Toda una vida luchando por alcanzar la felicidad siempre deseada, para conseguir al amor de su vida... Y tras ello, errores, traición, celos, muertes, infidelidad, venganza, caprichos... El no saber tomar buenas decisiones y no aclarar sus sentimientos, llevarán a Elena a tener un corazón caprichoso.



domingo, 29 de agosto de 2010

"Corazón caprichoso" Capitulo 3: Segunda parte

Marta
                                                                
Marta me cogió de la mano como a una niña pequeña y me llevó tan rápido como podía a la habitación. Por el pasillo Marta saludó a la pequeña Luna, acariciándola la cabeza y diciéndola: “¿Cómo esta mi perrita preferida?”. Llegamos a mi cuarto y enseguida abrió el armario y pasaba las perchas observando los modelos, mientras decía:



- Amiga… tu lo que necesitas es una renovación de vestuario querida. Un día de estos en cuanto pueda te vas a venir conmigo de compras veras que bien lo pasas, además así te veras más guapa. Pero mientras tanto… mm... elegiremos esta falda con esta blusa, porque además no hace mucho frio que digamos…- dijo mientras cogía la falda vaquera y la blusa roja.


Yo me quedaba alucinada como podía combinar la ropa y hacer conjuntos preciosos con tanta facilidad… Era imposible no envidiarla, yo no tenía tantas cualidades como ella y eso me hacía sentirme peor…


Para no cabrear más a Marta, cogí la ropa que dejó en la cama y me la puse sin rechistar. Mientras me la ponía, ella se dirigió hacia el baño mientras me decía:


- En cuanto termines te pasas por el baño que te voy a dar dos brochazos- dijo exageradamente.


La verdad que Marta me cuidaba mucho, era como mi hermanita mayor, como casi mi madre, no sé qué haría sin ella. En cuanto terminé de vestirme me fui al baño sin demorar el paso, ya que observé el reloj y era bastante tarde. Normal que Marta estuviera enfadada, siempre llegaba tarde a todos los lados aunque no quisiera. Verdaderamente era un poco patosa y descuidada. Llegué al baño y allí estaba ella esperándome con una brocha en una mano y los polvos del maquillaje en la otra. ¡Ni que pareciera una carrera contrarreloj! Pero no quise rechistar o si no Marta se hartaría de mí. Me dio unos cuantos brochazos me puso un poco de rímel y me pinto los labios de un rojo pero no tan intenso como el suyo. Yo tenía los ojos verdes, un color tan especial, era lo único que me gustaba de mi, mis ojos. Aunque yo era morena; de pelo largo y un poco rizado, ella decía que a mí el rojo me quedaba tan bien como a ella incluso me daba un aire más sexy. Cuando decía eso no podía evitar reírme y acababa dándola un codazo para que no dijera esas cosas.


- Y con esto ya estas lista… A ver déjame que te vea… Preciosa Elena, no necesitas más, no entiendo cómo puedes verte fea ¡si eres bella hasta sin maquillar!- admitió.


- Mmm... la verdad que si es verdad me has dejado guapísima, pero solo porque me has arreglado tú que si no… no sería lo mismo. Gracias Marta, que haría yo sin ti- dije tiernamente dándola un abrazo.


- De nada tonta, sabes que para eso estamos. Pero bueno dejémonos de mimos y vámonos ya anda. Venga coge el bolso y ponte esos tacones- dijo señalándome unos rojos que ella misma había elegido.


Rápidamente termine de calzarme, cogí el bolso y salimos las dos por la puerta.


Hacía un día precioso, pero como bien había dicho Marta, mucho pero que mucho calor, menos mal que nos dirigíamos a tomar algo en un sitio cerrado con aire acondicionado…


Por el camino yo seguía en mi nube, más bien en mi nube de recuerdos, de tristeza, recordaba la imagen de David que había visto hace poco en aquella foto. Pero pronto Marta se dio cuenta de cómo estaba e inmediatamente me dijo:


- Bueno ¿me vas a contar hoy que te pasa o mañana? Porque veo que sigues en tu nube como antes.


- Pues veras… es que… yo…- dije entrecortada.


- Espera déjame adivinar… Te sentías sola esta tarde y te la has pasado entera recordando a David ¿no es así?- dijo muy convencida.


- Pues la verdad es que… si- logré decir. - Es que Marta, no logro olvidarle y esta tarde pensando en él me ha entrado la tentación de abrir el cajón donde tenía todos sus recuerdos, sus regalos, sus cartas… y…- no pude seguir pues Marta me corto.


- Y claro, no has podido evitar leerlas o ponerte a recordar cada momento con el ¿no? Me lo temía, al verte en la puerta me imaginé que sería eso, te conozco demasiado bien y se cuando estas triste y cuando no…. Elena, no sé si te das cuenta que así lo único que haces es hacerte más daño a ti misma ¿Es que no te das cuenta?- dijo arrugando el ceño y un poco preocupada.


- Pues... si pero es que… le hecho tanto de menos… había olvidado su rostro y necesitaba recordarle una vez más, además creo que eso me da fuerzas…- dije algo triste y avergonzada.


