Busque el número de Carlos desde el móvil, allí estaba. Dudé por unos instantes si llamarlo o no. Pero al final opté por darle al botón de llamada.
- ¿Sí?- preguntó.
Me pareció extraño que me saludara así, eso es que no sabía quién era, que ni si quiera le aparecía en la pantalla del móvil mi nombre. ¿Me habría borrado?
- Hola Carlos. Soy Elena.
- ¡Ah! Elena… - dijo algo ofuscado.
Si, definitivamente me había borrado, ¿tan enfadado estaba conmigo? Parecía ser que si.
- Yo… - dije sin saber cómo empezar- bueno te llamaba porque me gustaría quedar contigo para hablar sobre lo que pasó el Sábado- dije algo avergonzada.
- Pues no sé, no sé si estoy de humor- contestó intentando esquivarme.
- Por favor, solo quiero hablar contigo, no hace falta que me mires a la cara si no quieres, solo pido que me escuches. Por favor, no te robaré mucho tiempo, tan solo cinco escasos minutos. Te lo ruego- le insistí.
Carlos no se pudo negar, hasta por teléfono le resultaban convincentes mis palabras, pero eso me daba igual, lo único que esperaba es que aceptase escucharme.
- Bueno, está bien, pero cinco minutos- dijo aun enfadado- ¿Cuándo y dónde?
- Pues, mañana en el velador donde nos conocimos a eso de las seis de la tarde ¿te parece?
- Está bien, allí estaré, pero estate puntual o me voy.
- Si, si, si tranquilo allí estaré diez minutos antes- le dije nerviosa.
- Vale, adiós. Hasta mañana.
- Adiós Carlos. Un beso.
Se despidió tan frio, me habló tan fríamente por teléfono, tenía miedo a su reacción mañana. Ni si quiera se despedía con un beso por teléfono como siempre hacia y yo esta vez sí lo hice. Me daba pena que Carlos, una persona que quería, pero que me empeñaba en que ese cariño solo fuese de amigos, estuviera así de mal por mí. Por mis errores, por mis estúpidos juegos de niña pequeña. De verdad me sentía culpable, solo deseaba pedirle perdón y no hacer más daño a nadie. Pero claramente, tenía que ganarme su perdón, tal como estaban las cosas no me iba a ser tan fácil.
La felicidad me venía muy de lleno. El amor; ese amor que tanto me faltó durante dos años por parte de mi madre, de mi padre, por parte de David, etc.; ahora ese amor me venía a flechazos y encima todo junto. Tres personas que aparecieron en mi vida de repente y seguidas para darme ese cariño. Tres personas maravillosas sí, pero con el amor no se juega y tenía que decidir. Algo que me resultaba muy complicado porque ninguno de los tres tenían apenas defectos, eran tres personas perfectas y maravillosas y yo…- suspiro- Yo era una simple chica, que ahora estaba destrozando el corazón de los tres sin merecérselo si quiera. Todo lo que hacían por mí, como amigos o como algo mas, siempre me trataron tan bien, me protegían, y yo ¿así se lo pagaba?
Estaba deseando que esa pesadilla se acabara de una vez por todas, que Carlos me perdonase y volviéramos a ser amigos, que Marcos también lo hiciera y olvidara todos mis errores, y ser feliz de una vez por todas con David, con mi amor verdadero. ¿Amor verdadero? O a lo mejor eso creía ¿Realmente estaba segura de que David era un amor verdadero? ¿O a lo mejor solo me auto convencía a mi misma de que así era?
Mi alma gritaba por dentro un “basta”. Como siguiese así la cabeza me iba a estallar, así que deje de pensarlo.
Miré el reloj.
- ¡Vaya! Pero que tarde se me ha hecho- pensé.
Eran las diez de la noche, no entendía como se me había pasado tan rápido esa hora desde que David se marchó, entre que llamé a Marta y a Carlos, y la comida de cabeza que me estuve haciendo yo sola. Normal.
Luna estaba allí en su sillón tumbada mordiendo su pelotita y de vez en cuando contemplándome con lástima, como si pudiera entender mi estado de ánimo. La adoraba. Por así decirlo, era mi compañera de fatigas. La pobre tenía que aguantar todos mis problemas mis sermones y aun así no se marchaba, no se cabreaba, seguía conmigo, a mi lado y feliz. Por algo dicen que los perros son el mejor amigo del hombre.
- Ojala todos fueran así- pensé en alto.
Pero es imposible, los humanos tenemos sentimientos y hay cosas que no se pueden aguantar y es inevitable enfadarse.
Terminé de pensar tanto en aquello y fui a darle de cenar a la pequeña Luna, después cené yo. No tenía mucha hambre, desde que pasó lo de la fiesta no había comido mucho y aquel problema parecía que iba a pasarme factura a mi cuerpo. Anímicamente estaba fatal, incluso físicamente me notaba más delgada y débil. Esto tenía que acabar, me desesperaba. Lo de estar algo más delgada no me venía nada mal, pues de siempre me había visto gorda y unos quilos menos le sentarían muy bien a mis piernas.
Cuando terminé de cenar, me puse a ver una peli que echaban en la tele, ya estaba empezada por lo que no sabía ni como se llamaba, pero eso sí, daba muchísima pena. Era tan bonita y a la vez tan triste, que con lo sensible que estaba en esos momentos no pude evitar derramar una que otra lágrima. Quien me viera allí sola llorando definitivamente se reiría de mí. La verdad que no solo lloraba por la película, a la vez se me pasaban imágenes del portazo de Carlos en la fiesta, de la cara de enfado de Marcos después de la nochecita tan intensa que tuve con él, lo que había hecho con David hace unas horas. Todo invadía mi mente en esos instantes y el arrepentimiento y la culpabilidad eran tan grandes que tenía que desahogarme de alguna manera. Y que mejor que llorando, así no molestaría a nadie con mis problemas, ni si quiera a mi pequeña Luna.
No tenía sueño, no quería dormir, sabía que esto era real y durmiendo no me iba a despertar de tal pesadilla. No, mis ojos no podían cerrarse. No eran capaces de conciliar un sueño placentero. Cuando acabó la película a las doce de la noche apagué la tele, aunque aun no tenía sueño y decidí seguir medio tumbada en el sofá. No quería dormir, no, tenía que ser fuerte.
Y con esos pensamientos caí rendida, no pude evitarlo, tenía un gran cansancio mental aunque mi cabeza se empeñara en no dormir. Ese era mi problema, que actuaba según lo que mi cabeza se empeñaba en hacerme creer. No podía seguir así, tenía que cambiar o seguiría destrozando la vida de las personas que quería y sobre todo la mía propia.
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ResponderEliminarcapitulazo nena espero k carlos la perdone pork en el fondo ninguno de los dos tiene la culpa y los dos son victimas....
ResponderEliminarespero el sigiente wapa tQm
joder! me encanto la historia me enganchaste desde el primer momento jaja que sepas que soy tu nueva seguidora y que voy a pasarme por aqui muy a menudo :) besos.
ResponderEliminarGuapísima, por fin m pasé!!!! Me encanta!!!! Kiero mas, asík lo bueno de esto , k tengo el siguiente ya preparado, Pero aun asi.. ya te voy exigiendo el siguiente. Un besote guapisima, teQQQ
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