Cerré la puerta y fuimos paseando tranquilamente de la mano, hablando, mirándonos, recordando bromas de la comida, recordando viejos momentos de cuando estábamos juntos en Madrid. Paseábamos por el parque mientras una brisa fresca removía mi pelo y hacía que sintiera escalofríos. Mientras caminaba agarrada de su mano cerraba los ojos sintiendo como el viento rozaba mis mejillas, mecía mi pelo. Pensaba, no quería que nada más saliera mal, ahora tenía la felicidad que había soñado siempre. Por fin, después de tantos años. Y ahora, aquí estoy junto con la persona que más quiero, paseando por las calles de Cádiz. Con el cantar de los pájaros, con el aroma a hierba fresca recién cortada, con el susurro del viento. Uno de mis mayores sueños hecho realidad. Deseaba en ese momento no despertar nunca.
Eran las seis de la tarde pero el calor había amainado.
Recordé que tenía que contarle a David mi desmayo de ayer pero no iba a contarle aun mi problema con Marcos, así que decidí saltarme que me lo encontré por la calle.
- David, cariño. Yo… tengo que contarte algo. Bueno. es que… no te lo conté porque no quise preocuparte- le dije entrecortada.
- ¿Qué pasa preciosa? ¿Te ocurre algo?- preguntó David preocupado mirándome a los ojos profundamente mientras seguíamos caminando pero muy despacio.
- Pues veras, ayer cuando volvía del colegio por la mañana, iba por la calle y de repente note un mareo y me caí redonda al suelo. Bueno y luego aparecí en el hospital, estuve toda la tarde allí
- ¡¡¿¿Qué??!!- me dijo sobresaltado y con las orbitas de sus ojos a punto de salirse- Pero ¿qué fue lo que te paso? ¿Por qué te desmayaste? ¿Qué te dijeron los médicos? ¿Y porque no me avisaste cariño? ¿No te tengo dicho que me avises con cualquier cosa?- me dijo alzando la voz y realmente preocupado parándose en seco, apretándome la mano con más fuerza y mirándome a los ojos.
- Bueno, tranquilízate, tampoco fue para tanto.
- ¿Qué me tranquilice? ¿Tú quieres que me dé un ataque? ¿Y si hubiera sido más grave qué? No quiero perderte ¿lo sabes no?- dijo eufórico.
La verdad que David estaba preocupado, me miraba por todos los sitios en busca de algún síntoma o alguna seña que le hiciera ver que me pasaba. Decidí explicárselo detenidamente.
- Veras… llevaba varios días sin comer nada y no dormía apenas después de la fiesta. Aunque ya antes tampoco es que comiera mucho. Porque la verdad es que me sentía sola- le dije sin terminar de explicarle.
- ¡Pero Elena! ¿Por qué dejaste de comer y de dormir de esa manera? ¿Tú no te das cuenta que, tengas los problemas que tengas, no puedes poner en riesgo tu salud?- me decía David mirándome aun parado y con una mirada tierna pero preocupado y un poco cabreado.
- Ya lo sé, pero no tenía fuerzas para seguir adelante con todo lo que tenía encima. Y bueno, los médicos me dijeron que fue una bajada de tensión y me tuvieron en el hospital hasta las ocho de la tarde más o menos.
- Madre mía, y pensar que te podría haber pasado algo. Bueno ¿me vas a explicar por qué no comías ni dormías? ¿Tan grave era el problema?- preguntó intentando entenderme.
- Bueno, ya te dicho. Me sentía sola y abandonada
Estaba claro que ahora tampoco quería que David se enterara de mis problemas en la fiesta con Marcos o Carlos, y tampoco quería decirle que era por su culpa, por qué no le tenía conmigo antes de la fiesta, no quería decirle que todos esos dos años que había pasado sola aquí, había dejado de comer y dormir por su culpa. No era justo, sería demasiado cruel.
Pero solo tenía dos opciones: o le contaba que me había acostado con Marcos y que antes de que él llegara me había liado con Carlos… o le decía que me había dado una bajada de tensión por que le echaba de menos y no comía por su ausencia.
Ambas cosas estaban mal, muy mal. Si le contaba lo primero, quizás podría enfadarse y le perdería. Pero si le contaba lo segundo, se sentiría tan culpable, que podía dejarme para no hacerme más daño. Le conocía perfectamente y llegaba a ser tal la culpabilidad que se formaba en su cabeza, que se alejaba de las personas a las que consideraba que había dañado.
¿Qué hacia? Tenía que contestarle pronto. Pero deje que hablara él, así mientras, pensaba que inventarme. Ya le estaba mintiendo mucho, me sentía mal conmigo misma, sentía que le estaba fallando, me sentía una mentirosa, una mala persona. El círculo de las mentiras se estaba agrandando a pasos agigantados y no podía hacer nada para pararlo, pues si dejaba de mentir, perdería a David. Y en esos momentos le necesitaba más que a nadie.
- ¿Sola? ¿Pero sola por qué cariño? Sabes que ahora yo estoy a tu lado y que te quiero más que a nada. Además tienes a tus amigos, Oscar, Marta… Ellos te apoyan y te dan cariño, incluso cuando yo no estaba- me dijo susurrando esa última frase con cara de tristeza.
