Marcos me miró algo aliviado, aunque claramente triste por mi respuesta, me cogió de la barbilla y me dijo con una sonrisa muy dulcemente:
- Gracias Elena, no quería perderte, no me importa si no podemos ser algo más, solo deseaba que pudiéramos volver a ser amigos de nuevo como antes. Por lo demás, espero que seas muy feliz y que alguien que realmente te merezca y te quiera este contigo siempre- me dijo mirando de reojo a Carlos y señalándolo con la vista.
- ¿Carlos?- dije riéndome- Bueno, él y yo…Yo le quiero pero… hay un problema Marcos- le dije preocupada y entrecortada, pues no sabía como decírselo.
- ¿Qué pasa? ¿Es que te ha hecho algo?- preguntó preocupado.
- No, no es eso. Es que… bueno, yo… sigo queriendo mas a otra persona- le dije avergonzada.
- ¿Quién? ¿El David ese?- me preguntó algo enfadado.- Venga ya Elena, no me lo puedo creer, después de todo lo que te ha hecho ese desgraciado. Además, el sigue en Madrid, no puedes hacer nada.
- No Marcos, él ha vuelto. Esta aquí, le tenían que cambiar de ciudad por trabajo y se mudó aquí para estar conmigo. Vive en la calle paralela a la mía. Y Bueno yo… esta mañana quedamos para tomar café y me dijo que…- pero no pude seguir.
- Espera, no me lo puedo creer, ¿¡David esta aquí!?
Marcos gritó tan fuerte que pudieron enterarse casi todos, pero Marta que era la que más cerca estaba fue la única que escuchó con precisión aquellas palabras y se acercó a mi interrumpiendo la conversación que tenía con Marcos.
- ¡¿Cómo has dicho?! Elena, ¿es eso cierto? ¿David esta aquí?- me preguntó seriamente Marta.
- Pues... me temo que sí Marta- le dije avergonzada con la cabeza cabizbaja.
Marcos seguía furioso, con los puños cerrados. Marta boquiabierta, no podía creerse que “aquel imbécil” como ella lo llamaba, hubiera llegado en el momento en que yo estaba empezando a enamorarme de Carlos.
- Maldito cabrón, tiene que llegar y estropearlo todo, todo. Se va enterar- decía Marta furiosa
- Por favor Marta, Marcos calmaros. No pasa nada ya hablé con él esta mañana en el café y….
- ¿¡Qué?! ¡No me lo puedo creer! ¿Me estás diciendo que has quedado con él ya? ¿No te puedo dejar ni un momento sola o que pasa? Te dije que le olvidaras Elena, que lo único que David te había hecho era sufrir y no me hiciste caso, ¿en qué idioma hablo? Ahora caerás en sus redes y ya no habrá vuelta atrás. Y te aseguro una cosa. Como vuelva a hacerte daño, a mi no me vengas llorando porque no pienso ayudarte.
Aquellas palabras de Marta me dolieron como puñales que se clavaban poco a poco en el pecho. No podía más, ella estaba siendo muy dura conmigo. A lo mejor llevaba razón, pero mi amiga no entendía lo mucho que le quería. Además ni si quiera sabía que él había cambiado, que había venido con intención de amarme para siempre y que nadie ni nada nos separase. Marcos también estaba boquiabierto por las palabras tan duras de Marta y él también pensaba que se había pasado. Podía verlo en sus ojos.
- Yo… yo…- pero no pude más, acabé llorando y salí corriendo de entre los dos, del salón.
Me fui directa a la habitación de Marta, cerré la puerta de un portazo y me tumbé en la cama sin parar de llorar y patalear. Los tacones volaron hasta caer en el suelo. Ya no aguantaba más con ellos y de la rabia que tenía los tiré por ahí. Dejé el bolso en la cama que aun lo llevaba en la mano.
(Marcos)
Seguía pensando en Elena. No podía quitármela de la cabeza. Ni si quiera en esos momentos, ni si quiera en la fiesta de una de mis amigas. Quería olvidarme de todo y poder disfrutar pero algo en el corazón me impedía hacerlo. Estaba allí, sentado en el sofá con mi cubata en la mano pero sin ganas de nada. Gente y más gente bailaba y hablaba tras la música. Risas, bailes, alcohol, música. Lo típico de una fiesta de amigos que en esos momentos no quería disfrutar. Entonces apareció una chica hermosa. Cuando la miré a los ojos sonreí por dentro de volver a verla. Era Elena, mi dulce Elena. Estaba hermosa. Vestía un vestido rosa. Llevaba su pelo totalmente estirado. Llevaba sus ojos pintados y sus labios tenían un aspecto más carnosos. Estaba irreconocible. Era imposible no quererla.
