Toda una vida luchando por alcanzar la felicidad siempre deseada, para conseguir al amor de su vida... Y tras ello, errores, traición, celos, muertes, infidelidad, venganza, caprichos... El no saber tomar buenas decisiones y no aclarar sus sentimientos, llevarán a Elena a tener un corazón caprichoso.



sábado, 23 de octubre de 2010

"Corazón Caprichoso" Capitulo 9: Primera parte

Carlos se marchó, no pude evitar quedarme embobada viéndole andar, hasta que le perdí pues ya había dado la vuelta a la esquina. Cerré la puerta y tiré los tacones y el bolso donde pude. Estaba reventada pero aquella tarde había sido tan especial. Me sentía como una adolescente de quince años enamorada tontamente. Enamorada de aquel chico tan  hermoso… Se veía que me quería y que de verdad me cuidaría. No quería hacerme ilusiones tampoco como con David, pero me sentía muy afortunada por tenerle y di gracias por haberme mandado a aquella linda persona en mi vida.
                                                 …………………………………………………………………
(Carlos)
Estábamos en casa de aquella chica, yo junto con Marta, a unos segundos de conocerla. Marta me había hablado muy bien de ella, me había contado toda su trágica historia. Me sentía mal por ella, quería conocerla, apoyarla… Llamamos al timbre y enseguida abrió una chica hermosísima. Era una chica morena, de pelo largo, ni muy delgada ni muy gorda, normal, con unos ojos tirando a verdes, su tez suave y clara, una piel perfecta y una sonrisa que parecía pintada por un artista. Llevaba un vestido rojo por las rodillas, iba muy bien maquillada, natural, y unos tacones también rojos que la hacían más esbelta. Era perfecta, bella, peculiar. Sonreí al verla. Notaba como ella me miraba y durante unos segundos nuestras miradas se cruzaban. Algo en mí surgía. Me sentía extraño, incapaz de borrar esa sonrisa de idiota que tenía. Sentí como Marta me dio un codazo para que opinara sobre la belleza de aquella linda chica. No pude más que soltarle “piropos”, o al menos así lo llamo ella. Elena, que lindo nombre. Era perfecta. Se encamino a coger el bolso y en unos minutos salimos por la puerta Marta, Elena y yo. Mientras nos dirigíamos al velador no paraba de mirarla, de contemplar su belleza y aunque llevaba a Marta al lado de vez en cuando me asomaba para verla. Dichosos los ojos que la veían. Notaba como ella también me observaba, se perdía en mis ojos y ninguno atendíamos a lo que Marta nos contaba tan entusiasmada. Llegamos a aquel velador y nos sentamos. Deseaba que Marta por fin empezara su plan. Habíamos planeado que si todo iba bien y yo se lo pedía con la mirada, ella fingiría que iba al baño y nos dejaba solos. Pero ella no iría al baño si no a su casa. Así yo tendría el camino libre.
Y así fue, a la media hora Marta se fue, supuestamente, al baño. Suspiré tranquilo porque por fin estaba a solas con esa dulce muchacha, por fin podría centrarme solo en aquellos lindos ojos, en su sonrisa tan linda. Me senté a su lado y empezamos a hablar de trabajo, edad, etc. Comprobé que teníamos gustos parecidos, realmente era preciosa. Me perdía en su mirada, en su ternura, su belleza. Quería conocerla mejor y en un instante acabé diciéndoselo, acabé confesándola que quería estar con ella, que era hermosa y sentía ya un cariño especial hacia ella. ¿Pero cómo se puede querer a una persona después de  una hora de conocerla? No lo sé, a lo mejor era una locura, pero Elena me atraía, había algo en ella especial. A lo mejor no era querer pero sentía la necesidad de cuidarla y protegerla, de abrazarla y acurrucarla entre mis brazos. De que nada le ocurriese. Era puro instinto protector. Ella no quería enamorarse, le daba miedo volver a sufrir después de su pasado y su amor por David. Sus ojos empezaban a humedecerse, no quería llorar, pero aquellos recuerdos del pasado le llevaban a hacerlo. Instintivamente abrí los brazos para abrazarla y ella no dudo en ocultar su rostro en mi hombro y arrancar a llorar. Era tan dulce, guapa aun llorando. Me sentía mal, ella no se merecía aquello. Aquel cabrón no se merece su amor si la dejo por eso… Pero yo estaba dispuesto a hacer lo que fuera por aquella frágil y bella muchacha. Quería amarla, quería enamorarme de ella poco a poco.
En cuanto ella derramó sus lágrimas en mi hombro y se separó de mí, sus labios estaban demasiado cerca de los míos. Sentía lentamente su respiración aun agitada por sus sollozos. Nuestras miradas permanecían fijas. Sus pequeños ojos me hipnotizaban, no me cansaba de observarla. Le acaricié el mentón y poco a poco me acerqué más a ella. Me miraba asustada pero a la vez deseosa. Quería besarla, quería probar esos magníficos labios. Quería que sus labios me llevaran a un mar de desasosiego y tranquilidad. Y así fue como en unos segundos acabé rozando sus labios. Primero pequeños besos, suaves y castos. Poco después dimos paso al deseo que nos pedía que nuestros labios se unieran con nuestras lenguas. Besos dulces, tiernos y llenos de amor. Besos distintos a los que había sentido con ninguna otra chica. Era especial y sus besos eran tan necesarios, que no podía separarme. Al final, poco a poco después de unos segundos con nuestras bocas unidas nos separamos a la vez. No sabíamos que decir, sobraban las palabras. Yo seguía hipnotizado con esos ojos, con esa sonrisa. Aun permanecíamos cerca con nuestros alientos entrecortados jadeantes de pasión.
Y fue cuando entonces ella hablo:
-        Vaya… mm.. ha sido un beso fantástico, como tu… Claro que me gustaría conocerte, estoy impaciente- me dijo con una sonrisa picara.
No podía creerme lo que acababa de decir. Era feliz, me acababa de decir que me dejaba entrar en su vida, por así decirlo. Una sonrisa se dibujó en mi cara lentamente. No sabía que decir, deseaba abrazarla, besarla sin que nada ni nadie nos parara, pero tenía que contenerme. La contesté cariñosamente. La prometí que jamás me iría de su lado, pues quería estar con ella siempre. Pero en esos momentos sentí como metí la pata de nuevo.