- ¿Qué te da fuerzas Elena? ¿Tú te crees que el estar así de embobada y en tu mundo y estar así de triste te da fuerzas? Mira, sé que le quieres mucho pero Elena, ¿Qué puedes hacer ya? Fue él el que te dejo. No puedes culparte tú de nada. Y ni se te ocurra hacer ninguna locura que te conozco ehh, ¡por favor prométemelo Elena!


- Pero yo… yo…no sé…- dije casi tartamudeando.


- ¡Ni peros ni nada Elena! Por favor prométemelo, no quiero que te vayas de mi lado, eres una de mis mejores amigas y aquí tienes todo lo que necesitas. Además hay más tíos en el mundo cielo.


Marta sabía perfectamente lo que yo podría hacer pues siempre lo había tenido en mente meses después de que me mi madre muriera y no era precisamente suicidarme ni nada por el estilo... ¿Para qué iba a querer suicidarme si lo único que quería era estar con David? Siempre soñé que volvía a Madrid por él, que dejaba todo lo que aquí tenía para empezar una nueva vida o mejor dicho mi pasada vida con él. Pero había muchas cosas en las que pensar, pues como bien decía Marta aquí lo tenía todo, mi trabajo, mis niños, mis amigas, etc.… No era fácil, asique dejé de pensar en ello y para olvidar el tema conteste a Marta:


- Está bien...- dije a regañadientes mirando a otra parte- te lo prometo…


- Bueno… ¡eso espero ehh!



viernes, 27 de agosto de 2010

"Corazón caprichoso" Capitulo 3: Primera parte

David
                                                                   
Dejé de pensar en aquel día y me centré en lo que estaba haciendo. Aún tenía la foto de los dos en mi mano, la volví a mirar fijamente y como si le tuviera delante besé el rostro de David en la foto añadiendo: “Te quiero pequeño” y apreté la foto contra mi pecho lo más fuerte que pude, como si así consiguiera que él volviera a mi corazón…




Decidí dejar la foto apartada junto con la pulsera y el anillo, ya que esos tres recuerdos quería tenerlos más cerca de mí durante un tiempo.


Y por último, volví a rebuscar en el cajón buscando otro regalo que me llamara la atención y pudiera recordar de nuevo. Aun guardaba una rosa, no entendía como aun seguía allí, si por lo general se marchitan enseguida, aunque estaba bastante marchitada y arrugada aun seguía en pie por el tubito de agua que tenía debajo, aun así era muy extraño. La cogí y me la acerqué para olerla. ¡Vaya tontería!, sabia que ya no tendría olor, pero al cerrar los ojos e imaginarme el día en el que David me la regaló, aun podía sentir su aroma… Mmm… un olor a rosa fresca recién cortada, junto con el olor de la colonia de David…


Recordé que fue una mañana cuando me desperté y estando sola en casa llamaron a la puerta. Miré por la mirilla y era él. Me alegraba verlo tanto por las mañanas, era como si empezara mi día con un poco más de luz. Abrí la puerta y con una gran sonrisa me dijo:


- ¡Buenos días preciosa! ¿Qué tal has dormido? –dijo sonriente y muy cariñosamente.


- Pues la verdad que muy bien sobre todo sabiendo que volví a soñar contigo- le confesé sonriéndole.


Él aun tenía la rosa escondida tras su espalda y antes de que me diera tiempo para hacerle pasar se adelantó, saco la rosa y la puso en mis manos.


- Esto es para la chica más guapa del mundo, una rosa que sé que tanto te gustan, te quiero Elena- me dijo dándome un corto beso en los labios.


- ¡Ohh! David... es… es preciosa, gracias pero no tenias que haberte molestado cielo, aunque mm…-dije oliéndola- huele muy bien y además también tiene tu aroma, ¡Es fantástico!- dije llena de alegría y dándole un gran abrazo.


- ¡Me alegro que te guste preciosa! Pero no tienes que agradecerme nada, lo hago con todo el cariño del mundo- me confesó haciéndome que me ruborizara.


- Lo sé y por eso te doy las gracias. Pero bueno pasa pasa, que aun estas en la puerta- le dije disculpándome.


Aquella rosa me resultó un regalo tan especial como muchos otros pero que me gusto conservar aunque sabía que nunca quedaría intacta. En esos momentos me vino a la mente una canción… “Una mujer que vendía flores, me intento vender una rosa. Mientras yo la despreciaba, porque son muy venenosas… Sirven pa´ decir te quiero, pero el tiempo las destroza… Y el cariño verdadero, ni se vende, ni se compra…” Magnifica canción, y que razón llevaba… Eso mismo tenía que haberlo sabido David…


“Creo que ya no aguantas más pequeña rosa, ya has vivido bastante”- me dije para mí misma. Y la tiré a la papelera que tenía en el cuarto debajo del escritorio. Me dolió tener que deshacerme de ella también pero bueno, era algo que no podría seguir manteniendo asique me calmé ya que sabía que tenía más regalos que jamás tiraría…


Finalicé mi recordatorio por aquel cajón, pero antes de cerrarlo pensé que también quería tener más a mano la carta que hace unos minutos había leído. Así que decidida la cogí y la aparte junto con el resto de regalos. Ahora si cerré el cajón y eché la llave para quizás no volverlo a abrir jamás, o eso pensaba.