- Bueno, no es ese tipo de cariño el que necesito. El cariño de amigos me calma, está bien, pero no es suficiente, con cariño me refiero a tu cariño. A ti. Yo, en esos momentos te necesitaba, te he necesitado tanto estos dos años. Por mucho que mis amigos me animaran, no podía sacarte de mi cabeza. Me sentía sola, desgraciada, fea… Sentía que nadie más sería incapaz de quererme y me derrumbaba a mi misma
“¡Ala! Elena, te has pasado, veras que culpabilidad le entra ahora”- pensé.
Si, me había pasado, pero fue lo primero y lo más adecuado que se me ocurrió decirle. Además, ahora intentaría arreglarlo… Haría lo que fuera para que no se fuera de mi lado nunca más.
- Vaya… yo… ¡Dios! Soy un idiota, todo ha sido por mi culpa, has estado en el hospital por mi culpa. Esto es imperdonable- decía furioso y llevándose las manos a la cabeza, mientras empezaba a caminar deprisa y sin poder mirarme a la cara de lo arrepentido que se sentía.
Avanzaba, dejándome atrás, dirección a no sé donde, avanzaba deprisa sin rumbo fijo.
Le había hecho sentirse culpable y ahora me había dejado ahí plantada. Pero no porque estuviera enfadado conmigo, todo lo contrario, estaba enfadado consigo mismo, no podía dar crédito a lo que había escuchado, sentía que casi me perdía de nuevo por su culpa.
“Tampoco ha sido para tanto, solo fue un desmayo”- pensó mi conciencia.
Debía alcanzarle, se estaba alejando, tenía que explicarle que no pasaba nada, que yo estaba bien y no quería que ahora se marchara de nuevo. Así que, en cuanto reaccioné, mis piernas se echaron a andar deprisa, hasta que llego un momento que corría, lo más rápido que mis piernas me dejaban, sentía como el viento ahora me azotaba el pelo más que antes, tenía los ojos vidriosos y cuando quise parpadear una lágrima recorría mi mejilla. Corría y corría hasta que logré alcanzarle cogiéndole del hombro para que parara y se girara mirándome a los ojos.
David tenía la cara llena de lágrimas, los ojos vidriosos, apretaba los dientes con fuerza, con rabia, los puños los tenía apretados, cerrados, como preparados para pegar a algo o a alguien. Estaba nervioso, notaba como no podía mirarme a los ojos durante mucho tiempo y evitaba mi mirada. Se sentía fatal consigo mismo, me había pasado, y para colmo no es que fuera mentira del todo pero había exagerado. Le había echado la culpa a él de mis problemas de salud. Dios mio, ¡estaba que explotaba! Pero tenía que hacerle sentir bien como fuera.
Le miraba a los ojos empapados de lágrimas. Le cogí la barbilla mientras con la otra mano le secaba las lágrimas.
- David, tú no tienes la culpa de nada, te he dicho que no tienes por qué lamentarte, además esto me ha pasado por cabezota. Pero no quiero que te pongas así por mis tonterías, solo ha sido un desmayo, no es nada. No te preocupes por favor, no te vayas - le dije mientras otra lágrima recorría mi mejilla.
- Pero, yo… yo te he hecho daño Elena, no quiero lastimarte más por mi culpa, si me alejo de ti, puede que no te pase nada- dijo cabizbajo.
- No. No por favor David, si te alejas es entonces cuando puede que me pase algo y peor. Ya te perdí una vez, por favor no quiero perderte ahora por mi culpa. Prométemelo. Dime que te quedaras, que no te sientes culpable- le dije acercándome cada vez más a él.
- Cariño, pero es que yo no quiero que te pase nada más. No lo aguantaría. Pero es que ¿cómo no quieres que me sienta culpable?- me dijo secándome una lágrima.
- Por favor David, prométemelo, por favor- le repetí sollozando.
- Uff - dijo suspirando y a regañadientes.- Está bien, te lo prometo cielo, no quiero que llores, no me merezco tus lágrimas.
- ¡Gracias corazón!- le dije abrazándole tan fuerte como podía y empapando su hombro con mis lágrimas.- Perdóname, perdona por no haberte avisado, pero sabía que te preocuparías y tampoco quise alterarte.
- Estas perdonada Elena, pero no me vuelvas a hacer esto de nuevo, si te pasa algo me llamas corriendo que yo acudiré en seguida. Y quiero que comas más y duermas mejor a partir de ahora, por favor- me dijo preocupado mirándome a los ojos.
- Tranquilo, no volverá a pasar, te avisaré la próxima vez. Si, ya como mejor ayer empecé a alimentarme en condiciones y a dormir del tirón.
- Menos mal. Te quiero mi vida- me dijo él acercándose a mí, sin dejar de mirarme a los ojos profundamente y dándome un apasionado beso que yo también correspondí.
Hola Cristina
ResponderEliminar:)}paso por aqui
porq bueno he creado un nuevo blog
de relatos cortos y me encantaria dar a conocer tu forma de escribir a las demas chicas, tu blog, y todo :)
te parece?
ps solo tienes que enviarme un relato corto que ya hallas escrito o puedes escribir uno , aunque es mejor la segunda pero tu decides
si te parece y te unes
dejame un Annie-box
aqui:
http://unalindacopia.blogspot.com/
Gracias
Bsos
wapaaa, me encanta el capitulo. Ha sido un poko triste, pero bueno!!! Kiero mas y a ver si se lo cuenta todo a David. Creo que si lo deja pasar más, será peor. Te kiero. Un beso
ResponderEliminarwowww es la primera vez q comento pero q me encanta la historiaaa *.* cuando seguiras subiendo mas cap???????
ResponderEliminarCapi tristillo...
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