martes, 12 de octubre de 2010

"Corazón caprichoso" Capitulo 8: Segunda parte

-        Vaya… mm.. ha sido un beso fantástico, como tu… Claro que me gustaría conocerte, estoy impaciente- le dije con una sonrisa picara.
-        No sabes cuánto me alegras el día, este beso solo ha sido el principio, una primera muestra de lo que siento por ti Elena. Y si tu quieres estoy dispuesto a demostrarte que jamás me iré de tu lado…
-        No… no por favor… no me digas eso… ni mucho menos lo jures… Eso ya lo oí una vez y mira como acabé, sola… No fue capaz de cumplirlo... él…- no pude continuar pues mis ojos se ponían llorosos y Carlos me tranquilizo poniéndome su dedo en mis labios para que no siguiera hablando.
-        Shhh, por favor, no recuerdes más el pasado, así te sentirás peor, ven anda abrázame…- dijo abriéndome los brazos.
Yo no me lo pensé dos veces, pues no quería que aquel chico tan hermoso me viera con lágrimas en los ojos y tapé mi cara en su pecho abrazándole muy fuerte, como transmitiéndole que nunca me dejara pues ya había sufrido bastante y no aguantaría otra ruptura como la de David.
Carlos me acariciaba suavemente el pelo y me daba cortos besos en la cabeza.
-        Ya esta pequeña, yo te cuidaré siempre, si tú me dejas… No llores por favor, no puedo verte así…
Yo me separé de él para mirarle a los ojos.
-        Gracias Carlos, lo siento pero no podía evitarlo. Yo… no quiero perder de nuevo a la gente que quiero… no lo soportaría, ya han sido demasiadas…
-        Lo sé, Marta me contó y me sentí fatal, no sabes cuánto lo siento, pero a mí no me perderás te lo prometo, además yo… yo te quiero Elena y nunca podría irme de tu lado aunque quisiera…
Yo sonreí y le acaricie la mejilla. Estaba tan a gusto hablando con aquel chico, con Marcos también me sentía bien pero no sé era distinto, había algo en Carlos que me atraía más que Marcos. Sentía como mi corazón latía más deprisa cada vez que estaba con Carlos, no podía evitarlo, segundo a segundo me enamoraba más de él. Pensareis que es una locura, ¿Cómo te puedes enamorar de una persona en solo una tarde tras conocerla? Pues no sé pero yo sentía que así era. Llámenlo un flechazo o amor a primera vista…
Reaccioné y vi que Carlos seguía parado frente a mí mirándome, como si él también estuviera pensando sobre mí. Así que aproveché y le di un corto beso en los labios.
-        Bueno creo que es tarde y Marta… no puede ser que aun este en el baño- le dije
-        No, Marta no está en el baño cielo, ella se ha ido a casa, me lo dijo antes de que quedáramos. Ella ya lo tenía todo preparado- sonrió él.
-        Vaya vaya con Marta, que bien calladito se lo tenía- dije fingiendo estar molesta.
-        Anda tonta, ¿es que no te alegras de que nos haya dejado solos?
-        Pues claro que sí, lo estaba deseando desde que te vi en la puerta, pero… ahora… me tendré que ir sola a casa y ya está anocheciendo.
-        De eso nada, ¿Cómo te vas a ir sola a casa? Para eso estoy yo, te acompaño hasta tu casa para que no te pase nada y no me digas que no porque si no me enfado- dijo riéndose.