Cogí la llave y los regalos que había dejado apartados: la pulsera, el anillo, la foto y la carta y me dirigí hacia mi habitación para guardarlos en mi mesita de noche, lo más a mano posible y así cada noche cuando le extrañara podría coger la foto y mirarla las veces que quisiera…






De repente llamaron a la puerta, y salí disparada a abrir gritando “Ya voy”. ¡Claro! No me acordaba era mi amiga Marta, había quedado con ella para ir a tomar algo y charlar, ya que hacía muy buen día y en casa nos asariamos. Estábamos a principios de Junio, pero ya el calor se empezaba a notar. Abrí la puerta y allí estaba ella tan guapa como siempre, la verdad que siempre la había envidiado, parecía como una bella escultura, cabellos rubios y rizados, una esbelta figura, ni muy delgada ni muy gorda, así me gustaba, con unos ojos azules preciosos y unos finos labios que siempre pintaba de rojo. Yo la convencía de que era de por si guapa sin maquillaje pero a ella le gustaba demasiado la moda y el hecho de ir guapa le hacía sentir muy bien. Siempre vestía muy elegantemente, se pusiera lo que se pusiera iba bien incluso con chándal. La admiraba tanto... A veces incluso llegaba a soñar que era como ella, que tenía ese fantástico cuerpo, pues el mío de nunca me había gustado, yo me vi siempre gorda aunque ella me lo negara, bueno ella y todas mis demás amigas, incluso David me lo negaba… Ais… David... David…


Un chasquido de dedos hizo que bajara de la nube a la que había subido contemplando a Marta y recordando a David.


- ¡Pero bueno Elena! Estoy aquí, ¿se puede saber en qué pensabas? ¡Baja ya de la nube en la que estabas, por favor!- dijo con una cara de medio enfado.


- Lo siento Marta, es que eres tan guapa y vas tan mona siempre que me dejas embobada- dije sacando una sonrisilla.


- Anda no digas tonterías que vas a hacer que me sonroje, además tú también eres muy guapa- me convenció.


- Eso no es verdad, ojala fuera como tú…- dije agachando la cabeza y sintiendo hasta vergüenza de mi misma…


- Ais… esta chica siempre igual ehh. Anda calla calla por que si no voy a acabar enfadándome contigo y de verdad. Y a todo esto… ¡qué haces que no estás cambiada! ¿Es que acaso no te acordabas que habíamos quedado?- dijo un poco ofuscada.


- Pues la verdad que se me había olvidado por completo, es que… no ha sido una tarde muy alegre que digamos…- dije entristecida.


- Uff, eso suena mal y creo temerme lo que es… Bueno escucha, ahora por el camino me cuentas porque si no a este paso nos cierran el café y tengo ganas de salir contigo y tomar algo. Así que vamos a ponerte guapa a ver si consigo animarte un poco hija porque vamos…- dijo a toda prisa mientras entraba y cerraba la puerta.

martes, 24 de agosto de 2010

"Corazón Caprichoso" Capitulo 2: Segunda parte

Elena (con el pelo rizado)
                                                                 
Era verano y aquel día sus padres se habían ido de vacaciones a Valencia a pasar una semana, él se había quedado en casa, pues convenció a sus padres para que pudiera quedarse conmigo y tuviéramos mas intimidad. La verdad que aquella semana fue estupenda, todos los días estaba con él, era como vivir con él durante una semana, además ninguno de los dos teníamos que estudiar pues ya nos habían dado las vacaciones. Aquel día después de esa sesión fotográfica de los dos en el salón; de la cual tenía que haber más fotos pero seguramente se hubiera quedado él pues era su cámara, aquella noche… fue una noche muy especial. Minutos después de acabar de reírnos por nuestras caras en las fotos y teniendo la televisión encendida, él me abrazo fuertemente cogiéndome por la cintura mientras me decía:



- Elena, esta semana junto a ti esta siendo la mejor de mi vida, espero que tu también lo estés pasando bien, si no es así te rogaría que me lo dijeras y si no estás a gusto haremos cualquier cosa que me pidas… Aunque yo no necesito moverme de este viejo sofá si tu estas a mi lado abrazándome…- dijo mientras esbozaba una gran sonrisa de esas que se contagiaban.


- ¡Mi amor! No digas tonterías, no te imaginas lo feliz que soy a tu lado y me da igual donde vayamos, me da igual lo que hagamos, mientras tu estés conmigo y me quieras- dije mirándole cariñosamente a los ojos.


- Lo sé cariño, sé que me quieres y no sabes cuánto te agradezco lo feliz que me haces. Creo que ni siquiera merezco tanto amor por tu parte, pero tú si mereces eso y mucho mas- dijo poniéndose algo triste y agachando la cabeza.


Al verle así respiré profundamente, le alcé la cabeza para que pudiera fijar sus ojos en mí y me escuchara.


