Toda una vida luchando por alcanzar la felicidad siempre deseada, para conseguir al amor de su vida... Y tras ello, errores, traición, celos, muertes, infidelidad, venganza, caprichos... El no saber tomar buenas decisiones y no aclarar sus sentimientos, llevarán a Elena a tener un corazón caprichoso.



lunes, 6 de diciembre de 2010

"Corazón caprichoso" Capitulo 12: Segunda parte

Me desperté con el ruido del despertador. Había dormido bastante. Una paz recorría mi cuerpo, aunque empezaban a aflorar los primeros síntomas de nerviosismo. Hoy era el día, el día en que volvería a ver a mi pequeña Elena, en el que intercambiaríamos palabras y tendría el gran honor de estar con ella de nuevo. Solo el hecho de pensarlo me iluminaba los ojos. Me di una ducha rápida fría para despejarme. Salí desnudo con la toalla frotándome la cabeza mientras me dirigía al armario a coger unos pantalones vaqueros en condiciones y un polo verde, mi preferido y mis deportivas de Nike. Me peiné por encima, dejando mi pelo un poco alborotado lo que me daba un aire sexy y alocado. Me eché un poco de mi colonia habitual “crossmen” y me dirigí a la cocina a por un vaso de leche. No quería desayunar más, total iba a tomar un gran café junto con Elena. “Elena… Elena… Elena…” se me dibujaba una sonrisa de nuevo.
Quería llegar puntual a su casa para recogerla a tiempo como todo un caballero. Así que cogí la cartera, el móvil y las llaves y salí de casa con rumbo a un solo destino. Ella. Iba ilusionado, contento, sin creerme aun que estaba en Cádiz, a su lado. El pensar que podría hacer borrón y cuenta nueva de todos mis errores me transmitía calma. Lo único que me faltaba era oír su perdón, oír un “está es la última oportunidad que te doy”. Sí, eso. Sería magnífico.
Pensando en todo esto llegue en un santiamén al piso de Elena. Llamé al portero y en seguida me abrió sin ni siquiera contestar. Subí las escaleras de dos en dos, a toda prisa, sin perder ni un segundo. Y cuando terminé de subir las escaleras allí estaba ella, asomando su cabecita por la puerta, hermosa, con unos pantalones cortos que dejaban contemplar sus admirables piernas y una camiseta básica. Sencilla pero preciosa. Así era ella y me encantaba. La saludé diciéndole lo guapa que estaba. Sonrojada se volvió para cerrar la puerta y comenzar a enseñarme el piso. Tenía una perrita que andaba por allí dando vueltas. Me fue enseñando las partes de la casa. Pero me di cuenta que estaba ella sola en casa. Me preguntaba donde estaría su madre, así que se lo pregunté. “Mi madre no está porque… se fue hace tiempo…”- me dijo apenada. Ahora lo comprendía todo. Su madre había muerto. No podía creérmelo. Su cabeza agachada, sus ojos vidriosos. “Has metido la pata hasta el fondo David”- pensé. Ósea que, primero la separación de sus padres. Después yo la dejo como un cabrón y encima se muere su madre y para colmo por cáncer. Le había destrozado la vida. Aquella pequeña y linda rosa lo había pasado mal, muy mal y todo por mi culpa. Empezaba a llorar así que se resguardo en mi abrazo ocultando sus lágrimas en mi hombro. Intentaba transmitirla calma con ese abrazo, seguridad, tranquilidad y sobre todo amor. Me culpaba por ello, me arrepentía ahora más que nunca de haberla dejado aquel día. Pero ella insistía en quitarle importancia al asunto recordando que aquello formaba parte del pasado. En esos momentos, inconscientemente una lágrima salió de mis vidriosos ojos para recorrer mi mejilla. El ver a Elena tan frágil, llorando en mi hombro y pensar que la mayor parte de culpa la tenía yo… Era insoportable. “Fuiste gilipollas David y mucho…”- me decía mi conciencia una y otra vez. Aun sigo preguntándome ¿por qué la dejaría? ¿Acaso se lo merecía? No, claro que no. Mi dulce Elena no se merecía sufrir. En ese instante ella me vio mi rostro con algunas lágrimas. Su cara era de sorpresa. Lo entendía. Jamás me había visto llorar en todo el tiempo que pasamos juntos y aquella escena le sorprendió. Intentaba tranquilizarme con su voz dulce y angelical. Y cuando se ponía así era inevitable no calmarse. Limpié mis lagrimas y enseguida nos fuimos hacía el café. Íbamos paseando hablando de cosas triviales. Reconozco que yo estaba espesito. Aun me sentía mal por el daño causado, la muerte de su madre, etc.  Pensaba y pensaba. Jamás lograría que Elena me perdonara. Iba cabizbajo sin atender a lo que ella me contaba hasta que llegó un momento que se dio cuenta. Noté como ella se paró me miró fijamente a los ojos con cierta cara de enfado por mi actitud. El caso es que me “regaño” por así decirlo, por seguir comiéndome la cabeza con aquello.