-        ¿De verdad? Muchas gracias Carlos, bueno, no te voy a decir que no, porque la verdad me da mucho miedo irme sola. Bueno pues entonces pagamos y nos vamos que se está haciendo tarde ¿vale?- le sugerí.
-        Si si, yo invito tranquila no te preocupes por nada.
Carlos pagó y salimos de aquel velador dirección a casa, cruzamos el parque dando un paseo, cogidos de la mano y sin parar de mirarnos, poco más y tropezábamos con la gente. Por el camino hablábamos de cualquier cosa. Le dije que por favor viniera a la fiesta que Marta había preparado mañana con todos nuestros amigos. Además Marcos también vendría, y aunque sería una situación algo incomoda, mañana tendría que elegir entre Marcos y Carlos. Estaba un poco nerviosa, no quería que ninguno se enfadase, pero estaba segura de mis sentimientos y sabía lo que tenía que hacer.
Carlos aceptó encantado.
-         Pues claro que voy, con tal de verte a ti me da igual donde tenga que ir- dijo con una  sonrisa de oreja a oreja.     
-        Eres un encanto Carlos, gracias por tratarme tan bien, no creo que lo merezca después de todo…
-        No digas eso, tú te mereces todo lo mejor Elena, ya has sufrido bastante y yo haré que seas feliz de una vez por todas, eres tan… delicada, tan sensible… pareces una muñequita y a esa muñequita la quiero proteger con toda mi alma, aunque sea lo último que haga- dijo muy convencido y seriamente.
-        No exageres, no quiero que hagas tonterías por mí, yo… no quiero perderte ya lo sabes, te quiero…


Estábamos llegando a casa y me paró en un momento, cogiéndome de las manos y acercándome a él.

-        A mí no me perderás, pero no puedo permitir que te hagan daño, no sé qué sería de mí si algo pasase. Me tienes contentísimo, estoy feliz, creo que ahora vuelvo a sonreír gracias a ti, y es que jamás había sentido algo tan fuerte con ninguna otra chica, tu… Elena… eres muy especial- dijo para después besarme dulcemente, suave, a ritmo lento, pero llenos de pasión.

Pero no quisimos adelantar nada aun, solo nos habíamos visto un día y queríamos que las cosas fueran despacio y bien.
Terminamos de besarnos y me acercó hasta la puerta de casa. Nos despedimos aunque nos costó bastante separarnos.
-        Espero verte mañana en la fiesta, te echaré de menos esta noche. Gracias por todo ha sido una tarde maravillosa.- le dije.
-        Gracias a ti, conocerte ha sido lo mejor que me ha pasado. Mañana te veo y si me permites me gustaría pasar a recogerte a casa, ¿te importa?- dijo haciéndome un puchero para convencerme.
-        Bueno… pues yo…- pero al verle la carita que me ponía no me pude resistir y no se lo pude negar- Esta bien, te dejo que vengas a recogerme…
-        Muy bien, pues a las ocho estoy aquí puntual para ver a la chica más guapa de la tierra- dijo exagerando y cogiéndome por la cintura.
-        Que trolero estas hecho, nos vemos mañana, que descanses y sueñes con los angelitos- dije dándole un pequeño beso.
-        Mmm… entonces eso suena a que seguramente soñaré contigo- dijo sonriéndome. Hasta mañana Elena, te quiero.
-        Yo también te quiero. Adiós.