- David, no digas tonterías por favor, ¿Por qué no ibas a merecer todo mi amor? Si me cuidas demasiado, me proteges y me haces la chica más feliz del mundo. Te mereces mucho mas…- le dije dándole después un fuerte abrazo.


- Gracias Elena, no sé qué haría sin ti, sin tu apoyo y sin tu amor. Te amo preciosa- me susurro bajito al oído.


Yo no pude evitar sonreír y separándome poco a poco de él, hasta que nuestras caras quedaron una en frente de otra, logré rozarle los labios despacio, pero antes de continuar le dije “Yo también te quiero tesoro” y me acerqué de nuevo para seguir besándole suavemente. Un beso que él también me correspondió y que yo le daba con tal pasión que los dos estábamos ardientes. Mientras me besaba me agarraba fuertemente la cintura arrimándome todo lo que podía junto a él, yo le cogía del cuello y le tocaba el pelo acariciándolo. Bajaba lentamente por su cuello y eso le hacía temblar, le daba tal escalofrío que no pude evitar poner una sonrisa picarona, porque sabía que le encantaba. Como pudimos nos fuimos a la habitación mientras seguíamos besándonos y dándonos amor, y por el pasillo logré quitarle la camiseta. Cuando llegamos me tumbó suavemente en la cama quedando él encima de mí. Sus besos cada vez eran más fieros y yo no iba a quedarme atrás. Consiguió quitarme la camiseta roja de palabra de honor que llevaba y bajaba despacio besándome el cuello, que sabía que era uno de mis puntos más débiles, se paraba en mis pechos rozándolos con la yema de sus dedos hasta bajar a mi tripa. Eso hizo que me encendiera cada vez más y fieramente le baje los pantalones como pude. La verdad que tenía un cuerpo adorable, era físicamente guapísimo y muy bien proporcionado. Me dio la vuelta para que me colocara yo encima de él y así poder quitarme él a mí los vaqueros, quedándonos ahora los dos en ropa interior. Yo me sonrojaba y él notaba con mi mirada que me daba algo de vergüenza y eso que aun todavía no me había quitado todo. Al verme con esa cara de preocupación sonrió, se acercó al oído y me dijo susurrándome:


- Eres preciosa Elena, no tienes de que avergonzarte, me encanta tu cuerpo- dijo dándome un beso en el cuello.


Estaba más tranquila así que continuemos con lo nuestro. Nos rebozábamos en las sabanas, parecíamos dos croquetas. Seguíamos besándonos apasionadamente y en un descuido conseguí quitarle los bóxers, observando su miembro. Ahora sí que podría afirmar que lo tenía todo proporcionado pensé riéndome pícaramente. Al verme reír me preguntó:


- ¿Qué te hace tanta gracia preciosa?- preguntó con cierta intriga.


- Nada, simplemente pensaba que realmente tienes un cuerpo bien proporcionado y al quitarte los bóxers lo he comprobado- dije mientras seguía riéndome como una niña.


Él no pudo evitar reírse, le hizo tanta gracia mi comentario que incluso se sonrojó.


- Bueno, creo que vas con ventaja, ahora me toca a mi comprobarlo ¿no crees?


Solo pude sonreír y asentí con la cabeza, besándole en los labios. Mientras no separábamos nuestros labios, me desabrochaba sigilosamente el sujetador y sin apenas darme cuenta me quito también el tanga. Ahora sí que sentía vergüenza e intentaba taparme.


- No hagas eso cariño, eres preciosa y a mí me encantas- dijo quitándome las manos para que dejara de taparme mi intimidad.


Logró tranquilizarme besándome la tripa, subiendo hasta mis pechos y llegando hasta mi cuello. Una vez que estaba más tranquila, le acaricie el pecho bajando hasta sus abdominales. Recordé que esa sensación le hacía suspirar y encogerse. Me dio la vuelta para que yo quedara debajo de nuevo y comenzó a bajar su mano hasta llegar a mi intimidad, la cual acarició suavemente. Pero cuando se dio cuenta que yo también suspiraba, continuo acariciándolo más deprisa aun, hasta que emitía pequeños gemidos de placer. Aquella vez fue un momento apasionante y estaba ardiente de pasión. Necesitaba más y quería darle yo también mucho placer a mi querido David. Le puse debajo y yo encima mientras bajaba mi mano hasta su miembro erecto y comenzaba a tocarlo suavemente, pero al ver su cara de placer y que me dijo “Elena, sigue por favor, me tienes loco”, quise seguir más rápidamente pues le veía ardiente de pasión. Pero no nos era suficiente, necesitábamos más amor, necesitaba entregarme a mi amado, sentirle mío.