-          Por favor David, vale ya, no estés así que se me parte el alma. Escúchame, yo estoy dispuesta a perdonarte pero tendrás que ganarte mi perdón.
-          Yo…- dije mirándola sorprendido- Gracias Elena, eres estupenda, de verdad que te demostraré cuanto me arrepentí aquel día de dejar escapar a una chica tan maravillosa como tu- le dijo mientras en mi cara se dibujaba una sonrisa de felicidad.
Saltaba de alegría pro dentro ante aquellas palabras. Tenía una segunda oportunidad que no podía dejar escapar. Ahora era feliz. A partir de ese momento iba a demostrarla que aquel David cabrón y gilipollas que un día conoció y que la dejo tirada, había desaparecido completamente. Aquellos dos años alejados de ella me sirvieron bastante para recapacitar, pensar y aclarar mis ideas, pero sobre todo para arrepentirme más cada día que pasaba. Poco a poco notaba como Elena se acercaba lentamente a mi rostro. Fijaba su mirada en mis labios y en mis ojos a la misma vez. La miré fijamente a los ojos, mientras ella me transmitía sus deseos y sus pensamientos iguales a los míos. Lentamente nuestros labios se acercaban. Mi mano sujetando su mejilla le producía escalofríos. Y tiernamente me besó, con sus dulces y finos labios contagiándome de aquel deseo y aquella pasión que ella había comenzado. No recordaba la dulzura y la ternura de sus besos. Aquel beso demostraba que aun seguía queriéndome y por supuesto, yo a ella también. Después de unos segundos se separó de mi pidiéndome disculpas por aquel impulso. Como la quería…  Seguía siendo la misma Elena inocente, tierna y dulce que conocí en Madrid. Un beso que marcaría el principio de mi nueva vida aquí en Cádiz junto con la persona que más quería. Ella.
Llegamos al café y después de pedir, comenzamos a hablar. Ella me preguntó intrigada si ya tenía novia, pues quería asegurarse que no había metido la pata con aquel beso de antes. ¿Novia? ¿Estaba de coña? Jamás encontré a nadie como ella. Fue la única persona que dejó huella en mi vida. Con ella me sentía seguro, a gusto…  dejó el listón bastante alto en mi vida.
Se quedó más tranquila con mi respuesta. Le pregunté yo también a ella si había encontrado alguien mejor que este cabrón (yo).  Me dio un vuelco al corazón cuando me dijo que se le habían presentado oportunidades. Estaba claro. Ella es hermosa, no hay porque ponerse celoso David. Lo importante es que tenía el camino libre. Losé, suena fatal. Sabía que si hubiera llegado tarde y alguien formara parte de su vida no me quedaba otra que marcharme y dejarla ser feliz. Pero me sentía exitoso al haber llegado a tiempo y poder tenerla de nuevo conmigo, junto a mí. Estuvimos besándonos tiernamente en el café sin importarnos quien nos viera, demostrándonos el uno al otro el amor que ambos sentíamos. Aquella mañana fue estupenda. Llegó la hora de irnos. Por el camino yo la cogía de la mano para poder estar más cerca de ella. La miraba una y otra vez sin cansarme de observar esos preciosos ojos. La dejé en el portal de su casa. Me costaba mucho despedirme de ella. Por curiosidad le pregunté qué planes tenía para esa tarde si no podía quedar. Tenía una fiesta. De amigos. “Tranquilo David son solo amigos”- me repetía una y otra vez para calmarme y no ponerme celoso. No se había ido y ya la echaba de menos. Quería verla de nuevo. Otro día. Ella me prometió que nos veríamos otro día. Y así nos despedimos con un beso tras otro, lleno de pasión, ternura y amor. Y en unos minutos me marché dejándola allí en su portal con la mirada perdida en mí y yo con mi cabeza perdida en aquel inmenso beso. Aquel día había sido fantástico a su lado. “Ahora empieza tu nueva vida David. Lucha por ella.”- me dije para mí mismo.

3 comentarios:

  1. me encanta es precioso el capitulo espero k no sea tan cabron como la ultima vez y k aora si k luxe por ella pork ella no se merece sufrir otra vez y aora mismo ella esta dejando escapar una oportunidad cn el otro xico asik....
    espero el siguiente preciosa :)
    besos tQ

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  2. wapa, perdona por el retraso!!!!! Ati aun te keda comentar!!! xD ke me ha encantado!!! Ahora ando con prisas asik... perdona por no comentarte mas!!! Los puntos suspensivos.... he visto algunos, jajajaja!!!!! Pasate por mis blogs porfis!!!! Un besote mi niña, te kiero.. sigue asi!!!! Muaks

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  3. Me ha encantado, está increíble! Es un capitulo muy tierno y me encanta la forma en que describes :) Sigue así, es un placer leerte!

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