viernes, 8 de octubre de 2010

"Corazón caprichoso" Capitulo 8: Primera parte

Carlos
                                                                                  

Carlos era un chico muy peculiar, alto, moreno de piel, de pelo castaño y con unos ojos azules que con solo mirarlos parecía que te adentraras en el mismísimo mar. Físicamente era musculoso y bien proporcionado. Y solo con aquella mirada que me puso al recibirme supe que era un buen chico. Tal vez me dejaba llevar por las apariencias, pero algo en mi interior me decía que aquella persona merecía la pena conocerla.
-        ¡Hola Elena!- me saludó Marta dándome un gran abrazo.
-        Hola Marta, ¿Cómo estás?
-        Pues muy bien como siempre ¿y tú?- dijo mirándome de arriba abajo. Vaya…, pero que guapa te ves hoy, ¿verdad Carlos?- le preguntó dándole un codazo.
-        Jamás había visto tanta belleza junta- dijo aquel chico mirándome asombrado y sin apartar su vista de mis ojos. Soy Carlos, encantado de conocer a tan esplendida chica, ¿cuyo nombre es…?
-        Soy Elena- dije con una tímida sonrisa- mucho gusto y gracias por el cumplido.
-        No hay de que “demoiselle”- dijo haciendo una reverencia y sin dejar de reírse.
-        Bueno, bueno- interrumpió Marta, dejémonos de presentaciones y vámonos ya. ¿Estás lista ya esta vez, no Elena?
-        Si , si solo me falta coger el bolso, un momento, esperadme.
Corrí a la habitación donde tenía el bolso ya preparado con el monedero y el móvil, y salí pitando hacia la puerta pues quería seguir viendo aquellos lindos ojos azules.
¡Qué ojos! No podía parar de mirarlos. De camino al velador Marta estaba en medio de los dos y Carlos y yo a su lado, puesto que cada vez que teníamos que dirigir la vista hacia Marta para escucharla, nuestras miradas se cruzaban y una sonrisa se dibujaba en nuestras caras, una tímida pero a la vez picara sonrisa.
Llegamos al velador donde nos sentamos de tal manera que Carlos y yo quedáramos en frente.
Cualquiera que nos viera adivinaría en dos segundos que ambos estábamos gritando por dentro: “¡¡Quiero conocerlo/la, Marta déjanos a solas!!” Era una situación graciosa la verdad.
Marta hablaba y hablaba como siempre, pero ninguno de los dos la escuchábamos pues andábamos ocupados mirándonos fijamente y pensando misteriosamente el uno en el otro, aunque llegó un punto que Marta se dio cuenta y disimuladamente se levantó, fingiendo que tenía que irse al baño. Asi que cogió su bolso, me miró para guiñarme un ojo y se dirigió dentro del bar hacia, supuestamente, el baño.
Carlos me había atraído de manera peculiar, no sé si físicamente o por su forma de ser…, pero si apenas le conocía… ¿Cómo podía sentirme a gusto con su presencia? Si solo habían pasado unos minutos, tal vez una hora…
-        Bueno…-comenzó a decir él- veo que Marta al fin nos ha dejado un rato solos, pensé que no pararía de hablar nunca- dijo levantándose y sentándose en el asiento donde Marta había estado para así estar a mi lado.
-        Ja ja, la verdad que sí, pero bueno, es que la encanta cascar, es así. Bueno cuéntame, ¿qué años tienes y a que te dedicas?- le pregunté.
-        Pues tengo 23 y trabajo de pediatra en el hospital, por así decirlo soy médico.
-        Vaya con que te gustan los niños también entonces ¿no?- pregunté curiosamente.
-        Pues la verdad que sí, son una ricura y añadiendo mi pasión por la medicina…- dijo sonriendo y sin dejar de mirarme con esos ojos intensos.
-        Vaya, pues está muy bien…
-        Bueno ¿y tú que años tienes? ¿a qué te dedicas?- me preguntó.
-        Pues tengo 22 y a mí también me encantan los niños así que soy profesora de infantil en el colegio de aquí al lado, y la verdad que los peques me alegran el día…
-        Anda, no pensé que a ti también te gustaran los niños, veo que tenemos gustos parecidos. Seguro que eres una buena profe…- dijo sonriendo y mirándome profundamente.
-        Bueno, hago lo que puedo, pero las madres están encantadas conmigo, no sé…
-        Claro que sí, además yo también estoy encantado contigo, eres estupenda y muy hermosa…- dijo bajito y cogiéndome de la mano…
Yo no sabía que decir y me sonrojaba por momentos.
-        Tu… tú también eres guapísimo…- le dije algo entrecortada y agachando la cabeza.
Él inmediatamente alzó mi barbilla para que mis ojos le miraran y nuestras miradas se cruzaran. Con la otra mano me acarició suavemente la mejilla y yo sentía escalofríos.
-        Me encantaría conocerte mejor, si tú me dejas claro, jamás había conocido a una persona tan especial como tu Elena…
Simplemente asentí con la cabeza y sonreí… Notaba como Carlos se acercaba lentamente, sentía una especie de tensión, como si el estómago se me subiera de golpe…, más o menos, como bien dicen, sentía mariposas en el estómago.
Hasta que en un abrir y cerrar de ojos note sus labios rozando los míos. Nos besamos tiernamente, lento pero con pasión, nuestras lenguas se encontraban y yo estaba sintiendo tal atracción por Carlos que de no ser porque estábamos en la calle…
Poco a poco nos separamos sin saber que decir, hasta que hablé yo…