Me giro rápidamente para que yo estuviera debajo y colocándose adecuadamente consiguió penetrarme. Los dos emitimos un gran gemido de placer, mientras nos movíamos a un ritmo acompasante y seguíamos besándonos tiernamente. Pero el placer hizo que él se moviera más deprisa haciendo que a los dos se nos pusieran los ojos en blanco, mientras yo le decía entre gemidos: “David…, no… pares”. Así continuamos unos minutos hasta que juntos llegamos al clímax. Aquella noche fue inolvidable acabamos dormidos abrazados, no se despegó de mi ni un momento, y mientras, me acariciaba la ceja y el pelo hasta que me durmiera…






Después de recordar aquel momento solté un gran suspiro y algunas lágrimas resbalaban por mis mejillas, pero a la vez se dibujaba una sonrisa en mi cara. Pensé:


- Ojala pudiera estar junto a él de nuevo, y que la distancia no tuviera que separarnos.


Pero no podía lamentarme, ya no había vuelta atrás, yo tenía que seguir con mi vida, no podía estar triste pensando en él todo el tiempo…

lunes, 23 de agosto de 2010

"Corazón caprichoso" Capitulo 2: Primera parte

                                                                   
No recordaba más aquella conversación pero solo sé que a partir de ese día llevaba la pulsera siempre, jamás me la quitaba y fuimos muy felices sobre todo yo con aquella maravillosa persona a mi lado, hasta que todo tuvo que terminar por culpa de mi traslado a Cádiz…



Él.., él no podía vivir sin mi tanto tiempo, yo no podía visitar Madrid mucho y su trabajo le impedía poder venir a verme… Por mucho que me doliera tuvimos que terminar una relación que iba viento en popa… Tuve que dejar a la persona que más quería y más feliz me hacía en esos momentos por culpa de unos cuantos kilómetros… La verdad que me dolió bastante, tanto que estuve ausente durante unos meses, durante esos meses no era yo, no comía apenas, la tristeza me carcomía por dentro como cuando la madera envejece, ninguna razón tenía ya sin él, era algo que me costaba asimilar… solo de pensarlo, solo de pensar que… ¡me había dejado! Y que había perdido para siempre a mi David, a mi gran tesoro… era sentir como si mil cuchillos se me clavaran lentamente por el corazón, como si poco a poco me ardiera el pecho y sintiera un fuerte calor en mi interior, era como una muerte lenta, placentera y sin apenas dolor del gran sufrimiento que me causaba…






Me desperté de mi pensamiento cuando oí un ruido, como si algo se hubiera caído, como si alguien hubiera entrado en casa. Me giré unos instantes para contemplar si había alguien. Pero no pasaba nada, era Luna, mi perrita, mi compañera de todos los días, la única que me hacia compañía todos los rutinarios días, esos días que me sentía tan sola…


Vivía sola en casa tras la separación de mis padres que por eso mismo estaba ahora en Cádiz y no en Madrid con mi amado… Hace varios meses me quedé aquí sola, mi madre murió de cáncer, se lo diagnosticaron más bien tarde y no pudieron salvarla… La verdad que fue muy duro aceptar que mi madre, la única persona que tenía conmigo y que más me apoyaba, se había ido para siempre. Se me juntó todo, la mudanza, la separación de David, la de mis padres, la muerte de mi madre pocos meses después… Sentía que el mundo se me venía encima, que era la chica con peor suerte del mundo y que no merecía vivir… Pero mi perrita Luna y mis amigas, que logré hacer cuando llegué, me ayudaban y me sacaban adelante. Me sustentaba a mi misma con el sueldo que el trabajo me proporcionaba. Trabajaba de profesora, enseñando a mis niños de infantil, que era otra de las razones por las que seguía viviendo… La verdad que los niños siempre me habían gustado desde pequeña y cuando me ofrecieron un trabajo como ese, poder estar con los pequeños todas las mañanas, no pude resistirme, me pareció tentador y así los pequeños harían que mi vida fuese más feliz y divertida, y yo también me distraería un poco para dejar de recordar malos momentos y dejar de mortificarme a mi misma…






Como quería terminar de ver todos los regalos que todavía permanecían en aquel cajón, dejé de pensar en toda mi situación y eché mano a un anillo escondido entre la multitud de las cartas. Fue otro de los muchos regalos de David, que junto con la pulsera nunca logré deshacerme de ellos. Cuando estaba con él siempre lo llevaba puesto, pero después de nuestra ruptura, el odio y la rabia que sentía hacia él hicieron que tuviera que guardarlos y encerrarlos con llave, como si así se fueran a apartar de mi todos los buenos recuerdos… ¿O quizás malos?...

                                                                   


Observé el anillo de oro que; como la pulsera, el tiempo lo había deteriorado y apenas brillaba, tenía algún que otro roce, pero eso sí, el diamante del centro seguía intacto, incluso conservaba su brillo, era tan bonito… No merecía estar encerrado en aquel cajón así que como hice con la pulsera, aparté el anillo para después limpiarlo y ya me pensaría si volver a llevarlo.


