es que siento un mal estar cada vez que miro hacia atrás, siento como un mal presentimiento, como si mi conciencia me gritará y me avisará de que un peligro nos acecha.
-          De verdad cariño, me hace gracia la forma que te preocupas por tonterías. Anda, estate tranquila que no es nada, además hay veces que los malos presentimientos son falsos y nunca pasa nada, así que no le des más vueltas por favor y tranquilízate.
-          Pero es que yo…- pero no pude seguir.
-          Sshhhh- dijo tapándome la boca con un dedo en señal de silencio, intentando arrimarse a mi, inclinándose por encima de la mesa y llegando a mis labios para poder besarlos dulcemente, transmitiéndome armonía, amor y tranquilidad para que me olvidase de todo y no pensará en otra cosa que en él y en mí.

Aquel beso largo e intenso, hizo que me olvidará un poco de todo aquello. Nos tomamos dos granizados, mientras hablábamos, nos reíamos, y lo intercalábamos todo con unos cuantos besos de por medio.

En un momento quise ver la gente que había sentada en las demás mesas y observar a mi alrededor la estampa que teníamos. Nada fuera de lo normal, una pareja con su niña tomando unos batidos, a la derecha dos amigas charlando y contando los últimos cotilleos del día, mas hacía detrás un hombre solitario que estaba...

¿¡Como?! No, no podía ser, me estaba mirando, pero no dulcemente, me miraba con una mirada que mataba, con un cigarrillo en la mano me observaba de reojo, con cara de asco. ¿Por qué tenía que encontrármelo en todos los sitios? No, no quería acabar otra vez en el hospital.

2 comentarios:

  1. Me has dao ganas de un granizado... Estoy deseando llegar a casa y tirarme a la bartola xD
    Parece que ninguna estampa puede ser perfecta, el tipejo la rompe más que una manzana podrida...

    ResponderEliminar
  2. Pinta bien, creo que tengo que ponerme al día con tu historia^^u

    ResponderEliminar