domingo, 3 de octubre de 2010

"Corazón caprichoso" Capitulo 7: Segunda parte

Marta seguía pensando en su decisión de presentarme algún chico con el que pudiera “distraerme”. Iván y Marta llevaban unos meses viviendo juntos y como cada noche cenaron en casa. Durante la cena ella le contó a su novio que ya sabía que chico tenía en mente.
-        Cariño, pues he estado pensando y creo que sé quien puedo presentarle a Elena para que cambie su actitud y se anime.
-        ¿Ah si? ¿Y quién es?- preguntó Iván con curiosidad.
-        Pues había pensado en Carlos, es un chico muy majo, simpático y no es mala persona, además le conozco bien y sé que se desvive por las personas a las que quiere. Estoy segura que si todo saliera bien sería el chico perfecto para Elena… ¿Qué te parece?
-        Llevas razón, no había caído en él, pero si es verdad, Carlos es un buen tío, además yo me llevo genial con él y también lo conozco y no creo que la haga daño. Y bueno… todo hay que decirlo, es bastante guapo- dijo incitando a su novia a que diera una respuesta.
-        Bueno… pues… si pero…- decía Marta entrecortada para que su novio no se pusiera celoso.
-        Ja ja, anda tonta que no me importa que lo digas si yo sé que me quieres mucho ¿verdad?

Marta suspiró tranquila y miro con cara de enfado a Iván pues la había puesto en un aprieto.

-        No me vuelvas a hacer eso tonto- dijo ella aparentando estar enfadada.
-        Es que me ha hecho gracia la cara que has puesto, incluso así estas más guapa- dijo con una sonrisa pícara.
-        Bueno, Carlos es guapo, si, y tiene unos ojos preciosos, pero no más que tu… Tu siempre serás mi tesorito- dijo dándole un tierno beso.

Al final los dos decidieron que Carlos era una buena opción.
Yo no le conocía, pues Marta nunca me lo había presentado, y era casi el único amigo que ella tenía y que no conocía aun, pues casi todos sus amigos también eran mis amigos.

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Me fui enseguida a la cama para repasar mentalmente aquel día tan movidito que había tenido. No podía quitarme de la cabeza a Marcos y de vez en cuando me aparecía la imagen de David. ¿Querría sustituir el amor de David por el de Marcos? ¿Le diría que si a Marcos, solo para no sentirme sola y poder sentirme querida? Eso no sería justo, pues no se merecía eso. Creía que lo mejor en ese momento sería conocerle un poco mejor, quedar con él más a menudo para ver si realmente sentía atracción hacia Marcos y no era puro cariño de amigos.
Y pensando en todo esto e intentando aclarar mis sentimientos, me quedé dormida profundamente.