Sí, os pensaréis que soy tonta, que así solo conseguía mortificarme a mi misma y recordarle una y otra vez, incluso culparme por lo que pasó… Pero no podía, quería hacerlo, quería volver a tenerle en mi mente, me sentía sola, necesitaba creer que aun seguía con David, por eso quería llevar puestos sus regalos, al menos por un tiempo. Cuando intentaba dibujarle en mi mente me costaba bastante pues poco a poco después de tanto tiempo, unos dos años, iba olvidando su rostro, aunque siempre lograba recordar el color de sus ojos y su gran sonrisa de oreja a oreja. Era lo único que podía recordar con claridad. La verdad que en aquellos momentos, me hubiera gustado tanto poder verle… Aunque no pudiera ser en persona…


Entonces recordé que cuando estuvimos juntos nos hicimos varias fotos de los dos, y que debía de tener alguna guardada en algún sitio…


Comencé a revolver el cajón para ver si encontraba la dichosa foto, pero allí no estaba… Me paré a pensar, sabía que la tenía pues cada uno nos quedamos con una para jamás olvidarnos mutuamente. Volví a fijar mi vista en el cajón, entonces se me iluminó la bombilla como suelen decir. El cajón tenía un fondo oculto tapado por una capa de madera fina, la levante despacio y entre mucho polvo allí estaba la foto intacta. Por un momento me quedé perpleja mirándola y cuando reaccioné lentamente fui a cogerla con mucho cuidado, la soplé para que el polvo que la cubría desapareciera y no pude evitar quedarme embobada frente a su rostro. Había olvidado lo guapo y hermoso que era, pero no me equivocaba en cuanto a sus ojos y su sonrisa, eran tal y como la imaginaba. Pude recordar el momento que nos hicimos aquella foto, en su casa sentados en el sofá, muy juntos.

jueves, 19 de agosto de 2010

"Corazón caprichoso" Capitulo 1: Segunda parte

No, no era verdad no sé porque intentaba cada dos por tres auto convencerme a mi misma de que sin él estaba mejor, que yo era fuerte y podría aguantar su ausencia… Si, realmente comprobé que el orgullo se apoderaba de mí…



- ¡¡AAGHHHH!!- sentía tanta rabia dentro de mí, quería que aquel orgullo desapareciera, quería ver las cosas claras y darme cuenta que realmente aun echaba de menos a David, que con él pase unos meses fantásticos y que gracias a su compañía, yo era la chica más alegre que jamás había visto…


Respiré profundamente y solté un gran suspiro. Decidí seguir mirando los recuerdos que en aquel cajón se encontraban… Centré mi mirada en dos entradas de cine que estaban en el rincón… Ahora lo recuerdo, era de la primera vez que fuimos los dos al cine… la primera vez que me besó estando juntos, vimos una peli de miedo ya que nos encantaba y además la ocasión de estar juntos era inevitable. Con eso de que fuera de miedo si me asustaba me podía abrazar fuertemente a él y sentirme protegida… Aiis... Que recuerdos tan maravillosos… Fue un día tan especial, junto a él me sentía yo misma, segura, protegida, además le quería tanto… Su aroma era hipnotizante, sus ojos verdes esmeralda eran preciosos y jamás me cansé de mirarlos, y cada vez que sonreía sentía como si todo mí alrededor se iluminara. Recordé aquel primer beso que me dio, entre la oscuridad, fue algo tan especial, agarrados de la mano, en un momento en el que me sobresalte ante una escena terrorífica de la película, inconscientemente mi cuerpo se giró hacia él y mis brazos se lanzaron a su pecho abrazándole como podía. Él respondió a mi abrazo y me apretó fuertemente susurrándome, “tranquila pequeña solo es una película”, me cogió suavemente la barbilla para que nuestras caras quedaran de frente a frente y pudiera mirarle fijamente a esos ojos tan maravillosos que poseía. Recuerdo que aquel momento, el estar así con nuestros labios tan cerca y sin parar de mirarnos, me dio escalofríos y millones de mariposas recorrieron mi estomago… Poco a poco, lentamente sus labios se fueron acercando y antes de que pudieran rozarse con los míos, me dijo muy bajito: “Te quiero preciosa” y me besó tiernamente, muy suave, un beso lleno de dulzura, pasión, cariño y bondad…Un beso que aun recuerdo perfectamente como si lo estuviera sintiendo y que al recordarlo sonrío y a la vez lloro de felicidad…


Si, definitivamente aquel fue otro de los muchos días especiales junto a David…, junto a la persona que más quería en aquel momento, y que aun, por mucho que hayamos pasado, le sigo queriendo…


Pero me entristecí al pensar que él seguramente se hubiera olvidado fácilmente de mi, que yo estaba ahí recordando millones de regalos, cartas y demás cosas suyas, llorando por él, recordando lo mucho que le quería y cada bello momento que mi corazón guardaba…, y él, uff, él seguramente se alegraba de que ya no estuviéramos juntos, se alegraba de haberme perdido de vista…, se alegraba de haberme abandonado aquel día… Pensé que era tonta porque seguramente el nunca habría llorado por mí y yo estaba ahí llenando de lágrimas mis ojos sin parar de tenerle en mi mente… La verdad que no podía culparle ni odiarle por eso, ni tenía ganas de dejar de pensar en él aunque él no estuviera haciéndolo, me daba igual, nada me importaba, solo quería recordarle de nuevo y desahogarme aunque eso supondriera sufrimiento y dolor…