Se sentó a mi lado. Sentía que el corazón se me salía del pecho. Yo seguía cabizbajo. No tenía valor para mirarla directamente a los ojos. Empezó a hablarme. Pude contemplar como notó mis ojos hinchados con mis apreciables ojeras. Me preguntó como estaba. Mentí. No estaba bien ni mucho menos. No paraba de pensar en ella. Pero no quería decírselo. Solo le recordé que en toda la semana no había recibido ni una llamada suya contestándome a mi declaración del otro día. A los pocos minutos me arrepentí de habérselo dicho. Me sentía avergonzado conmigo mismo. Al fin me confesó su respuesta. Aunque sabía cual sería, mi corazón dio un gran vuelco. Sentí una punzada en el estómago y otra más grande en el corazón que me aprisionaba la garganta y no me dejaba articular palabra durante unos segundos. Por otro lado, me sentía aliviado. Al menos no la perdería del todo. Ella me prometió que seriamos amigos, que no se iba a distanciar de mí por eso. Suspiré tranquilo y logré sonreír. Al menos puedo tenerla como amiga, aunque me torture más a mi mismo.
Estuvimos hablando. Le deseé que fuera feliz con alguien que la mereciera. Pensé en Carlos. Pues me había enterado que se habían conocido ayer y habían congeniado muy bien. Incluso había feeling entre ellos. Me daba cierta envidia, pero en el fondo me alegraba por los dos. Mi sorpresa fue ante su cara de preocupación. Poco a poco me contó cual era su problema. David. Al nombrar a ese tío, mis puños se cerraron, mis dientes se apretaron e intentaba convencerla para que se olvidara de él ya que estaba en Madrid. Sentía una gran rabia. Odiaba que no pudiera quitarse de la cabeza a aquel cabrón. Con todo lo que la hizo sufrir.
- No Marcos, él ha vuelto. Esta aquí, le tenían que cambiar de ciudad por trabajo y se mudó aquí para estar conmigo. Vive en la calle paralela a la mía. Y Bueno yo… esta mañana quedamos para tomar café y me dijo que…
¡¿Cómo?! Imposible. ¿David en Cádiz? No. No podía ser. Ahora mi furia aumentaba. Lo sentía por Carlos. Conociendo a Elena, elegiría a David aunque le hubiera dado falsas esperanzas a mi amigo Carlos. Era injusto. Aquello era egoísta. Parecía una niña caprichosa. Creo que grité demasiado fuerte que David había regresado. Por lo que Marta se enteró y se acercó con los ojos como platos, gritándole a Elena como una posesa.
La verdad que fue muy dura. Le dijo cosas a Elena que dolían. Que incluso me dolieron a mí. Elena no podía más y del sufrimiento y la impotencia que sentía salió corriendo del sofá dirección a la habitación de Marta. Dando un portazo que tembló media casa.
Intenté hacer razonar a Marta poniéndola en el lugar de su amiga. Entonces después de unos minutos se dio cuenta que se había pasado gritándole de esa manera. Jurándole a su mejor amiga que cuando tuviera problemas ella no iba a estar a su lado. Era algo terrible, no se había parado a pensar el daño que había causado en su mejor amiga. Así, convencida se dirigió hacía su habitación donde se hallaba Elena, dispuesta a pedirla disculpas.
Yo por una parte, entendía a Elena, pero mi corazón no comprendía que amara a otro. A otro que le hizo sufrir tanto una vez y de nuevo había regresado interponiéndose en su vida y en la de los demás. O mejor dicho interponiéndose en su felicidad, esa que empezaba a tener desde ayer después de tantos años.
ooo nena me encanta el capitulo, pobre elena jo espero k no pase nada malo cn david ya k alfinal se va a kedar cn el...
ResponderEliminarsige asi wapa besos tQ
jo, vaya capitulo!! Me encanta, pero ya te he dicho k si kieres poner los pensamientos de otro personaje, lo hagas a partir de dnde se termine la anterior estrofa, pero eso tu verás si lo kieres poner asi o no!aun asi... está genial y m encanta!! voy a por el siguiente!! Muaks, teQQQ
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