La semana pasó sin ninguna novedad, todas las mañanas me iba a trabajar al colegio y venía a comer a casa, por las tardes hacía cosas en casa, o  algunas me tenía que quedar en el colegio preparando clases, ordenando, etc.  Otra tarde quedé con Marta para ir de compras, otra con Ana para avisarle sobre la fiesta que mi amiga tenía planeada para ese fin de semana, etc.

Los pensamientos hacía Marcos acabaron pronto, pues decidí que no sentía algo más por él, simplemente amistad. No me llamo en toda la semana, supongo que aun estaba arrepentido de haberme contado sus sentimientos, yo tampoco quise llamarle, no quería estropear la amistad que teníamos y además le vería pronto en la fiesta…
Para el viernes yo había quedado con Marta, pero lo que no sabía era lo que me tenía preparado mi amiga. Aunque algo me avisó y me contó que sería probable que también se apuntara a la quedada Carlos, aquel chico que Marta estaba empeñada en presentarme. Yo seguía con mi nueva mentalidad y se me notaba muchísimo el cambio. Ahora si era yo, siempre sonriendo, guapa, con ganas de vivir y con una energía en el cuerpo increíble.
Todos los días procuraba ir bien arreglada con la nueva ropa que me había comprado con Marta aquella semana. Aunque tampoco dejaba de lado la ropa vieja pues no me quedaba tan mal.
Llegó el viernes por la tarde, después de una larga mañana de trabajo, antes de que Marta llegara acompañada de Carlos, decidí darme una ducha relajante antes de prepararme, pues aun quedaba bastante para que llegaran y esta vez sí que no iba a permitir que me esperaran, además de que me daba vergüenza y temía lo que pudiera pensar Carlos de mí. Me relajé durante diez minutos bajo el agua mientras caía por mi cabeza. Cuando salí de la ducha con una toalla, busqué en el armario algo para ponerme.

-        ¿Vestido o pantalón corto?- pensé hablando para mí misma- No, no ¿o mejor vestido y falda?

No quería lucir mucho mis piernas, pues no me gustaban nada y prefería evitar enseñarlas, sobre todo si había chicos a la vista, por lo que al final me decanté por un vestido por encima de las rodillas rojo, con tirantes finos y escote en pico. Me gustaba como me quedaba ya que el rojo favorecía bastante a las morenas, o eso creía yo, pero me sentía muy bien y cómoda. Cogí mis tacones rojos y me los puse. Me miré en el espejo del armario y me vi magnífica.

-        Vaya Elena, va a resultar que vas a ser guapa y todo- dije para mí misma sin poder evitar reírme.

Como aun tenía tiempo hasta que mi amiga llegara, decidí rizarme el pelo, además de que me gustaba, me daba un aire de chica más sexy y joven y quería causar buena impresión a aquel nuevo chico que Marta traería. Me entraba curiosidad por conocerle, pues ella siempre estaba hablándome bien de él para intentar convencerme que era un gran partido para mí, así que ya que se empeñaba en presentármelo, pues quería ir bien guapa.
Cuando terminé de arreglarme el pelo me maquillé de manera natural, no muy recargado pero sí que se notara. Pinté el parpado de los ojos de una sombra roja para resaltarlos bien y así que contrastara con el vestido, rímel en las pestañas y solo brillo para mis labios, pues ya bastante había resaltado los ojos… Me miré al espejo y la verdad que estaba estupenda. Marta no me había notado mucho mi nueva mentalidad, pues cuando fuimos de compras a penas estuvimos tiempo y no mostré muchas señas de alegría y, por lo tanto, quería sorprenderla y que se llevara una alegría. Bueno no solamente pretendía sorprender a Marta, sino también al acompañante.

“DING DONG” Sonó el timbre, Marta y Carlos ya estaban ahí. Fui lo más deprisa que pude a abrir y allí estaba Marta tan guapa como siempre y a su lado, había un chico, supuse que sería Carlos.