Así que decidida continúe revolviendo aquel montón de papeles y regalos. Logré ver la pulsera que tanto me gustaba y que, como no, él me regaló. La verdad es que era normal que aun la conservara pues era preciosa, era una de las que más me gustaba de todas las que tenía, no sé si por el diseño o por el hecho de que me la regaló un ser tan especial como él, como David…, aquella persona que tanto me quiso, pero que no se si seguía queriéndome aun, aunque estaba convencida de que no. Aquella pulsera estaba ya un poco desgastada, su brillo se había perdido, era de plata con un corazón grande en medio y dos pequeños a sus lados… Decidí apartarla para limpiarla y poder ponérmela una vez más… Mientras la tenía en mis manos recordaba el momento en el que me la regaló. Una tarde estando juntos en el parque, sentados el uno frente al otro y hablando de aquella carta que hace unos minutos había vuelto a leer. Fue un día después de haberla recibido, el día en que quedé con él y llevaba la carta en mi mano, aquel día lloraba de alegría al verle y cuando le vi me acerque corriendo a darle un fuerte abrazo, mientras le susurraba al oído:


- La carta es fantástica, pero no más que tu, no sé cómo darte las gracias David, no te imaginas cuanto te amo pequeño, eres la alegría por la que sigo cada día y la razón de mi felicidad. No hace falta que me escribas una carta para decirme cuanto me quieres, yo se que así es, pues me lo demuestras cada día que lo pasamos juntos, protegiéndome, cuidándome, abrazándome, dándome todo tu amor y haciendo que sonría cada día…-le confesé aquel día con lagrimas de felicidad en los ojos.


- Mi tesoro- dijo apartándose de mi para que pudiera mirarme a los ojos- no sabes cuánto me alegro que tu sientas lo mismo, quiero demostrarte aun mas cuanto te quiero, quiero ser feliz a tu lado y estar contigo, poder abrazarte cuando tengas miedo o cuando no, poder besarte en cualquier sitio ya sea el parque, el cine o mi casa. El simple hecho de saber que puedo estar contigo todos los días, que puedo oír esa voz tan dulce cada tarde, que puedo sentir ese perfume tan cerca de mí… Eso Elena, eso es algo magnifico e inexplicable para mí y que me gustaría tener siempre que tú quieras y me aceptes… - dijo David con un tono tan dulce que era inevitable decir que no.


- ¡Pues claro que te acepto cariño! Te quiero con locura y no quiero separarme de ti jamás- le dije antes de darle un tierno beso.


Fue en ese momento cuando nos sentamos en el banco a charlar y poco después, aprovechando que yo estaba distraída, metió su mano en uno de sus bolsillos sacando una cajita pequeña de terciopelo roja y la abrió sigilosamente poniéndola ante mis ojos.


- Esto es para ti Elena, es un regalo, una muestra de mi amor hacia ti, por favor acéptalo quiero que lo lleves o al menos no me lo rechaces. Te quiero princesa.


Yo sorprendida y con la boca abierta no sabía que decir y con una cara de felicidad tan solo pude decir:


- ¡¡Mi amor!! Es preciosa, gracias de verdad pero no tenias que haberte molestado, me compres cosas o no yo sé aun así que me quieres, no necesito regalos, mi mayor regalo eres tu cariño. Pero la aceptaré porque no quiero enfadarte y además es preciosa.

miércoles, 18 de agosto de 2010

"Corazón caprichoso" Capitulo 1: Primera parte

Aquella tarde, volviendo al pasado, encontré un millón de recuerdos encerrados en un cajón, guardados con llave para no abrirlo jamás… Pero me salté las normas y al encontrar la llave recordé que era de aquel cajón y que un día allí guarde cosas que no quería volver a ver, por lo menos en ese momento. Cuando tenía la llave en mis manos, suspiré y decidida la encaje en la cerradura de aquel cajón viejo, sucio y medio roto. Mi sorpresa fue que al abrirlo, encontré un montón de cartas esparcidas y revueltas, además de unas cuantas entradas de cine, varios regalos; entre ellos una preciosa pulsera y un anillo con una piedra deslumbrante, una rosa ya marchitada y doblada, una vieja camiseta que me di cuenta que no era mía sino de él… y muchas cosas más… Analizando cada uno de estos regalos, recordé por qué los tenía encerrados en ese cajón, por qué los guardé con llave aquella vez de desesperación y dolor… Eran tantos momentos que no quería volver a recordar, que por eso decidí alejarme de ellos al menos por un tiempo, solo hasta que consiguiera olvidarle, olvidar todo el daño que me había hecho, olvidar todo el dolor que pasé aquel día, olvidarme de su cara, de sus besos, sus abrazos, sus falsas palabras…




Pasó tanto tiempo que conseguí olvidar incluso su nombre… David, ahora lo recordaba, David, ahora el nombre me parecía delicioso, bello de pronunciar, pero antes el solo nombrarlo me producía dolor, odio, asco, incluso miedo y rabia….


El tiempo me ha hecho superar aquel mal trance, aquella ruptura que tanto me afectó por dentro, aquel abandono que mi corazón le costó tanto asimilar. Ahora todo ha cambiado, ahora ya no hay dolor, ni rabia, ni odio hacia David, ahora son otros los ojos con los que le veo… Él tenía 20 años por aquel entonces al igual que yo, éramos de la misma edad, ahora ya ha pasado bastante tiempo y yo ya tengo 22, supongo que el también o los cumplirá dentro de poco.


Volví a centrarme en analizar todos los recuerdos de aquel cajón. Empecé por las cartas de las cuales leí una, una de las mejores cartas, en realidad la carta en la que David me declaraba todo su amor por mí. Decía así:


“Querida Elena:


Todo este tiempo que ha pasado desde que te conozco ha sido muy especial para mí, jamás había conocido a una persona como tú, tan encantadora, tan preciosa, tan amable, tan… no tienes palabras Elena, no te imaginas lo feliz que me haces cada vez que estoy a tu lado, el estar contigo cualquier día, poder compartir unas dulces palabras, hacerte sonreír y poder enamorarme de tu sonrisa, el poder cogerte de la mano, abrazarte y que me abraces tan fuerte que hasta pueda sentir los latidos de tu corazón, poder olerte cada día y adentrarme en tu sentir. Cuando puedo tenerte cerca y besarte en los labios suavemente, esos besos lentos y eternos que van seguidos de escalofríos internos que recorren todo mi cuerpo, es algo que jamás imagine que sentiría con ninguna otra chica. Eres tan especial Elena, no quiero perderte, no puedo separarme de ti, sin ti mi vida no tendría sentido, el despertarme sabiendo que tu estas a mi lado es algo que me hace seguir adelante en días malos como este. Tú me das todo con solo respirar, no dejaré que te pase nada malo estando a mi lado, porque te mereces esto y mucho mas, porque quiero amarte sin límite Elena, porque me encantaría despertar cada mañana a tu lado y dormir contigo, me transmites seguridad y calma…


Eres una chica preciosa, como un ángel en mi vida, eres la protagonista de mis sueños, la única que reside en mi corazón, la única razón por la que existir en estos instantes…


Con esta carta quería reflejar mi amor hacia ti y si aun no te ha quedado claro, he pensado que podíamos quedar mañana en el parque de al lado de tu casa y charlamos sobre esta carta más tranquilamente si tú prefieres oírlo en persona… Solo deseo que aceptes mi corazón, es todo tuyo, lo dejo en tus manos, cuídalo y mímalo, pues yo lo haré también con el tuyo si me lo permites. Mañana nos vemos, a las 5 te espero en nuestro banco de siempre ¿te parece? Mándame un sms al móvil con tu respuesta. Un abrazo y un beso Elena, te quiero.”


David.


Al terminar de leer aquella carta esbocé una gran sonrisa pero a la vez no podía evitar que las lágrimas se apoderaran de mí… Recordé incluso el momento que la leí el mismo día que me la dio, bueno, exactamente no me la dio, me la escondió en el bolso y pude verla al llegar a casa. Aquel día era la chica más feliz que te pudieras encontrar, también salían lagrimas de mis ojos pero aquella vez era de felicidad y ahora lloraba de tristeza, me sentía triste al recordarle, le extrañaba, ya no le tenía rencor ni odio por todo lo que me había hecho, incluso me convencí a mi misma de que, lo que había pasado, no había sido para tanto y que el orgullo se había apoderado de nosotros junto con la distancia alejándonos cada vez mas… Salí de mi pensamiento cuando noté que una lágrima empapaba el papel y rápidamente la sequé para que no se borrara la tinta y pudiera mantenerla intacta, ya que jamás iba a tener el suficiente valor para romperla, por mucho dolor que me produjera el hecho de leerla… Doble la carta con cuidado y la coloqué ordenadamente junto a las demás. Después me sequé las lágrimas y me dije para mí misma:


“Elena, tranquilízate no debes estar triste por él, ya todo se terminó y ahora estas mejor…”

martes, 17 de agosto de 2010

"Corazón caprichoso" Prólogo


¿No os ha pasado alguna vez que estáis artos de buscar la felicidad y no encontrarla? ¿No sentís como si toda la mala suerte pudiera recaer sobre una persona en poco tiempo? Arrepentirse por malas decisiones, sentimientos equivocados…



Pues así lo pasará nuestra protagonista. Elena, una chica de unos 22 años que camina durante toda su vida con un solo objetivo, buscar la felicidad que tanto añora y una vez le robaron o más bien perdió. El intentar olvidar su pasado sin éxito alguno, provocará que Elena tome decisiones equivocadas, tan erróneas que llegara a jugar con las personas a las que más quiere… Solo y únicamente por encontrar en su corazón un sustituto a su primer amor…


¿Qué será de ella? ¿Cómo asumirá todos sus errores? ¿Qué le deparará el destino?



Toda una vida luchando por alcanzar la felicidad siempre deseada, para conseguir al amor de su vida... Y tras ello, errores, traición, celos, muertes, infidelidad, venganza, caprichos... El no saber tomar buenas decisiones y no aclarar sus sentimientos, llevarán a Elena a tener un corazón caprichoso.